
Vuela del nido, es ley de vida, manque pese. Algún iletrado soñó con su permanencia otro curso, desde ese complejo tan de merengue futbolero de equipo más rico del mundo. «¿A dónde va a ir que mejor esté?» Pues a la primera división del basket mundial, ni más ni menos, a donde por nivel pertenece, y agradecidos que estamos por el tiempo que le hemos disfrutado, del que aprenderemos a presumir en su justa medida cuando el paso del tiempo nos de un poco de perspectiva histórica. Deja Doncic, además de un saco de récords de precocidad, un doblete tremendamente meritorio en las vitrinas del club. Deja también, por cierto, alrededor de dos millones de cláusula, una transferencia que ya ha hecho efectiva y que se utilizará, no para fichar un sustituto, como alguno supondría, sino para reducir el déficit presupuestario de la sección y saldar parte de las primas por resultados de este curso, como ya se hizo cuando salió Mirotic.
Luka no tiene sustituto, cuanto antes lo asumamos mejor viviremos, sin frustraciones innecesarias. Y no lo tiene por el sencillo motivo de que no hay en el baloncesto europeo jugador cercano ni a su nivel en pista ni a su perfil poliédrico. Además de ser un catacrack, es una jodida navaja suiza, capaz de tirar de fuera, crear desde bote, postear o liderar en rebotes y asistencias. Si hasta se marcó un triple doble en ACB…
Lo que sí puede hacer el Madrid es ‘trocear’ las distintas facetas en las que sumaba Doncic y tratar de cubrirlas no con un solo jugador sino con varios, mediante fichajes y cambios de rol en el roster. Esos fichajes ya se han consumado, entusiasmen más o menos, y no esperaría ninguna nueva incorporación en el juego exterior. Tampoco entusiasmaba Causeur y se cascó 17 puntos en la final de la Euroliga… Gabriel ‘tortuga’ Deck vendría a llenar el vacío que deja Luka en rebote y capacidad de emparejarse con aleros, mientras de Prepelic se esperan puntos desde tiro exterior.

El puesto de base
En todo caso, el principal sustituto de Doncic está en casa y se llama Sergio. Me explico… la mejor versión del esloveno, la de su última temporada de blanco, nunca llegó a coincidir con el mejor Llull, ni siquiera con una versión potable, debido a la lesión del menorquín y a su muy entendible bajo nivel tras la reaparición. Es Llull y no ninguno de los zumbones que algunos sugerís quien debe suplir la producción de Luka desde bote, asistencias y, sobre todo, liderazgo. Cuánto echemos de menos a guonderboy dependerá en buena parte de si el menorquín es capaz, tras un verano sin selección y una pretemporada completa, de recuperar el próximo curso un nivel parecido al de la 2016/17. Sus playoffs ACB fueron preocupantes, pero no seré yo quien ose dudar de Llull.
Contará de todas formas con el mejor lugarteniente posible en la figura de Campazzo, que ha aprovechado los minutos durante el año de baja de Llull para erigirse en uno de los 10 mejores bases del continente y que no parece haber tocado todavía techo. Como tercer base, baratito y cupo nacional, porque no hace falta más, el club apuesta por el canterano sueco Melwin Pantzar, que ya jugó 4 partidos el cuso pasado y que tendrá ficha de primer equipo.
Entiendo que, desde un punto de vista pajiplantilla, la prole prefería y hasta esperaba el fichaje de un Mbappé, el apellido rutilante al que Florentino ha acostumbrado a la parroquia futbolera. Esperad sentados, el sustituto de Doncic es la suma de Prepelic, Deck y la apuesta por el regreso del mejor Llull. «¿Encima Pantzar? ¡Vamos, no me jodas!», he llegado a escuchar. Pues sí, Pantzar; cantera y continuidad, bueno conocido en vez de mejor por conocer, la estrategia del club desde hace años y ahí están los resultados.
Cae el telón de la temporada con el Madrid de vuelta al trono nacional, el que cediese el curso pasado y casi exigible a un campeón de Europa. Un título incontestable esta vez, con un estratosférico balance de 38-5 entre fase regular y playoffs, 8 derrotas menos que Baskonia, con mucho el segundo mejor del curso ACB. Es el premio a un grupo que no perdió la paciencia ni la compostura en la adversidad, empezando por el entrenador, un doblete de mucho más mérito que el de 2015, con plaga de lesiones y 




Partido clave, pabellón lleno, arranque difícil, villanos malvados, recuperación heórica y final feliz, el regreso de Llull fue propio de una película de Disney. Es una alegría inmensa, no sólo como seguidor blanco sino en general como aficionado al basket, volver a ver disfrutar sobre una pista a esta leyenda en activo. Se lo ha currado de veras, lo sabemos porque ha retransmitido casi en directo por redes sociales estos 8 meses de recuperación, haciendo a la afición partícipe del proceso, que hoy felizmente ha tocado a su fin.
Lo justo, con el metrónomo, cubriendo etapas con la ley del mínimo esfuerzo, esa parece la política del Madrid para cumplir el objetivo de top-4 de la fase regular Euroliga. Y su mérito tiene, no me entendáis mal, en este curso de ‘nos ha mirado un tuerto’, que si hoy vuelve Doncic pero se lesiona Ayón, que si Llull para enero, ah, no, espera, que nos plantamos en abril y que lo mismo es mayo. Y en ese calendario de economía del esfuerzo la visita de Zalguiris aparecía como un must absoluto y el equipo rindió acorde, concentrado, desacertado desde el arco pero apretando atrás, la fórmula de duelos similares previos, que no alcanza contra un Fenerbahce pero sí ante un rival ordenado y correoso pero de un potencial inferior como Zalguiris. El milagro Jasikevicius tiene un límite.
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