Me gusta/n:
– que a Navarro le vaya bien, su apuesta lo merece.
– la clase de LaMarcus Aldridge (Portland), que me recuerda a Rasheed Wallace.
– el alma de killer de Daniel Gibson (Cleveland), lo tiene en la mirada.
– los pivots de los dos equipos de Los Angeles: Kaman y Bynum.
– que Rajon Rondo sea un base suficiente en Boston.
– Calderón anotando, asistiendo y mandando, ascendiendo a la burguesía de la Liga.
– Caron Butler haciendo olvidar la espantada-Arenas, tirando del carro de los Wizards sin darse importancia.
– las segundas oportunidades para aquellos chicos malos de Indiana, Stephen Jackson y Ron Artest, que han enderezado a Golden St. y a Sacramento tras sendos arranques nefastos sin su presencia.
– Popovich, sí, Popovich, un ejemplo de integración del baloncesto internacional y de adaptación a las nuevas tendencias del juego, en contraste con otros compañeros de profesión, de ideas cerradas y cortos de miras.
– los triples de Kapono en contraataque o transición, un regalo para los sentidos.
– Ginobili y Jason Terry demostrando madurez, sacrificándose por el colectivo, brillando desde el banquillo sin patalear (Marbury, ¿te suena?).
– cada lección de baloncesto que puedan todavía impartir Nash y Kidd.
– que Indiana vea al fin marcadores de tres cifras, un equipo que juege de cara y sin complejos. La ciudad se lo merece.
– Milwaukee sano, territorio desconocido.
Me disgusta/n:
– ver a Sergio Rodríguez perdiendo años preciosos.
– que Garbajosa se sienta mal por haber jugado el Eurobasket.
– la sonrisa falsa de Isiah Thomas, un entrenador deleznable.
– el regateo mutuo Varejao-Cleveland, pierden ambos.
– Gasol vagabundeando desmotivado.
– que alguien con tantas posibilidades como Bargnani se limite a lanzar de tres porque alguien le dijo un día que sería el próximo Nowitzki.
– que Krstic y Hinrich se hayan borrado para la causa sin justificación aparente.
– la falta de carácter de Yao. Tras seis temporadas en la NBA, todavía le “quitan la merienda”.
– los ademanes de soberbia, ostentación y prepotencia de Lebron James.
– la sensación de descontrol bajo la dirección de TJ Ford (no es nacionalismo).
– los motes en lengua inglesa importados por narradores con poca inventiva.
– que las mandarinas desde el centro del campo copen las selecciones de mejores jugadas, son suerte y están muy vistas.
– Chicago de arriba a abajo. Están a tiempo de enderezar el proyecto, sería una pena tanto remar (reconstruir) para morir en la orilla.
– la falta de seriedad, compromiso y profesionalidad de Gilbert Arenas con una franquicia que le ha dado todo.
– las falsas ilusiones: Steve Francis no es nada, tampoco en Houston, ni con Adelman.
– la aventura de geriátrico de Penny Hardaway en Miami: innecesaria e intrascendente.