
Llegó en el momento justo de cocción, con 24 añitos y en plena ebullición. Cualquiera que viese un puñado de partidos de Valencia el curso pasado sabía que era El Fichaje. Lo que no impidió que se levantase algo de murmullo en la parroquia por el precio de su transfer (1.5M) en el contexto de contracción económica. Pero ya sabemos que Valencia no vende barato, no le hace falta, con esos 25 millonacos anuales de presupuesto. la operación Abalde era un ‘ahora o nunca’: el próximo verano hubiese sido aún más difícil (caro) sacarle de la Fonteta, porque al entrar en escena el derecho de tanteo el Madrid dejaría de tener la sartén por el mango.
Y el club quería al gallego como eje de la operación para rejuvenecer la columna vertebral de la plantilla, así que pasó por caja. Una de esas inversiones estratégicas que, cuando las veamos con la perspectiva de los años, nos parecerá un chollo, si es que no nos lo parece ya. Añadir un referente joven nacional al equipo no tiene precio, además no es el tipo de fichajes en los que escatime Florentino, más rácano cuando se trata de perfiles menos populares entre el aficionado intermitente.
Impacto súbito
Y el impacto de Abalde está siendo inmediato, por encima de las expectativas. En menos de tres meses de competición y con solo 24 años (25 desde ayer) se ha convertido en la principal referencia de este coral y sobrepoblado juego exterior blanco, de leyendas y viejas glorias. Y se ha ganado cada peldaño que ha subido. El primero, la confianza de Laso desde pretemporada, a la que llegó como un toro de lidia. Sabíamos de su polivalencia y ortodoxia técnica, pero no de su nivelazo defensivo, que le sitúa tras Taylor como perro de presa de referencia en las alas blancas. Y eso con Laso significan minutos
En ataque le ha costado un poco más creérselo, asumir el trono al que está llamado. En comparación con sus compañeros de puesto, con mucha mili a las espaldas, el gallego parecía tímido y apocopado, demasiado generoso, formalito y disciplinado. Pero la marcha de Campazzo ha acelerado el reloj dinástico y ayer en OAKA le llegó la hora. Con el Madrid cortocircuitado en el último cuarto, en sus peores minutos del último mes, con Laprovittola haciéndose de nuevo el harakiri (…) y el Llull más espeso de estas semanas post Facu, Laso se jugó las prórrogas con Abalde a los mandos. Y este dio el paso, vaya que si lo dio. Su capacidad para generar desde bote en estático, por físico y por fundamentos, fue un haz de luz en medio de la oscuridad. Sumó 13 puntos y 3 asistencias en los 10 minutos de las dos prórrogas, sencillamente soberbio. Su primera actuación verdaderamente estelar de blanco, no por los números, que también, sino por el momento de partido, el liderazgo y la sensación de superioridad que transmitió.
Disculpadme por insistir, pero es que lo veo clarinete: asistir a la eclosión del gallego como estrella del basket continental me parece la mayor motivación como aficionado del Madrid para esta temporada tan atípica. Esta navidad cambiamos el Fernet por albariño.
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