“Cuando el encuentro esté decidido, ya podía Laso conceder unos minutos a Chapu para que le despidamos”. Lo escuché en la grada minutos antes del segundo de la serie y me pareció un pensamiento atrevido, tras el nivelazo de Valencia en el primero. Se ve que alguno se dejó llevar por el apellido del rival y pensó que este año la final ACB sería un trámite para el Madrid, ante la incomparecencia del Barca y tras arrollar en semis a Unicaja, que traía hechos los deberes y se jugaba más bien poco. Error.
Lo dijimos el viernes y lo repetimos, Valencia atesora la resilencia de los grandes, ha sido con mucho el segundo mejor equipo español en la 16/17 y tiene de hecho más baloncesto que el Barcelona al que se le ganó la final hace ahora un año. Y ante un rival así necesitas hilar fino para ganar, y es precisamente lo que no hizo el Madrid en el segundo de la serie, con varios primeras espadas a setas y sin la sorpresiva aportación de Rudy esta vez para tapar costuras.
Tuvo además Laso una de esas tardes francamente desafortunadas en la dirección de partido y el reparto de minutos. Cuesta entender que prefiriese para el desenlace a Hunter frente a Ayón (boquete en el rebote defensivo en jugadas clave), igual que cuesta entender que Maciulis dispusiese de más minutos que Rudy, destacado 45 horas antes, y fuese el segundo tras Llull que más tiros lanzase, incluidos tres sonrojantes sacos de patatas en el desastroso comienzo del último cuarto. -13 el equipo en sus 13 minutos en pista… sobran los análisis, tomen nota en la planta noble.
El Madrid está jugando la serie de facto sin base reserva (Draper 0 minutos), situación que canta por solerares dado el blackout de Luka en la creación. En tardes así cuento los días hasta el desembarco de Campazzo. Y está jugando también sin ala-pívot titular. Suponemos que Randolph sigue lastrado por el dolor costal, por eso no ataca el aro y se limita a gili-tiros exteriores: 3/19 triples en playoffs y Thompkins de chándal. Sus 20 minutos por partido a este nivel son un lastre para el equipo, a sumarle el (esperado) repaso de Dubljevic a Ayón y ese mencionado apagón de Doncic, que sigue buscando la chispa perdida desde Estambul (probablemente antes).
Sin el concurso de esos tres primeras espadas a un nivel homologable el Madrid se convierte en un rival accesible y en el final igualado salió esta vez cruz, con varias canastas de bajo porcentaje de Valencia en el último cuarto (pienso en dos triplazos de Diot y una remanguillé de Dubljevic al final de una posesión), de esas que normalmente le han entrado este curso al Madrid, recordemos la Copa.
Quedaron los blancos encomendados a otra machada de Llull (22 puntos, casi todos forzando penetración) y a los alardes de testiculina de los viejos rockeros, Reyes y Chapu. La postemporada de Felipe es sencillamente magnífica, me quito el sombrero, entre semifinales y final acumula 15 de 16 tiros de dos, que lógicamente se reflejna en el cómputo del equipo, +7 en sus minutos en pista en el segundo, un partido perdido por 7. Nocioni también está de dulce de cara al aro, desprende confianza, aunque en su caso resta atrás, un agujero en defensa y rebote, como se demostró en la recta final, claro que con Randolph off igual compensa.
Queda ‘mucha final por jugar’, un titular a modo de lección que igual aplica a los triunfalistas del viernes que a los pesimistas del domingo. El Madrid ha ganado en sus dos últimas visitas a la Fonteta y, a poco que reaparezca algún primer espada, bien puede devolver la serie a Goya.