De lejos su mejor actuación de la temporada, y en qué momento. Firma Rudy su techo anotador este curso, 19 puntos, 16 por encima de su media en playoffs, decisivos en la trabajada victoria blanca en el primero de la final. Decisivos de por sí, pero sobre todo por llegar fuera de guión. Hace dos años los entrenadores marcaban aún en rojo su nombre en la pizarra pero Rudy ha envejecido regular y caído en la intrascendencia ofensiva (en defensa aún es un factor). En esa pizarra en 2017 está Doncic, desaparecido en el primero, de ahí la importancia de Rudy como contrapeso.
Alternó triples de sentido común con penetraciones, sin ningún gili-tiro de cinco metros dejándose caer, esos que tanto nos han exasperado toda la temporada. «Cuestión de roles y de sensaciones», explicó después a Milena, unas sensaciones que cambiaron al enchufar los dos primeros tiros que lanzó, triples. Terminó con más canastas (7) que en los seis anteriores partidos de playoffs juntos (6). No espero que esta actuación marque el comienzo de un resurgir, hacen falta muchos de estos para creer a estas alturas en una vuelta del Vellocino. Pero aunque quede solo en fogonazo, igual es uno la mar de valioso y bienvenido.
Claves en el triunfo blanco resultaron también otros dos secundarios. Mechitas Taylor, 12 puntos, continúa su buena línea en playoffs y apuntala sus oposiciones a renovar, dejando en evidencia a un Maciulis hace tiempo desdibujado. El otro outsider fue Felipe, que en ACB sigue siendo un ventilador, 11 puntos sin fallo y 6 rebotes, tapando las vergüenzas a un desacterado Randolph, 3/18 triples en post-temporada. Llull ejerció de jugador franquicia (20pts) y, aunque ha visto mejores tardes al timón, supo leer la debilidad rival, atacando con penetraciones a Vives, tocado del tobillo, y a Diot, cargado de personales en la recta final.
Con todo sufrió el Madrid, y es que no juega solo. Valencia mostró la resilencia de los grandes, de justicia en esta final, el segundo mejor del baloncesto español esta temporada de blackout azulgrana. San Emeterio es un competidor de bandera, Diot en forma ve el baloncesto en technicolor (9 asistencias) y sus interiores subieron 7/11 triples, un recurso difícil de defender. Una final vistosa y de gran nivel.
Con una victoria de oficio sella el Madrid por la vía rápida su pase a otra final ACB, camino del tercer doblete consecutivo, lo que nadie ha hecho nunca en el basket español. No se descompuso en el arranque, pese al desacierto propio y al predecible arreón local ante su público (8 abajo, min 16), y en la segunda mitad el encuentro cayó como fruta madura, desde la defensa.
Con una atronadora lección de baloncesto en el segundo de semis (+29) despeja el Madrid parte de las dudas surgidas tras la F4 y se reafirma como gran favorito a la ACB. Es el primera actuación redonda del equipo desde Estambul, porque en cuartos se promediaron muchos puntos pero no necesariamente por méritos propios, que Andorra defiende de aquella manera.
«Puedo parar el partido, colapsar a tres defensores sobre él, pero cuando coge la moto… es puro talento, entre todos hemos creado un monstruo», dijo resignado Joan Plaza, su primer entrenador en el Madrid. No era para menos, lo ganó Llull solito, una expresión algo exagerada a veces, típico recurso periodístico para personalizar el titular y hacerlo más vendible, pero que sí resume este primero de semifinales: 28 puntos, 6 asistencias y 5 rebotes en un duelo a 65/70 puntos. Es la misma competición pero pareciera otro deporte, si contra Andorra todas las jornadas eran de puertas abiertas (el Madrid promedió 93), ante Unicaja espera una serie de cemento, en la que cada canasta es un triunfo, de ahí el valor añadido de esos números del menorquín.

Llega el Madrid con la gasolina justa al final de temporada, todo lo contrario que la pasada, que fue siempre a remolque pero recuperó cadáveres a tiempo para salvar el curso con doblete. Pese al festín del primer partido ante Andorra, la clara derrota en el segundo (tremendo repaso en el 3º cuarto) aviva algunas de las dudas que despertó la F4, la más llamativa el boquete en la defensa interior.
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