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Foto de Virginia Pacheco, planetaacb.com |
Iba a dejarlo para el final del texto, pero es lunes y está Moscú ya cubierto de nieve, así que mejor empezar la semana con lo único bueno, el ilusionante despertar de Jeffery Taylor, esos 33 puntos en los dos últimos partidos, de lejos el mejor en el naufragio de Estrasburgo. Se le supone un factor defensivo, pero demostró que también está equipado para el ataque. Sabe buscar espacios, brutal en la definición, con varios mates de concurso. Elije bien sus tiros, yendo con decisión al aro, suerte en la que luce su apabullante superioridad física. Este era el jugador que imaginábamos, un perfil muy diferente al de Rivers, pero que igual puede convertirse en un activo valioso de la rotación.
Por lo demás, hay pocos motivos para la alegría, porque a mí, personalmente, el atracón de desayuno dominical me dio un poco igual. Sí, 38 puntos de diferencia y valoración 152 contra Manresa, números propios del Madrid de Laso hace dos años a estas alturas. Una exhibición intrascendente que no alcanza para tapar el incontestable revés en el partido importante de la semana, el viernes en Estrasburgo. Se cayó de ley, 15 abajo al final del tercer cuarto, haciendo por momentos el ridículo, sobre todo en defensa, y con actuaciones calamitosas de los interiores, donde se echó de menos a Thompkins, baja por lesión. A mediados de noviembre ya no cuela la excusa de que no hubo pretemporada, y tampoco Estrasburgo es un vitorino continental estilo Fenerbahce o Jimki.
Una derrota con secuelas de clasificación. Cerramos la primera vuelta cuartos de grupo, con más derrotas que victorias (2-3) y 85 puntos recibidos de media. El resultado es que nos quedamos sin margen de maniobra si aspiramos al primer o segundo puesto de grupo y evitar así un top16 ‘cargadito’. Por comparar, el curso pasado, que parece que no se puso el Madrid a jugar hasta enero, arrancó la Euroliga 17-3.