Batacazo copero: el Unicaja frena en seco al Madrid

Decepción. El Real Madrid se apea de la Copa en semifinales tras caer de ley contra Unicaja. Queda la sensación de ocasión perdida, con el resto de equipos Euroliga ya eliminados, y se diluyen muchas de las vibraciones positivas acumuladas las semanas previas, que el equipo pareció entrar en cuarto creciente. Porque no es solo el qué sino el cómo, caer claramente y jugando tan mal ambos partidos. A los números colectivos me remito: 22 tiros libres fallados, 16% en triples (8 de 48) y más pérdidas (24) que asistencias (23). Unos guarismos que se pueden explicar en parte por desacierto puntual (sobre todo los TL) pero en los que también influye la pobreza de juego colectivo y la falta de fluidez. Porque cuando se juega bien entonces se generan tiros liberados y suben los porcentajes.

Recientemente alabamos los ajustes tácticos de Chus Mateo, claves en la mejoría del equipo, pero la Copa reaviva las dudas sobre sus dotes en la gestión de partidos, es decir, cuando lo preparado durante la semana no sirve y toca improvisar, adaptarse a las circunstancias. Ahí saca Chus su lado timorato y conservador. Tiende a paralizarse, a recortar la rotación y tirar de su guardia pretoriana, autolimitando el potencial de la plantilla.

Estrategia timorata

Por ejemplo, el banquillazo a Poirier en cuanto hay un partido exigente. Que el francés no está en su mejor momento desde que llegó a Madrid es obvio, parece tener la cabeza en otro sitio y la escasa confianza del entrenador tampoco ayuda. Pero aún así, y por mal que pueda estar, le alcanza de sobra como para dar unos minutos de resuello a Tavares, que se chupa las segundas partes completas y acaba exhausto física y sobre todo mentalmente.

Otro ejemplo sería Hanga, en quien Chus parece tener fe ciega como base por la final ACB de junio. «En su cabeza era espectacular» pero han pasado ocho meses y el estado de forma del húngaro dista un mundo de aquel, lastrado por problemas musculares recurrentes y negado esta Copa con el aro (0/8 triples y 6/12 tiros libres). El base más enchufado en semifinales resultó Williams-Goss, solvente atrás e incisivo atacando el aro, 9 puntos en 12 minutos. Pero Chus no confía en él, sin más, le saca de titular para quitarse pronto sus minutos y ya no vuelve a salir, independientemente de cómo lo hagan él o sus compañeros de puesto. Contra Unicaja vio los últimos 14 minutos desde el banquillo, mientras Hanga apedreaba el aro y Chacho no desbordaba ni su abuela. En vez de adaptarse al partido y devolver a pista al más enchufado de los tres, Chus mantuvo la hoja de ruta y concedió minutada de Hanga, guardia pretoriana.

El equipo notó además mucho el pinchazo de Hezonja (0/5tc, -4 val), puntal las últimas semanas y al que se le salió la cadena el peor día. Y también pinchó Yabusele, que recordó al del comienzo de curso, apilando malas decisiones en pista. Se notó además, por qué no decirlo, una diferencia enorme de hambre, ilusión e intensidad entre los dos equipos, sirva la cifra de rebotes como prueba: +9 para Unicaja pese a las bajas de Lima y Sima, sus interiores más atléticos.

¿Qué supone la derrota?

Veo por Twitter asomar a las viudas clásicas de Laso al calor de la primera derrota trascendente del Madrid este curso. Es el día de publicar esos análisis agoreros a modo de vendetta con JCS que llevaban escritos desde julio, esperando en el cajón. El resultado de esta Copa para el Madrid es necesariamente una decepción, sin paños calientes, hay ajustes que hacer, empezando por esa gestión de partidos de Chus, pero no compro achacarlo todo al técnico. «No hay entrenador», he llegado a leer a algún veterano periodista.

Mirad, el Madrid está colíder de ambas competiciones, ganó el otro título en liza hasta la fecha (Supercopa) y ha pinchado contra el mismo equipo que apeó al Barca 48 horas antes. Decepción sí, pero sin drama. Chus se ha ganado crédito suficiente como para que no se cuestione su continuidad por una sola derrota.

El Madrid empieza a carburar: los ajustes de Chus Mateo

El Madrid de Chus Mateo progresa adecuadamente. No solo por los recientes triunfos frente a rivales directos (FCB y Mónaco), que han calmado al sector más agorero, sino en términos generales, por el balance de la temporada (colíder de ambas competiciones) y las sensaciones que transmite el equipo (en crecimiento y lejos aún de su techo). E igual que cuando surgieron dudas razonables señalamos al banquillo, es de justicia reconocer su mérito ahora que la nave parece haber cogido velocidad de crucero.

Chus tiene todavía bastante que demostrar en la dirección de partidos o el diseño de jugadas en tiempos muertos, ahí se le nota la falta de horas de vuelo como primer entrenador, pero a cambio se está mostrando solvente y con cintura en la preparación de los encuentros y la gestión del plantel. Y no subestimemos el marrón que heredó: no es fácil encontrar un rol para cada jugador de este sobrepoblado juego exterior, con jóvenes pujantes y veteranos de gran ascendencia en vestuario y prensa.

Bajando al detalle, veo dos claves en la mejora del Madrid, y ninguna de las dos ha llegado de la noche a la mañana, quizá por eso parecen sutiles, consecuencia de la evolución natural del equipo.

1.- La DEFENSA. Le prestamos poca atención porque no sale en el boxscore, y nos hemos olvidado porque la memoria del aficionado es por frágil por definición, pero las primeras dudas a comienzo de curso vinieron por la debilidad atrás. Entre finales de octubre y primeros de noviembre el equipo recibió 95 puntos de la Virtus, 94 del Zaragoza y 92 del Baskonia, todas derrotas. Se encajaban grandes parciales y por momentos se dejaba de competir, llegamos a pensar que a Chus se le estaba yendo el vestuario de las manos. Había un problema y se ha corregido.

Vale que el plantel perdió en verano potencial defensivo exterior con la salida de Taylor y la llegada de Musa y especialmente Chacho. Pero la defensa tiene también mucho de dinámica colectiva, de compromiso y, claro, de ajustes tácticos. El regreso de Hanga y Goss de sus respectivas lesiones ha ayudado, y el estado físico de Edy también. Y ahí están los datos de la mejora en este segmento: aquel Madrid poroso atrás a comienzo de temporada está ya empatado con Olympiakos y FCB como mejor defensa de la Euroliga, 76 encajados por encuentro.

2.- AJUSTES EN LA ROTACIÓN
. Seguramente el gran pecado de Mateo a comienzo de curso fue su férrea fidelidad al esquema que le funcionó en el pasado reciente. Siguió al pie de la letra el libreto de junio, aquella rotación corta que le dio el título ACB, con minutadas de Hanga, Causeur y Yabusele, y los balones a Deck al poste como primera opción en estático. Ese esquema tenía todo el sentido entonces, con muchos lesionados y menos recursos ofensivos exteriores, pero supone un desperdicio de talento esta temporada. Así que ha ido haciendo ajustes progresivos, experimentando en los espacios que abrían las lesiones.

> Meritocracia en el cuatro. Los primeros meses de temporada de Yabusele fueron pobres, estancado sino directamente involucionado, tomando malas decisiones en pista y poco comprometido atrás. Por no hablar de algunos gestos fuera de lugar, se iba mentalmente de los partidos y se perdía en batallas paralelas. Pareció atragantársele la llegada de Cornelie, acostumbrado como estaba a la falta de competencia en el puesto, con Randolph y Trey siempre lesionados. Además, dado que el Madrid ha ganado potencial ofensivo con los fichajes del verano, a Yabusele le corresponde un rol menos protagonista en ataque este año, que también le ha costado digerir. Le ha llevado un tiempo pero parece haberse subido finalmente al barco, porque desde hace 2-3 semanas su rendimiento ha mejorado sensiblemente, aportando esa energía e intensidad suyas al juego colectivo. No deja de ser un activo notable del roster.

> Hanga y Causeur, en barbecho. Fueron el backcourt fetiche de Chus en junio pero por X o por Y este curso están lejos de aquel pico de forma. El húngaro ha encadenado problemas físicos y no ha cogido ritmo aún. Y el francés lleva una temporada flojísima, si sumamos todas las competiciones está en 35% en tiros de campo para valoración 3.3 en 15.3 minutos. Queremos pensar que no le han caído los años encima (35) sino que simplemente está en su tradicional hibernación hasta primavera. En todo caso, Chus ha moderado los minutos de ambos y asumido que, por muy fetiches que sean, su rol debe ser secundario hasta que recuperen pico de forma.

> Rotación de bases. Dado que la plantilla carece de un base puro dominante, Chus ha optado una estrategia de Fuenteovejuna, haciéndoles jugar a todos sin una jerarquía clara, repartiendo de forma casi alícuota los 40 minutos entre Goss, Chacho y Llull. una estrategia que limita el protagonismo de Llull y revierte en minutos de Chacho, incomprensiblemente inédito durante tramos del curso. Cada base te aporta una cosa. A grandes rasgos, Goss destaca por su defensa, Llull por su anotación y Chacho por repartir juego en estático, por cierto, su alianza con Poirier es un filón de la segunda unidad que Chus ha sabido reconocer.

> Crecimiento de Hezonja. Le dediqué la última entrada del blog al tema, así que no me detendré tanto. Hay una parte de coyuntura (ausencias de Deck por problemas físicos) que se une a un giro táctico consciente de Chus, el de concebir al argentino como 3.5 y ya no solo como alero puro, el rol que tanto exprimió en junio. La suma de ambos factores ha dado espacio al crecimiento de Hezonja tanto en tiros como en minutos, y el croata, que esperó pacientemente su oportunidad, ha dado el paso adelante que cabía esperar. Las variantes tácticas que se abren en ambos lados de la pista si coinciden Musa, Mario y Tortuga son descomunales, a los últimos cuartos contra Mónaco y Barca me remito.

El Madrid de Chus empieza a hacer aguas

El Madrid ha gripado motor. Las buenas vibraciones del arranque de curso, título Supercopa incluido, estaban dando paso a señales preocupantes, no tanto por las derrotas en sí, todas ajustadas de marcador y en duelos susceptibles de pinchar, sino por el juego. Y la derrota contra la Virtus viene a confirmar los malos augurios, dejando al descubierto muchas de las carencias actuales del equipo. El debate ya no es el diseño de la última posesión sino los 39 minutos previos.

Entre los síntomas evidentes contamos la falta de soluciones colectivas en ataque, las dudas en el reparto de jerarquías y, sobre todo, la fragilidad en defensa. Las bajas de Rudy, Goss y Hanga pesan en la retaguardia exterior, pero sería inocente achacar el boquete defensivo únicamente a la enfermería.

Desde luego, el denominador común de las derrotas son los guarismos insostenibles de puntos encajados: 89 contra Olympiakos, 87 contra Baskonia y 95 contra la Virtus, la más fuera de guión, por ser en Goya y porque los italianos, pese a contar con algún apellido ilustre, estaban firmando un pésimo arranque de curso. Tanto como que promediaban solo 64 puntos anotados por partido en las cuatro primeras jornadas. El Madrid, repito, les permitió 95.

Se llegó a perder hasta por 15 puntos en el último cuarto, así que los tres de diferencia finales son engañosos, fruto básicamente del coraje y la dignidad de Tortuga Deck (28 puntos), el más enchufado de la plantilla en este tramo de curso. Pero el Madrid, sin paños calientes, cuajó una segunda mitad terrible, la diferencia de intensidad fue un poema, incluida alguna actitud sospechosa. Chus Mateo así lo hizo saber: «Me marcho con la decepción de que alguno todavía no entiende que tenemos que trabajar en defensa, estar juntos y evitar agujeros por donde entre el agua». Que vaya Rudy calentando las ascuas, que pronto puede hacer falta otra barbacoa…

Poirier bien podría ser uno en la mente del entrenador con esas palabras: su paso por pista fue efímero (castigo) pero le alcanzó para hacer allstar a Ismail Bako y restar claramente al equipo, -12 en sus 8 minutos. Llueve sobre mojado, que promedia valoración 2.6 en Euroliga, cinco veces menos que el curso pasado. Y no es un flanco menor, que por salario y estatus está llamado a marcar diferencias desde el banquillo. Su bajísimo rendimiento es un lastre tanto directo como indirecto, que obliga a minutadas de Tavares, que acaba los partidos reventado, llegando tarde a las ayudas defensivas.

El puesto de base, el gran señalado por la parroquia desde incluso antes del inicio de curso, enseñó contra la Virtus toditas sus carencias, irregular en ataque y un lastre en defensa, valoración -7 entre Llull y Chacho. El regreso de Hanga representa una esperanza para compensar algunas carencias, pero ni podemos esperar milagros ni el húngaro está todavía a un mínimo nivel físico ni competitivo. Al contrario, da la sensación de haber adelantado un poco su vuelta por la baja de Causeur.

Pero el más preocupado a estas alturas debe ser Chus Mateo, al que le toca acortar los plazos de su mili si quiere comerse el turrón. El baño de Scariolo en la segunda mitad fue dramático, como ver al maestro contra el meritorio, solo que el transatlántico lo pilotaba el segundo.

No se me entienda mal: tengo cero dudas de la preparación y capacidad táctica de Mateo, en todo caso alguna de su autoridad y mando en plaza para el tránsito de ayudante a primer entrenador de todo un Madrid. Pero los técnicos también evolucionan, igual que los jugadores, lo sabemos porque lo vimos en Laso, que llegó a Goya tartamudeando en los tiempos muertos y se marchó como una leyenda diez años después.

Mi duda es: ¿cuánta paciencia tendrán con Chus en la planta noble? Su dilatada trayectoria como ayudante bien vale una oportunidad genuina, es decir, más tiempo. Además, las alternativas a simple vista en mercado a estas alturas tampoco suenan muy apetecibles: ¿Djordjevic? ¿Joan Plaza?. Sucede que el director general (Juan Carlos Sánchez) se juega este curso más que nunca, tras una fuerte inversión en fichajes y haber quemado gran parte de su capital político para que Florentino le diese finalmente luz verde y despedir a su histórico contrapeso de poder en la sección, Pablo Laso.

El Madrid desnuda al Barca en el Palau

Es solo el primer encuentro, queda mucha serie, pero las formas importan y las sensaciones son blancas. En realidad lo son desde aquella barbacoa en casa de Rudy, la epifanía de las pancetas. Cómo han cambiado las tornas en los clásicos desde entonces, qué lejos quedan hoy las palizas en Goya en fase regular, esa sensación de cambio de ciclo asentado. La semifinal en Belgrado nos pareció una machada, por remontar al Barca y por la baja de Goss, y sin embargo este repaso sin Llull, Abalde ni Goss resulta casi otro día en la oficina, tras 16 triunfos en 17 partidos.

Pero la de hoy no es una victoria cualquiera, es un +23 al final del tercer cuarto a domicilio en una final ACB. El tipo de baño que siembra dudas al rival y con partidos cada 48 horas las sensaciones importan.

Abalde y Llull se vistieron de corto por hacer el ver, el gallego llegó a salir algún minuto a probarse, pero aún no. Vino a dar igual porque ya está Hanga disponible para lo que le echen. Su fuerte no es teóricamente anotar, pero reventó el encuentro en la primera mitad con 16 puntos: está en vena y las sensaciones a veces pesan sobre el scouting. No me cansaré de poner en valor su versatilidad, rasgo distintivo del jugador moderno. Añadió seis asistencias y una enorme labor atrás. Jasikevicius debe estar haciéndose cruces por su despido el pasado verano. No es que no le renovasen, como el Madrid a Lapro, es que le quedaba otro año de contrato y le cortaron.

Tortuga Deck, excelso ya en Vitoria en semis, recogió el testigo en la reanudación: otros 16 puntacos. Abortó cada conato de remontada local sin cambiar si quiera el gesto, porque él es así, de conducir tractores y desayunarse un par de abrines cada mañana.

Ambos rezuman el espíritu de este Madrid renacido de dos meses a esta parte, de menos es más, pleno de confianza y energía. Resulta complicado bajar al detalle táctico en un partido así, sin alternativas en el marcador, teñido todo de blanco. El Madrid pasó como un bulldozer por el Palau, abrió brecha aprovechando los tiros liberados que dejaba la defensa azulgrana al colapsarse sobre los pívots. Tavares y Poirier solo pudieron lanzar nueve veces entre ambos, menos que Causeur, Hanga Yabusele o Deck solitos. ¿Os acordáis cuando lamentábamos los baños tácticos de Jasikevicius a Laso? Qué lejos queda todo.

Cumplieron los habituales, cada uno en lo suyo, los triples sin botar de Causeur o los rebotes ofensivos de Vincent, pero también me gustó el fondo de armario. Por ejemplo Jeffery Taylor, valoración 11 en 13 minutos, intachable profesionalidad en uno de sus últimos partidos con la camiseta blanca. Y hasta Juan Núñez sumó a la causa, y no creo ser sospechoso de inflar la valoración de canteranos por simpatía. Sabemos de su chispa en ataque estático pero mostró un nivel defensivo y un aplomo en plaza grande como no le había visto hasta la fecha. Por cierto, un abrazo desde esta tribuna para Anthony Randolph, que salió lesionado y tiene toda la pinta de haberse roto de nuevo. Su cara era un poema, le dolía más el alma que la rodilla.

Volviendo a la final, uno mira la estadística del primer partido y en verdad tampoco encuentra un acierto puntual difícil de repetirse en los siguientes: 15 asistencias por 13 pérdidas, 41% en triples, 50% de dos y +8 rebotes, vamos, la receta que se repite desde la barbacoa. Es pronto para lanzar las campanas al vuelo pero el Barca transmite la sensación de equipo desinflado, como si el desenlace del curso le llegase tarde. Hasta el más cauto coincidirá en que el Madrid tiene una oportunidad genuina de título, que cambiaría diametralmente las conclusiones de una temporada que tan mala pinta tenía.

Los JJOO en clave madridista

El Madrid ha sido, y con diferencia, el equipo Euroliga con más representantes en los JJOO, seis. Han brillado con luz desigual, aunque conviene contextualizar: los JJOO no dejan de ser una competición a muy pocos partidos (seis como máximo), además muy desiguales. Un día humillas a Irán y al siguiente te ves defendiendo a Kevin Durant. Sirve para sacar pistas, pero no conclusiones.

Guerschon Yabusele

Titular en la selección subcampeona. Con sus 13 puntos fue, junto a Rudy Gobert, el mejor de Francia en la final. Y seguramente también el mejor de los seis madridistas en Tokio, donde su aportación excedió con mucho a sus estadísticas, discretas. Gozó de poco protagonismo ofensivo, lógico cuando coincides en pista con De Colo y Fournier, que se las chuscan todas, pero a cambio fue muy consistente atrás. Buen IQ en pista, carne de equipo grande.

En Madrid dispondrá de más tiros para brillar, pero ya de entrada esa presencia física y defensiva es un interesante contrapunto al perfil netamente ofensivo de sus compañeros de puesto, Thompkins y Randolph. Yabusele me pareció un fichaje potente a su anuncio y verle en plaza grande en estos JJOO, fuera del ecosistema Asvel, me reafirma en la idea. Ganas de verle ahora a las órdenes de Laso.

Thomas Heurtel

No haría un drama de su final, catastrófica, puesto que no se emparejará con rivales nivel Damian Lillard o Jrue Holiday en Euroliga o ACB. Ahora bien, vistos todos sus partidos en Tokio, mentiría si no dijese que Heurtel me deja un poco frío, incluso dudas. Aunque para hacerme una idea exacta necesitaría conocer el detalle de su estado físico, que si recordáis hubo incluso dudas de su presencia en Tokio por una lesión.

A su defensa vaporosa, sobradamente reportada, sumó una toma de decisiones discreta en ataque. Mucho manejo de balón y poca mordiente. A falta de desborde, la mayoría de su producción queda condicionada a tiros forzadillos de media o larga distancia. Cuando entran, porque tiene el talento para colarlos, como ante Irán, te arma un quilombo en pocos minutos. Pero el Madrid necesita algo más que un revulsivo puntual, que para eso ya teníamos a Lapro. Se necesita un base con ciertos galones, un lugarteniente para Nigel Williams-Goss.

Vincent Poirier

Desdibujado. El que menos ha jugado de los franceses, penalizado por compartir puesto con la estrella del equipo, Rudy Gobert. Además, Vincent Collet se decantó por Fall como primera opción desde el banquillo, primando el 1×1 al poste sobre las situaciones de 2×2.

Como resultado, la mayoría del tiempo en pista de Poirier fue como ala-pívot, es decir, fuera de lugar. Sirvan de ejemplo los escasos 5 minutos de que dispuso en la final, emparejado con Durant. En todo caso, contra República Checa e Irán, que el marcador permitió rotaciones y sí jugó de center, subió 24 puntos en 34 minutos. Bien habilitado es un ventilador de estadística.

Sergio Llull

Secundario pero mejor de lo que esperaba, la verdad, después de verle desbarrar un poco en los amistosos de preparación. Dignos promedios de 8.3 puntos y 46% de campo saliendo desde el banco. Por cierto, jugando todos sus minutos de escolta, con poquito tiempo de balón en las manos, como presumiblemente le veremos en Goya. Por nivel y rol, este Llull de los JJOO se parecerá bastante al que podemos esperar el próximo curso, digno escolta reserva, siempre que le respetan las lesiones, que no es poco suponer.

Rudy Fernández

A cuentagotas. El mejor de España junto a Abalde en el partido clave, el de Eslovenia, pese a terminar en derrota. 4 triples, 5 rebotes y ese montón de intangibles que aporta al juego. A cambio, pinchó en hueso contra Japón y EEUU, 0/9 tiros, tampoco está para más. Me sorprende que no anunciase oficialmente su retirada de la selección tras el torneo. Una ocasión propicia: a sus 36 años y con lo cascado que está físicamente no le veo llegando a París 2024. Y puestos a retirarse, ¿qué mejor escenario que unos JJOO?

Alberto Abalde

Esperaba algo más de él, una frase que igual sirve para sus JJOO que para su temporada pasada. En la selección se le quedó el camino expedito con la ausencia de última hora de Juancho. Scariolo valora el nivel defensivo del gallego, igual que Laso, y eso le vale bastantes minutos en pista. Pero ofensivamente enseñó la versión del segundo tercio de temporada en el Madrid, es decir, inseguro y timorato en la toma de decisiones . Recuperó el pulso contra Eslovenia y, aunque se le saliese el tiro clave, no hubiésemos forzado final apretado sin él, notable desgastando a Doncic y compensando en ataque (14) el único apagón de Ricky Rubio en el torneo.

Habrá tiempo para profundizar en el tema, pero desde ya os digo que la progresión de Abalde, junto a la adaptación de NWG, me parece que pueden marcar en buena medida el techo del Madrid este curso. Porque el gallego deja la sensación de mostrar solo una pequeña porción de su potencial, y el principal techo está en su propio coco. Con ese físico de cyborg y una técnica tan depurada hay mimbres para mucho más cesto. Y que tampoco se duerma en los laureles, que este año los minutos van a estar más caros con Hanga en la rotación.

Un Barca tan pobre, que lo único que tiene es dinero

U390834_041_20171216041237-kL7C--980x554@MundoDeportivo-WebEcha el cierre otro lastimoso curso de baloncesto en Barcelona, lejos del top8 Euroliga y eliminado en semifinales de la ACB, con alrededor de 30 millones de presupuesto, cuarto del continente. No hay Copa del Rey que maquille esto. Es difícil establecer el punto exacto del comienzo de esta crisis, que dura ya varios años, aunque sí sabemos que coincide en el tiempo con el auge del Madrid y que se aceleró con el despido de Xavi Pascual. Tras todos los síntomas, en los que ahora me detendré, está una enfermedad evidente, la ausencia de proyecto, una sección sin rumbo, tan pobre que lo único que tiene es dinero.

En los dos últimos años naturales ha visto a tres directores deportivos diferentes y a cuatro entrenadores, pagando indemnizaciones por despido de 7 dígitos a tres de ellos, Pascual, Barztokas y Sito. Uno pensaría que el problema está por encima… Los errores se amontonan, empezando por el despido de Pascual, alegando que su estilo no enganchaba con la grada, para fichar en su lugar a Barztokas, que toda Europa sabe que juega a lo mismo. Se apostó por una mediocridad como Sito Alonso cuando Pedro Martínez estaba libre como un taxi, y se hizo de menos a Jasikevicius, con una oferta pírrica, cuando vino a negociar su fichaje el verano de 2017.

Un problema, la ausencia de proyecto, que contrasta con los rivales directos en la élite nacional. El Madrid, por ejemplo, decidió hace tiempo apostar por Laso y una columna vertebral de plantilla estable, jugador nacional, aliño de cantera y especialistas extranjeros que vienen para quedarse. Valencia, por su parte, rodea con jugadores españoles a su estrella indiscutible, Dubljevic. No hace fichajes faraónicos, pero tampoco escatima en retener el talento que ya tiene, no negocia cláusulas. A Baskonia le funciona la fórmula de fichar barato y vender caro (preferentemente al Barca…). Apuesta por talentos en penúltima etapa de formación, véase Voigtmann, Poirier, Vildoza, Timma, etc. Algunos salen mejor que otros, pero el equipo sigue arriba, así que funciona.

El perro del hortelano

El Barca, en cambio, ficha caro y despide aún más caro. Contrata jugadores de paso, los elige antes de tener entrenador y en modo supermanager, fijándose en la estadística, para regocijo de cierto sector de la prensa especializada, que cada verano anuncia la resurrección. Como consecuencia, lleva años con plantillas sin personalidad y además desequilibradas, el pasado sin atletas y este con un solo base para cuatro escoltas.

En los dos últimos veranos se ha gastado el club más de 4 millones de euros sólo en transfers de jugadores, ninguno de los cuales ha marcado diferencias, a saber, Rice, Claver, Hanga y Oriola. Y mientras se pagan fortunas en cláusulas, se desperdicia la cantera, cuyos proyectos se marchitan en una suerte de sistema perro del hortelano, que ni come (no chance en el primer equipo) ni deja comer (no los cede).

Dos que no son canteranos al uso, como Kurucs y Vezenkov, pero sí son los dos jóvenes de más proyección en la sección, han perdido uno y dos años de formación, respectivamente, y suponemos estén deseando poner pies en polvorosa. Hay una excepción, eso sí, un canterano que juega, tiene 38 años y dice que sigue, alargará el chicle otra temporada en modo gira de despedida de los Stones, y en su derecho estará, gracias a ese incomprensible contrato vitalicio que le ampara, cual derecho de pernada.

Por experiencia propia, y no tan lejana en el tiempo, en la capital sabemos el peligro de esta espiral, que cuanto más profundo te metes en el barro, más cuesta salir. Una primera consecuencia es que el Barcelona ha dejado de ser un destino atractivo de primer orden para los jugadores top de la Euroliga. Antes los impuestos altos los compensaba la mejor calidad de vida respecto a Turquía y Rusia, el renombre del club, pero la balanza la desequilibran los malos resultados, dos años fuera de top8. Eso obliga a pagar sobresueldos para atraer talento, y no siempre pata negra. Los 2.5M anuales firmados a Hanga son un atraco, lo mismo que Claver, Seraphin y tantos otros. Son los mismos sobresueldos que el Madrid firmaba en su día a los Tarlac, Papadopoulos y compañía.

Otra consecuencia, y quizá más grave en el largo plazo, es la pérdida de masa social. Ahí están las cifras, antepenúltimo equipo en asistencia al pabellón, números similares a los del Madrid en los años negros del Saporta. Efectos todos que se enmarcan en la mencionada espiral, de la que no se sale únicamente acertando con el fichaje de un jugador, sino con cambios profundos en la sección, apostando a medio plazo por un proyecto y cortando cabezas en el palco, ingredientes que para empezar requieren bastante más autocrítica desde el club.