Los intangibles y la continuidad de Suárez

Viendo cómo evoluciona la rumorología sobre la confección de la plantilla blanca para el curso que viene, aprovecho esta semana tranquila para hacer un alegato por los menospreciados en el sistema Laso, un voto por el continuismo. Claro que siempre hay espacio para la mejora y la autocrítica, pero me parece un sinsentido plantear la salida de 4 o hasta 5 jugadores de una plantilla de 12 en la temporada de mejor juego y resultados en muchos años (por el momento: título Supercopa, mejor balance liga regular ACB y clasificación holaga para la F4). ¿Acaso hemos alcanzado ese nivel únicamente gracias a los 7 ‘preferidos’ de Laso? No, lo hemos alcanzado por a su combincación con otros miembros de la plantilla que equilibran las cerancias de esos 7 (intimidación, posteo, rebote), ejerciendo una labor menos vistosa para el aficionado medio. Sin ir más lejos, la misma que hacían Grimau y Sada en el exitoso Barca del último lustro.

Hace como mes y medio el Madrid gripó motor, el juego ofensivo se limitaba a Chacho, Rudy y Llull lanzando mandarinas más o menos inverosímiles en finales de posesión. La medicina para aquel conato de crisis, más allá de volver a agachar el culo en defensa, consistió en meter más balones al poste bajo, no muchos, simplemente unos pocos, suficientes para obligar a la retaguardia rival a cerrar filas y así procurar mejores posiciones de tiro a nuestros exteriores, una receta tan vieja como el juego. Begic y Suárez mejoraron sus números y los arqueros aumentaron sus % de acierto. El equipazo resultante de ese mínimo equilibrio se zampó a Maccabi en cuartos y asaltó el pasado fin de semana uno de los fortines por excelencia del basket nacional como es el Centro Insular.

Begic parece sentenciado a cambio de Mejri (una moneda al aire), pero el caso más sangrante de la ‘lasización’ de la plantilla sería la marcha de Carlos Suárez, partidazo el suyo en Gran Canaria, por cierto. No seré yo quien afirme que está cuajando precisamente una gran campaña, pero de ahí a los crecientes rumores que apuntan a su despido en verano va un trecho. Dejando de lado matices no menores como que sea cupo nacional, su conexión con la grada en virtud a su madridismo de cuna, que se invirtiese mucho dinero en su cláusula (900k) y que habría que pagar indemnización para largarle, ¿cómo es posible que un tipo lideró el regreso del Madrid a la F4 pase a no valer ni para fondo de armario en un plazo de sólo 2 años? ¡¿Pero es que nos hemos vuelto locos?! En su versión menos lustrosa Suárez rebotea, asiste, postea y saca faltas en ataque estático, pero da igual, como no mete triples a Laso no le vale ni para un cuarto de hora.

Los detractores de Suárez se imaginan al supuesto sustituto Kuzmisnkas como la reencarnación low-price de Toni Kukoc. ¿Pero con quién ha empatado este chico? Era el reserva de Darden hasta que limpiamos la competencia en el puesto. Kuzminskas promete bastante, pero a día de hoy es sólo eso, una promesa, no mucho mejor jugador en su estilo de lo que sea Damian Rudez en Zaragoza. Kuzminskas tira y bota mejor que Suárez, pero no postea ni ve un mal pase: 6 as. en 326 minutos este curso en Euroliga. Me parece bien que se le fiche si no sale caro, pero no a cambio de Suárez sino de Pocius (en desgracia con las lesiones y con un salario alto que vence), y que éste sea el único cambio en el juego exterior.

Sólo reclamo sentido común. Estoy de acuerdo en que los movimientos en la plantilla cuenten con el visto bueno del entrenador, pues no deja de ser quien luego los utiliza, pero también que alguien con traje y corbata le lea la cartilla cuando desbarre en sus peticiones. Pedir la cabeza de Suárez es desbarrar. ¿Vamos a dejar toda la política de fichajes en las únicas manos de un entrenador que lo primero que hizo cuando llegó al Madrid fue pedir la contratación de Lishchuk y Panko?