
El Real Madrid tiene al Barca grogüi en la final ACB, cerquita del KO técnico. Cualquier duda que pudiese haber despertado la derrota en el segundo, apretado y polémico, quedó despejada este viernes, otro baño en las mismas coordenadas del partido uno, despliegue de físico y determinación, como si toda la plantilla se hubiese caído en una marmita de Red Bull. La afición respondió al toque de corneta y Goya vio el mayor lleno desde que empezase la pandemia, 11.800 espectadores, y eso que las entradas costaban un ojo de la cara. Nada tiene el poder de convocatoria de una buena final polémica con el Barca de por medio.
El Madrid, pese a las bajas y a lo heterodoxo de la rotación, está a día de hoy en una dinámica competitiva dos marchas por encima del FCB. Rotación corta, intensidad y concentración en los detalles. Dando un paso atrás, pareciera que el primer partido de esta serie se jugó en la F4, que algo hizo click en aquella semifinal y se le salió la cadena a los azulgrana. El RM perdió la final pero se llevó de Belgrado un chute de confianza que asentó la recuperación y que aún le dura.
Este era el año del FCB para ganar la Euroliga, se le había quedado a huevo, por méritos propios y circunstancias ajenas, la culminación de un proyecto ambicioso y de corto plazo, el que armó Bertomeu. Debían verse muy favoritos (lo eran) y la derrota les hizo saltar las costuras, y tampoco parece Jasikevicius el técnico con más mano izquierda para reconducir vestuarios. Mirotic está muy solo, sus teóricos mariscales, Brandon y Higgins, juegan como si el club les debiese dinero, si es que no se lo debe de verdad.
Y claro, si te cruzas con dudas a este Madrid cual tren de mercancías lo probable es que salgas arrollado, como está siendo el caso. La serie marcha 2-1 pero las sensaciones hablan de una distancia mayor, que los blancos llevan por delante en el marcador como 110 de los 120 minutos jugados. Tampoco hicieron falta milagros en el tercer partido, el acierto de hecho fue discreto, 6/25 triples y más pérdidas que asistencias (11 a 12), pero es que dispusieron de 18 posesiones más, fruto de cargar el rebote y lanzarse como energúmenos a cada balón dividido. Actitud y energía, imposible no sentir orgullo del carácter de este grupo.

Y si un jugador lo está representando por antonomasia es Gabi Deck, soldado universal de la rotación de Chus y diría que uno de los candidatos a MVP como la final termine el domingo. Es increíble la fé con que ataca el aro o cómo caza cualquier melón de pase que le lanzan desde el poste alto cuando gana la posición. Terminó con 14 puntos, 5 rebotes y 3 robos. Hanga, el otro hermano de los Cemento Brothers, son bonos suizos del Estado. Mirad lo que os digo, puede que por regularidad y rendimiento en ambos aros sea el mejor base que hemos visto este año de blanco en Goya. Y ya manda narices, porque no jugó ni un minuto en ese puesto hasta la serie contra Manresa ni el año pasado en el Barca, que Saras prefería a Bolmaro de base de circunstancias.
Yabusele es otro de pura energía y candidato a MVP (promedios de 12 puntos y 10 rebotes), definitivamente le ha perdido el miedo a Mirotic, que no el respeto. Causeur, por su parte, recuperó sensaciones tras el apagón en el segundo partido, que le secó Calathes. 13 puntos en el tercero, incluidas dos canastas valiosas en el único amago de remontada azulgrana creíble, cuando se acercó a cinco puntos en el tercer cuarto. La serie no está terminada y convendría cerrarla el domingo, aprovechar el viento a favor. Mi humilde sensación es que a velocidad crucero, como subía Induráin los puertos, es decir, si no sucede nada fuera de guión (más lesiones, escándalo arbitral, etc) o Jasikevicius logra una catarsis en 48 horas, la final no verá la semana que viene.
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