Y justo cuando empezábamos a dar el proyecto por finiquitado, después de tres meses de la peor crisis deportiva y extradeportiva de la era Laso, justo entonces, en el momento clave de la temporada, va el Real Madrid y levanta cabeza. Recordemos que había perdido 8 de los 10 últimos partidos de fase regular, la dinámica no podía ser peor. Resulta casi peliculero, como los combates de pressing catch que narraba Héctor del Mar, en que el favorito de la grada se recuperaba milagrosamente en la cuenta de tres y remontaba previo baile de San Vito. Una resurrección improbable y fulminante con el Maccabi Tel Aviv como víctima, un quinto clasificado de la fase regular Euroliga reducido a escombros. Todos los partidos ganados por doble dígito de diferencia, +50 acumulado, ahí es nada.
La victoria en el primero la pusimos en cuarentena, la más ‘ajustada’ y que se cimentó en un festival de triples (16/29) difícilmente repetible. Alegría pero cautela, que se viene de un atolladero y solo era un triunfo. Pero es que el equipo únicamente ha ido a más en la eliminatoria, consolidado ese formato de rotación más corta y funcional (dos jugadores por puesto), con roles mejor definidos, que resulta en una amenaza verdaderamente atomizada, no en la teoría sino en la práctica. Que se tome nota de cara a la configuración de plantilla del año que viene, menos puede ser más.
Si Causeur y Goss fueron los mejores en el partido uno, Poirier dinamitó el dos con una primera parte dominante, zampándose a Zizic-Reynolds, ¡26 de valoración al descanso! Lo holgado del marcador tuvo resaca en el tercero: Maccabi seguía un poco grogui y se vino mentalmente abajo cuando el Madrid estiró la renta.
Yabusele y Llull lideraron al equipo anoche. El francés ha cuajado una serie enorme, con esa extraña combinación suya de intensidad y buena selección de tiro (19/28). Parece haber visto las orejas al lobo y se ha puesto las pilas tras la multa por las farras, recuperando el nivel de enero, por el que se le renovó de larga duración como uno de los pilares del proyecto. El balear, por su parte, gozó de minutos extra en el tercero por los problemas de faltas de Goss y supo leer el partido, aprovechando las autopistas que dejó Maccabi para anotar en penetraciones en vez de ofuscarse en el triple. Terminó con seis canastas de dos, el techo de su carrera en la Euroliga, además de seis asistencias.
Conclusiones positivas

Viniendo del fango absoluto, las conclusiones de la eliminatoria no podrían ser mejores para el Madrid. Hanga y Goss recuperados para la causa como activos muy útiles, Yabusele y Poirier retoman su mejor versión y, lo más importante, todo el equipo vuelve a estar comprometido con la causa y remando en la misma dirección. Jugando como equipo, vaya.
Hemos dedicado ríos de tinta a analizar el socavón del Madrid estos meses, apuntando distintas causas, que si la edad del núcleo duro, la distribución de tiros y minutos, carencias en la confección de plantilla, etc. Seguramente todas están bien tiradas y contribuyeron pero al final la mejora ha coincidido con la colada de trapos sucios del vestuario. No es que unas farras de algunos jugadores expliquen semejante crisis, pero sí pueden ser la gota que colme el vaso y enrarezca el ambiente de vestuario. Marca menciona una comida de la plantilla en casa de Rudy el 15 de abril como punto de inflexión en la deriva. La «Conjura de la Barbacoa». Desde entonces, balance 5-0.
Thompkins y Heurtel han sido indultados, pero como no es que se les echase de menos mientras estuvieron apartados entiendo que Laso mantenga su apuesta por la rotación actual. De Randolph no esperamos casi nada ya, pero tampoco es que Trey en su estado fuese a aportar mucho más. Además está el comodín de Tortuga. Y la ausencia de Heurtel ha propiciado minutadas de Goss que, sin la sombra del banquillazo a cada error y alternándose con Llull, en vez de compartir quinteto, que se tendía a apocar, ha dado un stepahead que esperamos consolide. Tiene menos talento que el galo pero es más completo y regular.
Esta semana podemos detenernos un momento y contemplar cómo el resto se pelea por los otros tres billetes a Belgrado. El Madrid ha conseguido, y con nota, quizá el principal objetivo de la temporada, regresar al club de la aristocracia continental, tras la ausencia del pasado curso. No es el único objetivo, hay otros deseables y más o menos exigibles (finales nacionales y top4 en fase regular Euroliga), pero volver a la F4 era clave para dar sentido a un proyecto con semejante inversión.







La racha de derrotas (4 seguidas) se cerró oficialmente en Manresa el domingo, pero no la de mal juego, que se ganó con una versión pírrica. Faltaban, todo hay que decirlo, Randolph, Rudy y Mickey, que a veces nos pensamos que la plantilla es infinita y homogénea, y va a ser que no. El roster tiene 15 jugadores, pero los últimos 5 o 6 bajan bastante, en función de cómo esté Carroll, que ahora está mal. La dinámica negativa de juego la rompió el equipo ayer en Tel Aviv, primera jornada desde hacía 9 semanas con la plantilla al completo, desde el 22 de noviembre en Goya ante CSKA, para ser precisos.
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