Con la clasificación en la mano, aún quedan opciones matemáticas. Pasan al parecer por ganar los tres partidos y que no haya un triple empate a cinco victorias entre Jimki, Estrasburgo y Estrella Roja. Pero claro, para pensar en la segunda premisa hay que cumplir la primera, ese ganar los tres encuentros que restan, para lo que haría falta una revolución que me río yo de la bolchevique.
Con el corazón os diría que creo en este grupo que tantas alegrías nos ha dado, que siempre ha llegado lejos y dado la cara, que entenderá la gravedad del momento y se levantará. Es lo mismo que me he repetido a mí mismo antes de cada uno de los tres últimos partidos Euroliga, pero todos resultaron un calco del anterior. Desde un frío análisis baloncestístico, con lo demostrado en lo que va de curso, se me hace muy difícil que el Madrid gane al Fenerbahce y/o en Múnich la semana siguiente, un Bayern que por cierto el jueves asaltó Jimki. Resumiendo, estamos con pie y tres cuartos fuera de la Euroliga. Caer en primera fase, sin paños calientes, sería el mayor descalabro de la sección en una década.
El último naufragio fue en Belgrado, concediendo 94 puntos a un equipo que promediaba 71 y al que ganamos por 27 hace cinco semanas. Luego me detendré en algunos nombres, pero empiezo en la defensa porque es la clave, el motivo principal de la falta de competitividad. Somos ya la peor con cierta diferencia, 86.2 encajados de media, con los que no hace falta ser un lince para entender que no vamos a ningún lado. Y la defensa es colectiva. Faltan piernas, intensidad, compromiso, solidaridad y orden, y en esto último miro a Laso. No entiendo la falta de reflejos de no emparejar a Taylor con Miller en el tercer cuarto, cuando metió 12 puntos seguidos (todos en penetración o triples) que dieron la vuelta al partido, como tampoco entiendo que no hubiese ayudas para contener en el último parcial a Zirbes (10/12tc), al que hicimos parecer al Shaquile O’neal del año 2000. Para remate, con el encuentro en el alambre el Madrid concedió posiciones cómodas, canastas bajo el aro o tiros liberados desde la bombilla. Así es imposible.
Hay jugadores que parecen física y/o mentalmente agotados, algún tocado, pero básicamente tenemos al completo la mejor plantilla en cuanto a potencial y talento de la que hemos dispuesto desde que me alcanza la memoria, así que no hay excusas. A 28 de noviembre ya no cuela el síndrome FIBA o la falta de pretemporada. Solo Felipe y Nocioni tienen una edad como para que les costase más coger el ritmo, y tampoco es el caso. El capitán, como ya dijimos, marca menos diferencias en Europa, pero su nivel general de la temporada es homologable, mientras que el argentino (lamentable comienzo de curso el suyo) sí ha dado la cara en los dos últimos encuentros. La pintura respondió en Belgrado, fue la que nos mantuvo a flote, 53 puntos, pues Ayón y Thompkins rayaron también a buen nivel, al menos en ataque. Pero el juego exterior, donde al final triunfa o muere el sistema Laso, fue un erial salvo Chacho.
Nos lastra Llull, llamado este año a tomar el timón, tras su renovación millonaria y su asombroso final de curso pasado. Se le ve desfondado, sin chispa, y no me refiero principalmente al aspecto físico. Tiene 28 años y el Eurobasket terminó hace casi dos meses y medio, tiempo suficiente a esa edad para recuperar la forma y la dinámica. Toma muchas malas decisiones y elige mal sus tiros (4/21 de campo en los dos últimos partidos Euroliga), un contraste brutal con su versión de la temporada previa, potencia bajo control. Le recetaría una escapada a un balneario sin internet, televisión ni baloncesto.
Quien lea este blog hace tiempo sabrá que he defendido siempre a capa y espada a Rudy, restando por ejemplo importancia a sus gestos a veces poco deportivos cuando el establishment le sometía a un consejo de guerra público. Le defendía porque veía compromiso y rendimiento, porque incluso cuando no le entraban los tiros sumaba en ambos aros, en todas las facetas del juego. Pero a estas alturas sería de necios negar su decadencia, si le comparamos con el jugador que regresó de América y que se paseó por Europa en su primer año y medio de blanco. Es un superclase, el mejor pagado de la historia de la sección, y me jode ver cómo cae en la intrascendencia, eludiendo responsabilidad escondido tras los Sergios y unos supuestos problemas de espalda de los que solo nos acordamos cuando juega mal. Tocado estaba en semifinales y final del Eurobasket e igual aportó, de una manera u otra. En Belgrado restó. No estoy negando que haya una limitación física, pero veo también una cuestión de actitud e implicación. Tiene el contratazo, se casó en verano y colectivamente ya hizo cima el curso pasado, se está aburguesando.

