
No os voy a engañar, me deja con la mosca detrás de la oreja. El balance del Madrid desde la marcha de Facu era un sólido 12-3, con los únicos pinchazos asumibles de Milán, CSKA y Barca, compitiendo en los tres. Pero esta derrota en Goya contra Estrella Roja se sale totalmente de guión, rompe la buena dinámica y genera dudas. Bastó que Tavares bajase el listón de excelencia para que al equipo se le viese el cartón. Una derrota de ley frente a un rival limitadísimo, tras ir casi toda la velada por detrás en el marcador: fatal en defensa en la primera parte y negados en los momentos bisagra de la segunda.
La resiliencia del grupo parece haber llegado a su límite: se metabolizó la baja sin cubrir de Mickey, la fuga de Campazzo y la lesión de Randolph, pero ha sido romperse Llull unas semanas y el equipo hacer click. Él estaba siendo (junto al mencionado Tavares) el último dique de contención: su paso al frente en el regreso al puesto de base ha tapado durante semanas las vergüenzas de la planificación de plantilla y la racanería del presi. Pero faltando él, recordemos, escolta hasta diciembre, lo que queda es la peor pareja de bases de los 18 equipos de la Euroliga, que se dice pronto, con casi 40 millones de presupuesto.
Y lo más sangrante es que esta situación no pilla a nadie por sorpresa, que hasta en la Polinesia sabían desde el verano de la marcha de Facu, para la que el club se preparó haciendo exactamente nada. Culpando al virus, a la crisis y al mal timing, pasando de largo de oportunidades de mercado como Sloukas, libre como un taxi, con Lapro ya colocado en el Pao.
A vueltas con el puesto de base
Con el argentino lo que se ve es lo que hay, sencillamente ha tocado techo en el sistema Laso, en el que en realidad nunca ha terminado de encajar (fichaje de directiva). Y Alocén, por su parte, está pidiendo a gritos una cesión (del estancamiento de Garuba hablaré otro día). Lo de Abalde como director es un recurso de emergencia, un parche, y como tal funciona. El gallego, que tan bien arrancase la temporada, firmó contra los serbios su peor partido de blanco, valoración -6, enganchando una mala decisión tras otra, cortocircuitado en un puesto que no le viene natural, por mucho que de cadete jugase minutos.
Lo preocupante es que la situación tampoco tiene demasiada buena pinta a medio plazo, porque las lesiones de Llull no son noticia. Al contrario, desde su regreso de la rotura de ligamentos es cristal de bohemia: dos años lleva encadenando frecuentes bajas de varias semanas por problemas musculares, y eso este curso es un hándicap aún mayor viendo la dependencia del equipo. Por eso creo que es momento de que la sección se replantee la estrategia, aún está a tiempo, a casi un mes para la Copa del Rey. De que se sacuda la racanería y la autocomplacencia, y otee el mercado de bases (Mudiay sigue libre…) para tratar de afrontar con algo más de garantías estos seis meses. Seguramente sea predicar en el desierto, pero igual lo dejo por escrito, que al menos conste en acta. Todo lo demás nos condena a poner velas a la salud de Llull, a los milagros de último cuarto de Carroll y a la capacidad de resistencia de Tavares.
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