
Siempre me lo encuentro entre los trending topics de Twitter cuando juega el Madrid. Estamos en noviembre de 2020 y Llull continúa siendo el tema de debate favorito de la parroquia blanca. Unos le veneran como ejercicio de nostalgia de sus mejores años, porque es más majo que las pesetas (que lo es) o en agradecimiento por su fidelidad al club, acríticos con los lunares de su rendimiento actual. Unos cuantos le tienen hasta de imagen de avatar o perfil, así, a calzón quitado.
Luego están los fatídicos y los catastrofistas, incapaces de ver grises, que como Llull ya no es ni será el que fue pues hay que correr a enterrarle, por los delitos de una selección de tiro (a veces) mejorable y un salario que firmó cuando era el mejor de Europa antes de romperse la rodilla. Un contrato, recordemos, que expira dentro de ocho meses, momento en que se le podrá renovar a la baja, por su valor actual de mercado, liberando un saco de masa salarial para la necesaria renovación del backcourt.
El segundo credo, el de agoreros, debe estar hoy de enhorabuena, que se ha cascado un -12 de valoración contra Fuenlabrada. “Ya lo dije”. Particularmente me parece anecdótico, el partido se acabó ganando, de hecho con cierta holgura al final, y Llull viene de ser importante (que no protagonista) cuando calentaba el sol en victorias apretadas esta semana en Bilbao y Kaunas.
Porcentajes y tipos de tiro
Me tenéis que perdonar pero no me identifico con ninguna de las tribus urbanas sobre Llull. Sus “pedradas” y negativos no me despiertan instintos bajos, los veo como un peaje anecdótico, en lo que me fijo es en su porcentaje de acierto y su selección de tiro, este curso más homologables si hacemos la vista gorda al espanto de hoy. Tengamos en cuenta que, en lo que a porcentajes de escoltas se refiere, estamos bastante mal acostumbrados con Carroll…
Los porcentajes de Llull varían de forma particularmente dramática según el tipo de tiro, a saber: bastante altos cuando lanza de tres según recibe, a pies parados mirando al aro, altos en tiros de dos desde la bombilla, dejándose ligeramente caer pero sin perder el equilibrio, y paupérrimos en triples tras bote y en escorzo, la “mandarina”. Una jugada icónica para afición y prensa (cuando entra) pero estadísticamente ruinosa y que por ello conviene evitar. Un recurso de final de posesión del que abusó a su regreso de la lesión, cuando estaba físicamente para el arrastre, que aún se sentía estrella, jugaba de base y se le apagaban las luces en estático.
Por eso me gusta la reconversión a escolta full time por la que ha apostado Laso este curso con él, un rol similar al que desempeña en la selección con Scariolo. En ese parece que vuelve a sumar tras dos años nefastos, ahora como actor secundario y factor X, asumiendo cierto volumen tiros pero botando mucho menos. Aún tendría que ganar en regularidad, muy asociada al físico, pero quiero ver el vaso medio lleno y esta versión me parece razonablemente útil y esperanzadora, sí, pese al patinazo de hoy.

Nunca he compartido ni entendido la inquina de buena parte de la afición blanca hacia Ante Tomic, a quien en ocho años en el ‘eterno rival’ no se le ha escuchado una mala palabra o exabrupto hacia el Madrid, y mira que le han puesto como un trapo. Una inquina, por cierto, construida en buena parte sobre un chascarrillo intencionadamente malinterpretado, aquello de «me voy para ganar títulos», frase que llevan años echándole en cara y que en realidad nunca dijo así. Me explico…
Hemos sabido hace unos días que Doncic inscribió su nombre a última hora en el draft de la NBA, es decir, lo esperado. Tiene hasta el 11 de junio para echarse atrás, también podría ser elegido pero posponer su marcha, incluso podría ser abducido por extraterrestres, y tendríamos un caso para Mulder y Scully. Por poder, pueden ser muchas cosas, pero su marcha es con mucho la más lógica y probable, porque cada año más tarde que se marche a la NBA es un año más tarde que terminará el contrato de rookie y firmará EL CONTRATO.
Escucho en las últimas horas preocupantes rumores de diversa fiabilidad que apuntan a la salida de Trey Thompkins, que termina contrato en verano y al que el Madrid, cito textual, «sacrificaría». La fábula no termina aquí, según la misma línea argumental, saldría «para hacer sitio a Shengelia», que vendría en pack de dos, como los yogures,
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