
Advierto, antes de arrancar, que este intento de crónica se circunscribe a los primeros 35 minutos de partido. Después, lo confieso, cerré la tapa del ordenador y me abracé a Morfeo. Se me escapa el motivo de agendar un partido de baloncesto un lunes a las 22h de la noche, como no sea para animar a la prole a dejar ya puesto el lavavajillas en horario valle de tarificación eléctrica.
Dicho lo cual, el Madrid pasó por encima del Gran Canaria, cuyo triunfo ha sido clasificarse para playoffs en un año tan turbulento. La bronca anoche entre Albicy y Balcerowski es el último episodio del sainete. Tres minutos aguantaron los insulares en partido, después llegó un parcial de 24-0 que convirtió el resto de la velada en un mero campo de pruebas. Y en ese destacaron los fichajes de mitad de curso…
Alex Tyus se ha puesto las pilas, es oficial. Aquello de que llegaba en forma cuando fichó por el Madrid porque venía de estar jugando se ha demostrado una milonga: ha necesitado meses para alcanzar un pico de forma física y entrar en la dinámica exigente y competitiva propia de un equipo Euroliga, que se parece a la de Galatasaray como un huevo a una castaña. Con esto no quiero decir que Tyus se haya metamorfoseado en Kevin Garnett, sino que nos puede hacer un apaño en playoffs jugando como ala-pívot junto a Garuba. Su posición natural, pese a sus 203cms, es la de pívot, acorde a su escasísimo rango de tiro, pero alinearle de 4 es la solución de circunstancias que se ha sacado Laso de la manga ante la baja de Trey, Randolph y la fuga de Tortuga.

Tácticamente es un giro de 180º. Pasar de tener el puesto de ala-pívot con mejor tiro exterior de la Euroliga a tener seguramente el peor, eso sí, con más defensa y rebote. Son las cartas con las que nos ha tocado jugar el final de esta temporada tan aciaga… El último bache es el positivo por covid de Abalde y Felipe, que se perderán al menos la mitad de estos playoffs de formato recortado. Lo del capitán resulta deportivamente intrascendente, pero lo del gallego no: otro palo en la rueda de este curso aciago en lo que a salud se refiere.
La otra incorporación de mitad de curso que brilló anoche, como todas desde que llegase, es Vincent Poirier. Un recordatorio de que cuando te gastas los cuartos y fichas jugadores contrastados normalmente rinden acorde. No jugó ni un pimiento en sus dos temporadas NBA, pero se ve que tampoco desaprovechó el tiempo o se dejó llevar. Físicamente está primoroso y ha mejorado técnica respecto a cuando salió de Baskonia, que ya era un gran jugador. Ha incorporando un tiro de media distancia realmente fiable, solo hay que verle en las rondas de calentamiento o sesiones de tiro, es una máquina de repetición desde 5 metros. Un recurso interesante para, tal vez, hacerle coincidir con Tavares más adelante en playoffs, cuando la carretera se empine de verdad.
Una vez el caboverdiano se ponga en forma, que anoche se le vio todavía renqueante, está llamada a ser la mejor pareja de pívots de la Euroliga en un lustro, el equivalente al Micic+Larkin de la pintura. Las Torres Gemelas de Fuente del Berro. Una pena que el puesto de pívot no sea tan intercambiable ni decisivo como el de base en el basket actual. De todas formas, son un pepino se mire como se mire, la piedra alrededor de la que construir un equipo para volver a la F4. Después de haber tenido atado Zizic y haber tanteado a Hernagomez, Reynolds o Booker (jugadores interesantes pero de una dimensión inferior), la suerte nos ha sonreído esta vez en el mercado, poniendo a Poirier a tiro a mitad de curso, coincidiendo en tiempo con la marcha de Tortuga y el chute económico que dejó en caja. Un fichaje estratégico, de 27 años, comunitario y ya espantado de NBA. Un motivo para la ilusión en este año aciago.
Es difícil sacar adelante un partido a domicilio en Euroliga con tan poco como el Madrid ayer en Gran Canaria. Puede verse el vaso medio vacío, que al equipo le sentaron mal las uvas y ha empezado el año empachado. Sobre todo Facu, acelerado en la dirección y desacertado en el tiro tras su exhibición en Vitoria. La derrota del domingo en el derbi madrileño escuece más por el rival que por sus consecuencias en el devenir del curso. Molesta también por la pachorra atrás, 93 recibidos de un equipo que promedia 79. La mejor defensa de la Euroliga es sólo la quinta en ACB, hay profundidad de plantilla como para exigir un poquito más de compromiso, aunque sea por higiene estética.
Trabajadito fue el segundo triunfo blanco en semifinales, que cuando el doctor Tavares no pasa consulta todo cuesta un poco más. Granca ajustó líneas para contener su impacto, tras la ventresca del domingo, y el caboverdiano ayudó con alguna que otra falta innecesaria. En su lugar brilló Ayón (7 rebotes, 5 asistencias y 4 robos), al que casi habíamos olvidado en papel protagonista. El partido se llegó a poner tontorrón mediada la segunda parte, 7 arriba los canarios minuto 28, pero despertó entonces el Madrid tras un tiempo muerto, parcial 13-0 con picos de gran basket, cuando Llull coincidió en pista con Luka y pudo delegar las labores de dirección.
Hace unos días Laso definió como 
Sin necesidad de grandes alardes, imponiendo la ley de la mejor plantilla, sea en el final igualado, ante Unicaja, o al tran trán, ante Tenerife, se planta el Madrid en la final de Copa, a sólo un partido ya de su quinto título consecutivo. Lo que viene siendo una dictadura. Sacó adelante la semifinal sin apuros pese a un lamentable primer cuarto (11-19), al apagón de Facu, tras su masterclass en cuartos, y a la nula fluidez del colectivo en la circulación, sólo 5 asistencias en 40 minutos.
Desconvocada la ‘huelga’ ABP (¡sorpresa!), a la que veréis que he dedicado tantas líneas como cero, exactamente lo que me preocupaba, procedo a cascar de lo que procede, de la Copa. Este año
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