
Las grúas han salido del desguace del basket continental, han dejado de ser una figura trasnochada que remite a los tiempos de Tkachenko. Buena parte de culpa la tiene nuestro ‘Gigante Verde’, debutante del año en la Euroliga, que ha recordado con la sutilidad de un martillo hidráulico una lógica olvidada: la intimidación gana partidos y por ende títulos. Pobre Poirier, menudos pósters se llevó. Otra medalla en el haber de Laso, al que suponíamos un déficit en la adaptación de pívots altos, pero resultó que sólo era con los que no defendían…
Digo moda olvidada porque lo molón estos años han sido interiores móviles y de estatura menguante, unos con más lustre que otros, pero todos bien cotizados, para mayor gloria de sus agentes. Pienso en los Kyle Hines (198cms), Bryant Dunston (203cms), Othello Hunter (203cms), Marcus Slaughter (204cms) o Jamel McLean (203cms). No es que hayan pasado de moda, lo bueno permanece, pero ya no son Top of the pops.
Los dos rivales directos del Madrid por la mayoría de títulos, Baskonia y Barcelona, han roto en las últimas semanas el cerdito por sendos pívots altos, defensivos y por terminar de pulir, es decir, un intento de revival del caso de éxito que ha supuesto Tavares en Madrid el pasado curso. Los vascos se han gastado en el transfer de la torre Youshoupha Fall (Senegal, 23 años, 221cms) medio millonazo de dólares, cifra que en Vitoria no se quieren creer pero de la que se pavonea el propio agente del jugador en medios franceses.
Claro que es el mismo Baskonia que ha renovado a Shengelia por «uno de los megacontratos más altos de la historia de la Euroliga«, cito textual de Eurohoops, que se equivoca poco. Sí sorprende, volviendo a Youshoupha Fall, que tras pagar semejante morterada vaya a seguir cedido en Francia un año más. Una interesante jugada a medio plazo pero que requiere gran músculo financiero.
Una cantidad casi idéntica que por Fall ha acabado pagando el Barca a Obradoiro por el transfer de Pustovy (400k euros), con nula experiencia en la élite a sus 26 años, menos de 100 kilos de peso, buenas hechuras y coordinación pero casi todos los vicios de los de su especie, a saber, escaso IQ en pista, tendencia a cargarse de faltas y a perder balones. O sea, un huevo kinder de 216 centímetros que compartirá puesto con al menos Tomic y Seraphin. Al final, en esto del pívot, como en casi todo los últimos años, el Madrid marca el ritmo en el basket nacional.
Por inercia de campeón, oficio y fondo de armario, jugando más bien reguleras, se lleva el Madrid el primer asalto de los cuartos de final de Euroliga. Y se lo lleva pese a regalar de nuevo el inicio de partido, con una intensidad indigna de la cita (16-28, min 11), y pese a que Darussafaka demostró ser más equipo de lo que suponían algunos iletrados, de los que se guían por historial y apellido (‘solo’ tres cuartos de entrada en Goya). Los turcos tienen un gran mariscal en banda y son un digno top-8 de esta edición Euroliga. Wanamaker y Clyburn se reivindicaron como burguesía continental (36 puntos combinados), un caramelo este verano como Dogus migre su inversión, el club no se clasifique para Euroliga y tenga que desmontar la plantilla, un guión más probable de lo que creemos.
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