Con 10 victorias seguidas cierra la fase regular ACB el Madrid, al que la eliminación europea y el ritmo de un partido a la semana definitivamente han venido como agua de mayo (y nunca mejor dicho) para recuperar sensaciones. No tendrá ventaja campo en una hipotética final ACB contra el Barca, pero a cambio se medirá en semifinales a Valencia con factor pista. Un Valencia que ha perdido 6 de los últimos 15 partidos y parece a priori menos competitivo que Baskonia, que además recupera en playoffs a Shengelia y Causeur.
Cuatro jugadores blancos terminan la liga regular en plena forma. Por una parte, los Sergios, a los que se vio desfondados en la serie ante Fenerbahce. Llull, 59 puntos en los últimos 3 partidos, mientras que Chacho enseña detalles de esa versión distribuidor que preferimos. Tremendo su récord ante Fuenlabrada, pero no fue flor de un día, ayer repartió otras 9 en Sevilla y termina el curso como mejor asistente de la competición.
El tercer activo en forma de la plantilla es Trey Thompkins, ‘renacido’ desde su partidazo en el Palau. Más allá de una actuación de acierto, parece haber entrado en la dinámica del grupo, lo que por cierto hace ahora dudar al club sobre su futuro. Ya no cantan tanto sus despistes en defensa y lo que ofrece a cambio en ataque es canela, unos porcentajes de tiro de campo desequilibrantes: 66% de dos y 57 de tres en temporada regular. Laso empieza a confiar en él, sobre todo desde que ha descubierto la pólvora alineándolo con Ayón, dos perfiles complementarios que se mejoran mútuamente. El mexicano es, ni que decir tiene, el cuarto de esos jugadores blancos que terminan la regular en forma, en su caso más bien como un cohete, valoración media 28 en los últimos 5 encuentros. También hay que acotar que en Sevilla sus pares (Balvin y Jordan) hicieron 31 puntos con 14/17 de campo.
Un pico de forma el de Ayón que coincide con las negociaciones para su renovación, quizá la operación de mayor importancia en la sección este verano. Llevan las partes meses en la mesa sin acuerdo. Mil variables complican una renovación que a primera vista pareciese de cajón. Ayón conoce la ciudad, habla el idioma y tiene más protagonismo del que tendría en ningún equipo que le pueda pagar las cifras que pide su agente, según me cuentan, entre 3 y 4 millones anuales, frente a los 2 en los que está plantado el Madrid. Contra el vicio de pedir, la virtud de no dar. Que sus números de las últimas semanas no nos confundan: el precio lo marca, no el rendimiento deportivo ni el compromiso, sino el mercado, la ley de la oferta y la demanda. Es verdad que el Madrid necesita a Ayón, pero no me consta por ahora que ningún equipo le ofrezca la salvajada que pide el agente. Por muy buena que sea su temporada y completo su juego, carece del bien más cotizado en el mercado de pívots, repertorio ofensivo en 1×1. Difícilmente firmaría semejantes números en otro sistema distinto al de Laso y sin los Sergios alimentándole.
Incluso en el improbable caso de que un club europeo ofrezca lo que pide el agente, ¿hasta qué punto estaría el mexicano, tipo casero y sencillo, dispuesto a mudarse a Estambul o Moscú por un puñado de dólares más? Yo no lo veo. La única variable por la que concibo que el mexicano pueda salir de Madrid no es dinero, sino una oferta de una franquicia NBA, que le permitiría sacarse la espina clavada de su primera etapa y, sobre todo, estar más cerca de su hijo, del que en varias entrevistas ha dicho que es su prioridad.

