El reprise de la Chusoneta: así fue la reconquista de la Copa

La Copa del Rey regresa a las vitrinas blancas después de tres años de sequía. Y con ella da continuidad el Madrid a su temporada redonda, líder en solitario por partida doble y campeón de todo lo jugado hasta la fecha (Supercopa y Copa). Un título, de paso, para despejar dudas de los agoreros y antichusistas, que increíblemente aún quedan, y no pocos, que corrieron a ver un patrón en las derrotas puntuales de enero y febrero, el comienzo de un declive. Y no, simplemente el equipo había bajado de marcha, economía de esfuerzo. Se relajó un poco y notó las lesiones, los avatares propios de este calendario disparatado. Y por el camino la Chusoneta perdió la imbatibilidad, se volvió terrenal. Tan mal nos había acostumbrado, que a algunos les parecía casi intolerable ganar ‘solo’ el 75% de los partidos sufriendo a veces.

Llegó Málaga y con título en juego el Madrid subió de marcha, despejó las posibles dudas de un plumazo: será terrenal pero también el mejor equipo del continente, lo es desde hace ya unos cuantos meses. Como prueba la propia Copa del Rey, la paliza al Valencia en semis y la victoria en la final, en duelo de poder a poder contra una versión muy seria del segundo clasificado de la Euroliga.

Whatever works

Una final, desde la perspectiva blanca, marcada por la estrategia de Chus Mateo, diría que un poco sorprendente, porque no lo habíamos visto antes, de reducir la rotación a su mínima expresión. Una heterodoxia con premio, que las finales están para ganarlas, no son territorio para el equilibrismo de egos y el buenismo. Para eso tiene ya muchos partidos el calendario. Tavares y Mario, dos de los referentes del equipo, se quedaron en minutajes bajitos (17 y 11, respectivamente). Y las cuatro viejas glorias directamente ni pisaron la pista en la segunda mitad, a excepción del minuto final de la basura en que compareció Llull.

Esta versión tan noventera y balcánica de Chus recuerda un poco a la de la Final Four, de 40 minutos en zona, whathever works. Claro que aquel tenía mucho de recurso desesperado, que estaba el equipo en cuadro por las bajas. Sea como fuere, CM debió sentir que el quinteto con Facu, Musa, Deck, Yabu y Poirier hizo click. Le estaba funcionando, adaptó sobre la marcha el plan de partido y lo mantuvo en pista más de lo previsto. Se la jugó y le salió bien. Se cascaron la segunda parte casi entera y acabaron abrasando al Barca. La química que surgió entre ellos pudo más que el cansancio.

Si alguien se ofende por este reparto de minutos, honestamente, que coma ajos, que la 29ª está en casa. Muchos están señalando a Hezonja, seguramente menos participativo que en otras celebraciones. Se retiró el primero al vestuario, en cuanto recibió el título, y declinó hablar con prensa (Ajero).

En un vídeo que ha publicado Movistar aparece nervioso en el vestuario, hablando con el utillero, cabreado porque sus compañeros sigan celebrando el título con sus familias en el parqué. Se le escucha algo como: «Hemos venido, hemos hecho lo que teníamos que hacer y nos vamos a casa. ¿Es que nadie quiere ir a Madrid? ¿Qué hacen, dónde están?».

Por otro lado, esto me cuenta por Twitter un usuario que asistió en directo a la final: «(Mario) estuvo a punto de llorar del cabreo que tenía. Cuando Herreros intentó hablar con el (después de intentarlo varios compañeros y responsables) movió la cabeza negando y hablándole muy enfadado. Su pareja (la de Mario) le dio la gorra de campeones a un utillero»

A la hora que actualizo este post, 15:37h del lunes, aún no ha publicado absolutamente nada en sus redes sociales sobre el título. Sorprendente siendo el jugador más activo y prolífico de todo el equipo en Instagram y Twitter, que le suele faltar tiempo para compartir stories a cholón tras cada partido.

La mejor versión de Yabusele

El reparto de minutos en la final es una excepción y no la norma, Hezonja es de los que más juega y de más tiros dispone habitualmente. Seguro que hubiese preferido disponer de más tiempo en pista, máxime cuando rayó a gran nivel en lo poco que jugó. Pero tampoco es ningún niño caprichoso, como algunos insisten en caricaturizarle desde su etapa en el Barca. Ha madurado, ya demostró bastante paciencia el año pasado, hasta que Chus encontró un rol para él. Es un profesional con experiencia como para entender que el equipo está por encima de los jugadores y que las finales están para ganarlas. No seamos simplistas: si finalmente no renueva, que está por ver, no será por el minutaje en la Copa sino porque quiere mucho a Panathinaikos y le ofrezca más.

Su banquillazo responde estrictamente a la estupenda actuación de Yabusele y Deck, con los que comparte puesto. Es el riesgo propio de habitar una plantilla de tanto lustre. Del argentino podíamos esperar minutada y rendimiento: perezoso en fase regular pero el primero al toque de corneta cuando se acercan los títulos. En concreto resultó clave en los minutos más delicados, cuando el FCB amenazaba pelota de break.

Sorprende algo más lo de Yabusele. No contaba mucho, lo confieso, con esta versión tan consistente, seleccionando sus tiros con esta responsabilidad (5/7), tan comprometido en defensa y rebote (9). Uno de sus mejores partidos en el Madrid hasta la fecha, sino el mejor, me da igual lo que diga la estadística. Deberíamos ir enterrando el relato de que resta al equipo más de lo que suma. Tiene días mejores y peores, pero el potencial es evidente y en la final de Copa lo demostró. Diría que el jugador que sale más reforzado.

Porque Poirier no necesita ningún refuerzo, su temporada es de sobresaliente y la Copa del Rey la consecuencia. Campazzo firmó un gran torneo, clave el jueves contra Murcia y sostén de la generación desde bote. Pero el MVP era para mí Poirier. El más valorado esta semana (22.3 de media) y de largo el mejor de la final (32). Está finísimo, llega a todo en ambos aros. Contuvo la producción de Vesely (cuyo tiro de media distancia es un martirio para Tavares) y se comió a Hernangómez cuando coincidieron en pista. Informaba Encestando hace unos días de que el Madrid ya ha iniciado contactos para su renovación y que hay «optimismo», que el jugador galo parece «receptivo». Solo digo: dense prisa.

La enseñanza que saco de esta Copa es que confiemos un poco más en el proyecto y en Chus e hiperventilemos un poco menos con cada derrota en fase regular. Mientras el Madrid mantenga bloque y la salud respete, los títulos van a seguir cayendo como fruta madura. No todos, pero no pocos. Disfrutémoslo mientras dure y valorémoslo como merece.

Solo con la defensa no alcanza

Podemos bajar al detalle, ahora lo haremos, pero no deja de ser una nueva derrota contra el Barca, y nos estamos acostumbrando, como si de un hábito se tratase. Cuarta consecutiva, nada menos, y esta vez con título en juego. Se compitió al menos, que ya es un avance tras la reciente humillación en Goya. Con eso nos conformamos ya…

Laso hizo los ajustes defensivos que reclamábamos para que hubiese partido, lo llevó a su territorio, el de baja anotación, donde este Madrid de barro y músculo tiene más chances frente al Barca. Tanto así que los blancos mandaron en el marcador 35 minutos y se llegó empate al último minuto: lo hubiésemos firmado con los ojos cerrados hace una semana, que andaba el equipo hecho unos zorros, pero dado el desarrollo del torneo y del partido la derrota pica, un remar para morir en la orilla.

En el cara o cruz la Copa se escapó en dos fallos de Tortuga Deck, una falta innecesaria a Mirotic en defensa primero y una bandeja fallada en ataque después. Cuando te juegas una final en los últimos cinco minutos, como hoy, no importa la profundidad de plantilla, el punto fuerte de este Madrid, sino la categoría de los primeros espadas. Porque tres buenos reservas no te hacen un buen titular.

Duelo de banquillos

Igual que destacamos el repaso de Saras a Laso en los últimos Clásicos, es de ley reconocer que pese a la derrota la batalla esta vez fue del vitoriano, dejando en 64 puntos a un equipo que promedió 105 entre semis y cuartos. Sí, se puede ganar el duelo de banquillos perdiendo el partido, seamos adultos: la defensa es el segmento de juego en el que más capacidad de influir tiene el técnico. Y hablando de retaguardia, ojo a Jeff Taylor, que que todas las porras asumen su salida en verano pero lleva un 2022 estupendo y hoy fue el mejor del equipo, descomunal su trabajo atrás secando a Lapro.

El problema para el Madrid en la final fue que el baloncesto se sigue jugando a dos aros, hace falta anotar y la plantilla, con todo lo larga que es, va justa de recursos ofensivos, sobre todo en el backcourt. ¿Qué os voy a contar a estas alturas que no sepáis? La baja de Causeur no ayudó, claro que al Barca le faltaba Higgins. Puedes defender como perros, pero con 59 puntos anotados y 7 asistencias por 17 pérdidas resulta difícil batir a un equipo de élite. Los 14/26 triples del sábado a Tenerife se demostraron un espejismo, en la final 4/23.

Dos peros le pongo a Laso, eso sí. Me sobró algún minuto de Yausele, que sigue negadito contra el Barca: una canasta en 26 minutos y cero mordiente. Su temporada es muy buena, burguesía continental, pero no le consideraré una estrella hasta que no brille también contra el mejor rival.

Y me sobraron los minutos de Llull de base en el último cuarto, que penalizaron mucho al equipo, a los números me remito: -5 de valoración, 0/5 triples y -10 el equipo en sus minutos. Tengo la sensación de haber escrito esto mismo ya demasiadas veces. No llego a entender que en 2022 sigamos insistiendo con el balear al volante en tramos clave de partidos decisivos. Sin ir más lejos, la fórmula de Abalde como base había dado buenos frutos en el primer cuarto, pero es llegar los minutos de la verdad y Laso aferrarse a los clásicos. Y luego está la ausencia de Nigel Williams-Goss por el overbooking de extracomunitarios, un hándicap en competición nacional. Escribiré más detenidamente sobre el tema esta semana, porque tiene miga, pero creo que su descarte habla aún peor de Randolph, al que Laso ha puesto una cruz que obliga a convocar a Trey, que del propio NWG.

Garuba y Llull enseñan el camino a la final

El Madrid está en la final ACB, así dicho puede sonar a poco, lo esperado, lo que se viene repitiendo desde hace años. Pero este no ha sido un año normal, sino uno accidentado, de fugas y lesiones, con una plantilla coja, de retales, abuelos y júniors.

Y en estas circunstancias llegar a la final ACB era el objetivo, el exigible, el mínimo que marca el aprobado del equipo en el curso, igual que lo fue clasificarse para top8 Euroliga o para final de Copa. En años previos esos objetivos pasaban por llegar a F4 y revalidar título ACB, pero la vida ha dado muchas vueltas en el Madrid el último año, no siempre para mejor, y ha tocado reajustar objetivos. Hoy celebramos esta clasificación como un triunfo.

Visto en perspectiva, hubiese supuesto una pena quedarse fuera de la final ACB tras semejante fase regular. Ahora bien, el tercer partido de semis fue un parto, dominado por los blancos, sí, pero nunca llegó la ventaja a doble dígito como para soltar esfínteres. Y no llegó porque Valencia es un equipo notable, un hueso. Sí, lo es pese a que su curso deje cierta sensación de oportunidad perdida, con el presupuesto más alto de su historia (24,7 millones) y una plantilla de quilates, pero fuera del top8 y de la próxima Euroliga por una cagada en casa contra Olympiakos, y fuera de la final ACB eliminado por un Madrid en cuadro.

El regreso de Llull

Un Madrid en cuadro… pero que ayer recuperó a Llull. No porque estuviese completamente recuperado de su enésima lesión muscular, sino por sus cojones serranos, porque forzó para jugar. No se le esperaba hasta la final, con suerte, pero ayer se vistió de corto para dar un balón de oxígeno al equipo, que solo con Alocén y Núñez no alcanza ante rivales Euroliga, como quedó bien claro el martes en la Fonteta. Son las cosas que tiene Llull, esta fe inquebrantable y un compromiso a prueba de bombas, por las que le queremos tanto aunque también nos haga sufrir a menudo.

Metió algunos tiros valiosos, repartió 5 asistencias y dirigió con un aplomo que a Alocén todavía le falta en duelos de estas alturas. En descargo del maño cabe puntualizar que jugó tocado. Sea como fuere, y dada la exigencia e igualdad del partido, queda la sensación de que sin la reaparición sorpresa de Llull el finalista sería Valencia.

La mera presencia del balear imagino que desbarató los planes de Ponsarnau, de volver a cargar el ataque sobre el puesto de base blanco, castigando el flanco débil: las piernas cansadas de Alocén y la bisoñez del júnior. Puede que Llull haya tenido alguna actuación mejor este curso, pero seguro que ninguna tan valiosa. Fue la de ayer sin duda su mayor contribución al equipo esta temporada.

Usman se estrena como clutch

Pero la estrella fue Garuba, una vez más, y van ya varias en los dos últimos meses, sobre todo en partidos importantes, pregunten al Efes. 16 puntos, 14 rebotazos y esa hiperactividad marca de la casa que condiciona el juego en ambos aros. Un triple por aquí, una ayuda defensiva, el primero que abre los contraataques, un cambio de emparejamiento… son muchas cosas las que aporta y no todas aparecen en la estadística. Para colmo, ayer encima fue el mejor en la recta final, con seis puntos en los dos últimos minutos.

Es brutal el ritmo al que crece su influencia en el juego semana a semana: qué evolución, señores, qué nivel, qué intensidad y qué bemoles. Se ha erigido en el andamio que sostiene al equipo en su frágil equilibrio, el que evitó que se desmoronase a la espantada de Tortuga y la lesión de Trey, que en condiciones normales hubiesen supuesto la estocada definitiva.

Creo que no somos conscientes de lo que está consiguiendo con 19 recién cumplidos, que nos acostumbramos mal con Luka y no apreciamos el valor de las cosas. Estamos ante la eclosión del jugador joven español más importante en un lustro y encima canterano del Madrid, cómo para no sacar pecho. Dudamos en la primera mitad de curso, pero mirad, al final se va a ir a la NBA consagrado, bueno, todo lo consagrado que se puede ir uno ahora salvo que te llames Doncic, en esta época en que las fraquicias solo draftean prospects de 19 primaveras. Lo dicho: valorémosle como merece y disfrutémosle, que ya nos queda muy poco.