Agarrarse al balance previo para relativizar la trascendencia de una derrota es llevarse un poco a engaño. No es que lo anterior no cuente, pero según avanza el curso crece el nivel de los rivales y la importancia clasificatoria de cada duelo. Una derrota es siempre la cristalización de unos síntomas, y en este caso tampoco nos puede coger por sorpresa. Veníamos hablando hace días, sino semanas, de la polarización del juego del Madrid, de la previsibilidad del ataque, con excesivo protagonismo de los Sergios. Veníamos avisado de que a fuerza minutadas Laso iba a acabar quemando a Llull. No sorprende que esta derrota en Munich coincida con su encuentro más flojo en dos meses: 3 canastas, 4 pérdidas. Chacho fue el mejor en Alemania, pero somos más equipo en su versión asistente que en su versión triplista (la de ayer).
Claro que echamos de menos a los lesionados Carroll y Draper, que ayudaban a romper lo partidos con parciales, uno desde el ataque y el otro desde la defensa. No se trata ya de cuándo vuelvan a jugar, sino de cuándo recuperarán el punto de forma. Subidos en la ola de victorias, se decidió no fichar, no había mucho interés ni dinero. Así que somos los que estamos, pero es que con los que estamos da también para un poco más. Que en el mismo tiempo en pista Rudy disponga de 14 tiros de campo (pese a su evidente desacierto ayer) y Mirotic de sólo 3 (emparejado con pívots de medio pelo) sólo se explica por irracional pasión de Laso por todo lo que viene del perímetro. Felipe se llevó su habitual ración de tapones en partidos Euroliga, mientras que Slaughter está lejos del nivel de diciembre. Ya no es que no enchufe, es que en más de 13 minutos: ni un rebote, ni un tapón, ni un robo. Bourousis fue el mejor de los interiores, los encuentros Euroliga a cara de perro son su habitat natural.
Aunque el Bayern tenga poca solera en baloncesto, es un equipo dignísimo, lo pensé ya en Navidad en el Palacio. No en vano marchan 5-5 en el top16, con buenas opciones de pisar cuartos. Pesic planteó un partido marca de la casa, mucho contacto. Leo a unos cuantos quejarse de los árbitros, pero lo cierto es que lanzamos 14 tiros libres más (31/17). En todo caso, más nos vale acostumbrarnos. El Palacio es Disneylandia, pero la Euroliga se gana o se pierde en partidos así, pregunten a Olympiakos. Por cierto, me volvió a enamorar Malcom Delaney. Un talentazo en ataque, pero nada de zumbón, tiene criterio, no le veréis forzar un mal tiro, deja que el partido le llegue. Su lanzamiento en suspensión es poesía, sabe leer el juego, las ventajas y los tempos. Es junto a Langford el único combo americano al que vería en un grande de Europa. Nosotros vamos servidos con los Sergios, pero que mejoraría a Pullen o Pargo lo saben hasta en la China Popular.
A nivel clasificatorio, la derrota en Munich es también costosa. El Madrid se aleja del primer puesto, para el que en principio necesitaría ganarlo todo, incluyendo en Tel Aviv dentro de dos semanas y al CSKA el próximo jueves por más de 14. De hecho, el tropiezo abre la posibilidad de caer al tercer puesto y perder la ventaja campo en cuartos. Toca remangarse, mancharse en el barro, olvidarse de lo caminado y preparar cada uno de los cuatro partidos que quedan de grupo como si fuese una final.





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