
Nueve puntos arriba iba el Madrid en Tel Aviv a 5 minutos 41 segundos del final. Acariciaba el segundo puesto de la liga regular. Se habían hecho las cosas bien hasta entonces, igual que en Estambul 48 horas antes, dominando el rebote (+15) y repartiendo 24 asistencias. Guarismos en los que raramente se le escapa un partido a este Madrid. Pero llegó el apagón, el equipo no anotó ni un solo punto más, de hecho, no hilvanó ya ninguna buena jugada de ataque.
La crisis de resultados sigue abierta, el bache es socavón, y el Madrid acumula un balance de 12 derrotas y 9 victorias desde el 23 de enero. Es una carga en la mochila que merma la confianza y genera ansiedad, especialmente en finales apretados. El Madrid falló anoche 12 tiros de campo consecutivos, los 12 últimos del partido.
Y Wilbekin dio la puntilla, culminando la remontada desde el tiro libre tras una falta de Goss junto a la línea de fondo para la que la palabra «rigurosa» se queda corta. Pero son las cosas que te pueden pasar cuando juegas a domicilio en Euroliga, en una cancha donde el público sí aprieta. Precisamente por eso hace falta colmillo, instinto ganador, saber cerrar los partidos. Es una característica de los grandes equipos, el Madrid la ha tenido durante años. Pero ya no, los jugadores que imprimían ese carácter están viejos o juegan/residen en EEUU.
En los minutos finales las defensas se cierran, los sistemas ofensivos saltan por los aires y el balón difícilmente llega a los interiores. Lo sabemos, es como funciona el basket. Así que te la juegas al talento y confianza de tus creadores desde bote, su capacidad de improvisar fuera de partitura, y ahí sabemos que el roster del Madrid cojea, no es top europeo. Ni Hanga ni Goss no son jugadores para esas lides, Deck podría serlo en situaciones concretas, por ejemplo atacando al aro desde bote, fuera-dentro. Venía de una actuación tórrida en Estambul, pero ayer sencillamente no tuvo el día. La alternativa más lógica es Heurtel. Mostró su magia por momentos, lideró junto a Poirier la escapada que parecía buena, pero la magia le duró cinco minutos. Se desinfló en el peor momento, y cuando a Thomas a se le seca el río se le seca de verdad. Así que otra posesión final que se juega y falla Llull, en marzo de 2022.
Vaso medio lleno

Sé que el tremendismo es seña de identidad de la parroquia blanca, tan mal acostumbrada estos años, y entiendo que cuesta ver el vaso medio lleno después de perder tres encuentros en cinco días. Pero aquí estamos para bajar al detalle y contextualizar, y no todas las derrotas son iguales. No es lo mismo el respaso del Manresa en Goya el pasado domingo, que puse el grito en el cielo, que caer contra Efes y Maccabi a domicilio en el cara o cruz final, jugando bien al baloncesto. Recordemos que la plantilla será larga pero está en cuadro. Si sumamos las cuatro bajas por lesión al nivel prejubilados de Randolph y Thompkins, resulta que la rotación real a día de hoy es de ocho jugadores.
Con esos ocho se ha dominado durante muy largos tramos de partido a dos equipos top8 Euroliga y se han dejado atrás los problemas de anotación de semanas previas. Yabusele vuelve a carburar como en enero, Deck ha completado su readaptación y hemos recuperado a Hanga y Goss como activos útiles de la rotación. Es decir, que suman más que restan. El equipo nota, eso sí, el bajón de Tavares, que no parece físicamente al 100%, a pesar de lo cual atrapó tres rebotes ofensivos en el último minuto y medio que pudieron ser claves. Sea como fuere, ganando en pista del colista (Panathinaikos) y al Bayern en casa se asegura el segundo puesto. Ganando solo uno se acaba como poco terceros. Más se perdió en Cuba… Dada la merma de nivel del top8 tras la exclusión de los equipos rusos, y pese al socavón del Madrid, no veo muchas excusas para faltar a la cita de Belgrado.









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