Thompkins se reivindica en el Palau

Victoria en el Palau remontando 16 puntos que, primero de todo, es una inyección de autoestima, que estaba por lo suelos tras la aplastante derrota en cuartos de Euroliga. El equipo sigue físicamente mal, eso no cambia de un día para otro, pero esta vez sí entraron los triples. Hay lógicamente un componente de acierto puro de los jugadores que no se puede controlar, pero puedes sumar a la ecuación variables como la circulación de balón y el criterio en la selección de tiro. En números, se lanzaron 6 triples menos que tiros de dos, que a domicilio en pista de un grande ya es casi noticia, y se repartieron muchas asistencias, tantas como 25. Además se defendió bien en la segunda parte, no se dejó tiro sin puntear.

No hay peros a la victoria. El Barca se juega la temporada el martes en Krasnodar, pero escondió bien poco, solo Navarro, y es que en un clásico ante tu público no hay lugar a relajación. Ganar la ACB implica casi obligatoriamente batir al Barcelona y esta victoria muestra que no estamos tan lejos.

El protagonista de la velada fue lógicamente Trey Thompkins, que eligió plaza mayor para establecer su máxima anotación de blanco, 25 puntos, que mantuvieron al equipo en los peores momentos. No es solo que le entrasen los triples, lo cual no debe ser tan extraño en un tipo que acredita 50% en ACB. En realidad metió más canastas de dos (6/8), buena parte fruto de moverse bien sin balón, para aprovecharse de los desequilibrios que generaban Chacho y Ayón desde 2×2, ambos enormes hoy, por cierto, pero eso es menos noticia. El porcentaje de dos de Thompkins en ACB es del 66%, nada despreciabe para un pívot que «solo tira triples». También atrapó 7 rebotes, algunos de ellos en tráfico de bastante mérito. Lógicamente es solo un buen partido, igual que los ha tenido y los tendrá malos, pero una actuación que demuestra que tiene un techo alto, un gran talento ofensivo. Ese talento, sin embargo, no ha terminado de eclosionar aún, tiene 25 años y prácticamente nula experiencia en la élite. Hay que tener paciencia y mimarlo con un poco de confianza, no sentándole al primer error, y también con balón, algún sistema ofensivo más allá de colocarle en la esquina a ver que le cae.

Laso en general no le ha dado a lo largo de la temporada ni lo primero ni lo segundo, y el motivo principal es que es interior. Pongamos, para comparar, de ejemplo a Carroll, al que vaya por delante que adoro. No sabe botar y es un agujero en defensa, carencias que compensa porque anota. Y anota porque es muy bueno… y porque la mitad de los sistemas del equipo cuando está en pista son para él, y es lógico. Salvando las distancias, la forma de aprovechar a Thompkins como un activo útil de rotación sería convirtiéndole en un ‘Carroll interior’. Tener 2 o 3 sistemas para cuando esté en pista, así producirá en ataque y te justifica lo que resta atrás. No pido que Thompkins sea la estrella, es más, ni siquiera hace falta que siga en verano, no tengo acciones en su agencia. Me da igual el apellido, me conformaría con que Laso entendiese que no sobra tener algún interior de talento ofensivo en la plantilla y algún que otro sistema para que produzca. Llámese Tomic, Bourosusis, Thompkins, Hernangomez o Randolph. La variedad nos hace menos previsibles y por ende más competitivos.

Condenado al Everest

Se deja el Madrid en el Palau parte del mito de ‘los rústicos’, ese grupo capaz de economizar esfuerzos sabedor de que dará un paso al frente cuando juegue por la supervivencia. No lo dio, perdió sin glamour y ante un rival limitado, muriendo en la orilla tras una remontada a fuego lento. Cada vez jugamos con menos margen y el coste de la derrota es desolador, obliga a escalar el Everest para llegar a Berlín, lo que a principio de curso parecía una exigencia razonable para el vigente campeón.

Todo comenzó torcido. Por marcador, nivel del rival e importancia de la ocasión, quizá el cuarto más lamentable de la era Laso, 25-4. Los astros se alinearon y tampoco el técnico fue capaz de cortar la sangría. ¡Qué noche la suya! Su suerte es que sucedió en el primer cuarto y a los puntos el Madrid es a día de hoy mucho más equipo. Así que remontó, sin alardes, haciendo valer su plantilla más larga y sin ausencias. Lo que debió pasar desde el minuto 1. Puso de su parte Tomic, por salario el jugador franquicia azulgrana, en una estado de forma deleznable desde hace dos meses. El desacierto local en tiros libres y la lesión de Ribas, KO tras el descanso, obraron el resto.

Mentalmente el partido estaba ganado, 6 arriba con 8 minutos por jugar y el Barca haciendo aguas, sin recursos y con la lengua fuera… pero ahí estaba Laso para echar una mano. Los 5 minutos que concede en el último cuarto a Maciulis como ala-pívot son sencillamente terrorismo; pero no es la culpa del lituano, cualquiera tiene un día negado (0 de 7 de campo), sino del técnico que no lo vea. El desacierto de Jonas pesó como una losa cuando el partido estaba franco, a una canasta de matarlo, pero que nunca entró. Un tiro liberado tras otro erró Maciulis, y por mucho. Chapu, que se levanta 1,6 millones anuales para sacar las castañas del fuego partidos así y que para más inri llegaba pletórico de forma, jugó más minutos ante Andorra el domingo (19) que en el Palau (14). Si alguien lo entiende que me llame.

Y así le regaló Laso al Barca una recta final igualada, en el que enseñó el Madrid su peor versión. Porque en realidad en el primer cuarto más que jugar mal pesó un desacierto ofensivo inaudito, un saco de tiros fallados en posiciones liberadas, de los que suelen entrar en alto porcentaje. Pero en el último cuarto se regresó a los vicios del peor lasismo: los melocotones de Llull a final de posesión, el chorreo de rebotes ofensivos concedidos (18), los 20 segundos de posesión buscando la salida de Carroll del bloqueo… 

Jarro de agua fría

Y con todo jugó el Madrid en el derbi uno de sus partidos más completos de las últimas semanas (ciertamente mejor que ante Zalguiris y Fuenlabrada), pero eso tampoco es decir demasiado. Secó a Tomic, ganó la batalla del rebote, dio más asistencias y perdió menos balones, pero ni por esas. Nos condenaron los errores propios, principamente defensivos, concediendo demasiados tiros liberados a un sorprendentemente acertado Perperoglu, arquitecto de la remontada en el tercer cuarto, y también el acierto ajeno, la soberbia actuación de un superclase como Doellman.

Tampoco nos hagamos los sorprendidos o agraviados a estas alturas. Fue MVP de la ACB en la 2013/14 y hemos tenido la mala suerte de que en el Palacio le dio por justificar buena parte de los dos millones anuales que cuesta. Cuando el ala-pívot rival te cuela 6 de 6 triples y un buzzer beater en carrera a cinco metros con dos manos en la cara, pues le das la mano y le felicitas, aunque duela, porque el partido pareció por momentos controlado y era de gran importancia clasificatoria, en casa, ante un rival directo y en un grupo tan apretado.

El caso es que Willy sí contuvo esta vez a Samardo, sacándose la espina clavada de aquellos tres minutos fatídicos de diciembre, y Carroll mantuvo la nave a flote en el último cuarto con varios canastones de enorme mérito. Chacho jugó ofensivamente un partido primoroso. Regresó además Llull, forzando en plan Cid Campeador, colando alguna mandarina contagiosa de infarto, pero también tomando en la segunda parte bastantes malas decisiones de dirección (-14 en sus minutos). Pero lo peor fueron los aleros, Maciulis, que cometió varios errores defensivos ante Perperoglu impropios de su experiencia, y un desacertadísimo Taylor, 0/5 de campo, desdibujado en el comienzo de año.

Tampoco me entusiasmó la gestión de Laso. No me cebaré con las decisiones de los últimos 15 segundos, de si falta sí o falta no, es fácil criticarlas a posteriori. Si Felipe hubiese metido el primero de sus dos tiros libres finales estaríamos hablando de otra historia. Peor lo que no entiendo es la rotación interior, que descarte a Thompkins en vez de a Ndour, que Nocioni (quien mejor puede defender a Doellman) no pisase la pista en el último cuarto y que Ayón solo regresase con menos de 3 minutos por jugar.

En todo caso, tampoco quiero dramatizar esta vez, bastante tenemos en un día así. En cuanto Llull recupere la forma, si el equipo muestra este acierto y corazón, deben llegar victorias. El objetivo realista es el tercer puesto, pues en el otro grupo, salvo Fenerbahce, ante cualquiera tendríamos opciones razonables en una serie incluso sin factor cancha. Además en este grupo nadie se libra de la quema, Olympiakos perdió en casa con Brose la semana pasada y CSKA (castigado también por las lesiones) marcha 2-2 tras caer en Jimki y Vitoria.

Cura de humildad

Resulta que no estaba el Madrid todo lo bien que suponíamos tras esas ocho victorias consecutivas con las que llegó al clásico. Nos dejamos llevar, tal vez, por el optimismo, dando por sentado un remake del curso pasado, con aquel atronador resurgir de enero tras besar la lona en diciembre. El Barca nos pintó la cara en el Palacio, dominó ambos aros desde el primer minuto, y la diferencia final de 7 puntos hasta se me queda corta. Una derrota de escasa trascendencia clasificatoria, pero un aviso a navegantes para el inminente top-16 Euroliga, que empieza tan pronto como este martes, donde los rivales son todos de aúpa y el margen de error nulo.

Pascual se preparó a conciencia el derbi y logró cerrar esta vez las vías de creación de los Sergios, los pulmones del ataque blanco, obligándoles a forzar 1×1, la versión que nos hace más vulnerables. La baja de Arroyo resultó a la postre positiva para el Barca, pues obligó a Ribas a jugar minutos de base, un puesto para el que está capacitado y encima es una lapa atrás, a diferencia del puertorriqueño. Otros en el Madrid simplemente no tuvieron su día, como Ayón y Taylor, dos de los baluartes en los últimos partidos, que marraron precisamente en su especialidad: definir en las inmediaciones del aro, 4/12 de dos entre ambos.

Menos noticia es el clínic de Doellman (17pts, 6/7tc), que está en un momento de forma extraordinario, el mejor desde que viste de azulgrana. Finísimo. Sus tiros caen con nieve, en muchos casos en situaciones forzadas. Thompkins debería ser nuestro Doellman, clase tiene para ello, pero le faltan confianza y balones. En 16 minutos no dispuso de una sola situación de 1×1. Sus tres tiros de campo fueron un triple desde la esquina, una canasta tras rebote ofensivo y otra tras pick and roll, punto. No participa apenas en el juego, en muchos ataques no toca la pelota. Y si no le nutres de balones, su presencia en pista se hace intrascendente, sino innecesaria, pues tampoco destaca por su trabajo de intendencia. Y el caso es que no podemos sorprendernos a estas alturas, los pívots (salvo Reyes por galones) no juegan 1×1 en el sistema Laso. Si el entrenador va a seguir hasta 2018, deberíamos quizá dejar de chocar contra el mismo muro, el de fichar interiores con talento 1×1 para desperdiciarlos, y sencillamente juntar a 5 Ayones o sucedáneos.

Y hablando de pívots… Willy, que venía en línea ascendente, dispuso de solo tres minutos pero fueron dramáticos, le metió Samuels cuatro canastas, todas bajo el aro. Le dio el biberón, vaya. Y es que el verdadero problema del equipo volvió a ser la defensa: se consintió un 71% en tiros de dos y se encajaron 91 puntos en casa, 10 más que la media del rival. Consiguió el Madrid que Satoransky y Ribas parecieran por momentos los splash brothers: Steph Curry y Clay Thompson.

Non plus ultra

Os escribo desde el orgullo y la felicidad máximos, los de la temporada más redonda de la historia de la sección, con un irrepetible póker de títulos, aliñado con las victorias de los equipos filiales en todas las categorías (infantil, cadete y junior). No nos hemos dejado por ganar nada, y lo hemos hecho como equipo, en mayúsculas, con todos aportando, una piña, jugando con criterio, orgullo y corazón. Es todo a cuanto puedo aspirar como aficionado del Real Madrid. Gracias a los 13 jugadores y a los técnicos, sois leyenda blanca.

El tercer y definitivo triunfo de la final ACB cayó como fruta madura. No importó el factor campo, ni el despertar de Tomic, ni el flojo partido de Felipe, Llull y Rudy, porque este año somos sencillamente mucho mejor equipo que el Barca. La segunda unidad blanca tiró del carro, los rústicos, como en casi todos los partidos importantes del curso. Soberbios Slaughter, sí, monstruo en defensa, killer Nocioni y Maciulis, la tanqueta de Kaunas, en uno de sus mejores partidos de blanco, impartiendo cátedra en ambos aros. Chacho nos mantuvo a flote con dos triples prodigiosos en los peores momentos, con 5 abajo al final del tercer cuarto, y Carroll volvió a merendarse a su criptonita (Oleson), corroborando en plaza mayor por si hacía falta que su versión 2.0 no es flor de un día. Lideró en anotación (19pts) y dio la puntilla con un canastón a 6 metros con la mano en la cara del de Alaska.

No me detengo más en los detalles del partido, que empequeñecen ante la importancia histórica del día. Bien pudo ser la despedida para algún que otro estandarte del proyecto (temo por la continuidad de los sergios), pero si efectivamente ha sido el último baile, bien mereció la pena. Es un adiós con la satisfacción del ciclo culminado, un tiempo que ha devuelto a la sección el orgullo de pertenencia y la grandeza perdida, no solo por el resultado, sino por la forma en la pista y la organización en los despachos. Con los últimos sorbos de mi gintonic recuerdo al camarada caído, juntos dibujamos muchas veces un cuadro como el de esta noche. Los madridistas de basket, tan sufridos nosotros, podemos mirar por primera vez al horizonte con la certeza de que no queda ninguna orilla por conquistar. ¡Enhorabuena!

Con un ojo en las islas

Ganó el Madrid en Zaragoza modo completamente rústico, jugando mal (menos valoración que el rival), tirando de oficio y pese a las importantes bajas de Rudy (se retiró tocado de la espalda) y Felipe (asuntos familiares). Carroll y especialmente Maciulis fueron clave cuando calentaba el sol, además de los Sergios, what else? Ayón aportó los rebotes de Felipe (10) y Rivers no desentonó esta vez, al enchufar las que debía. En el otro lado de la balanza, Campazzo (2pts, 0as), el único de los 11 en cuyos minutos en pista (8) el parcial fue negativo, estadística especialmente significativa para los bases. No es nuevo y no creo que sea una cuestión únicamente de falta de rodaje por la edad, que también, sino más bien de falta de condiciones (altura y tiro exterior) para un equipo top Euroliga. Aplaudí en verano la apuesta por talento joven que supuso su contratación para ese puesto de tercer base, para el que tampoco se podía exigir demasiado dada la masa salarial disponible.

Sin embargo, con lo que ha demostrado por ahora Campazzo, no entendería su continuidad el curso que viene, especialmente dado que este junio termina contrato Tomás Bellas: caché asumible, canterano, cupo y consolidado en la clase meda-alta ACB. Tampoco le haría ascos a su compañero Walter Tavares, ya sea por Mejri o por Bourousis, que ninguno de los dos parece que vaya a seguir, especialmente el primero. Aunque por éste sí habría que pasar por caja, al renovar el verano pasado por tres temporadas. Estas operaciones se complicarían, por cierto, si el Granca se clasificase para Euroliga, de lo que está realmente cerca, virtualmente en la final de la Eurocup tras ganar de 13 en Kazán la ida de semifinales.

No me detengo demasiado en la derrota en Barcelona, tan previsible como intrascendente si se hacen los deberes esta semana ante Zalguiris en casa. El Madrid cumplió el trámite: ralló a un nivel homologable (destacados Rudy y Llull), forzó un final igualado en el que ganó quien más lo necesitaba. Mario «nº1 del Draft» Hezonja, que venía de firmar valoración acumulada -1 en los últimos 6 partidos ACB, nos coló 5 de 6 triples. Por último Huertas, al que le quedan dos telediarios de azulgrana (Granger llamando a la puerta), volvió a dar un ejemplo de valores y sencillez, insultando a gritos a los árbitros en su cara durante dos minutos. Es el Barca, es el Palau, es la Euroliga… una tecniquilla y pelillos a la mar.