Dzanan Musa, a man on a mission

No es lo mismo brillar en ACB que en Euroliga, ya se la pegó en el Efes, le puede pesar la juventud, a ver cómo se adapta a un ‘grande’… Eran dudas razonables sobre Musa a comienzo de curso, dudas que ha resuelto ya de un guantazo. Literalmente está echando la puerta abajo en su primera temporada Euroliga. Escribo primera en cursiva porque técnicamente no lo es, con 16 años jugó unos minutillos con Cedevita y durante su efímero paso por Efes disputó exactamente 11 minutos.

Por su impacto y proyección, Dzanan Musa bien puede ser el fichaje más importante del Real Madrid de basket en más de un lustro, en concreto desde Tavares, que ya ha llovido, noviembre de 2017. Esta semana, en un margen de 48h, el bosnio le ha endosado a Efes y Milán 43 puntos para 57 de valoración, números de MVP. Y no son flor de un día, que está asentado en el top10 de la Euroliga en anotación y eficiencia (val), jugando en el segundo clasificado.

Todo eso con solo 23 años. Estamos viendo la historia cocinarse ante nuestro ojos y no somos del todo conscientes, enrocados como estamos en nuestras guerrillas cotidianas sobre Chus, Llull, JCS y las quinielas de fichajes. Para poner en contexto y poder comparar, he elaborado una lista rápida de los mejores jugadores de la Euroliga de hasta 23 años (su edad), y me salen estos. Veréis que no hay color.

Procida (Alba) 20 años
Bonga (Bayern) 23
Petrusev (E. Roja) 22
Mannion (Virtus) 22
Pradilla (Valencia) 22
Madar (Partizán) 22
Jokubaitis (FCB) 22
Strazzel (Mónaco) 22

¿Por qué es tan bueno Musa?

En buena medida por madurez y mentalidad, que en el deporte de élite marca la frontera entre ser bueno y ejercer de ello. Jugadores con físico y talento de estrella hemos visto pasar unos cuantos, pero estrellas poquitas. A Musa le sobra aquello que le falta por ejemplo a Abalde, verticalidad, descaro, decisión y agresividad. Creérselo, vaya.

Es un animal competitivo, a man on a mission. Además es listo/práctico, no se pierde por las ramas, busca casi siempre el camino más corto y eficiente hacia el aro, el tiro de mayor porcentaje, que a menudo no es el más plástico. En su caso consiste en atacar el aro desde bote, eurostep mediante, y definir en extensión, a menudo por la izquierda, aprovechando la ventaja de envergadura sobre sus pares. Hezonja es más bonito, pero podría aprender un rato de su brate en selección de tiro.

El tránsito de Musa a la posición de esolta full time, que pondría en el haber de Chus Mateo, manque pese, ha sido clave en su adaptación al ecosistema Madrid. Un puesto con menos competencia que el de alero en la rotación. Al final vivimos en una era de posiciones líquidas, definidas por el rol más que por el puesto. ¿Musa es alero o escolta? Qué más da, es un soberbio generador desde bote (por cierto, 8 asistencias en la doble jornada Euroliga), la cualidad más apreciada en el mercado FIBA.

Riesgo de fuga NBA

Me consta que la dirección ya trabaja en la extensión de su contrato, que termina en 2024, igual que con Deck y Tavares, a los que en el club se considera los tres pilares del proyecto. Dada su edad, si el Madrid consigue retener a Musa bien podría marcar la próxima década en la sección, hablamos de esa clase de proyecto. Y cuando digo esto siempre surge la misma pregunta: ¿riesgo de fuga a la NBA? Siempre lo va a haber, y no hay cláusula que lo pueda impedir, como aprendimos del caso Campazzo. No se pueden poner diques al mar. Pero algunos factores reducen la probabilidad en el caso del bosnio: ya estuvo, lo probó y no le gustó mucho, a tenor de lo que explica en entrevistas.

A la NBA no se plantea regresar para limitarse de nuevo a un rol de 3&D (triples y defensa), es decir, gregario sin balón en las manos. Porque además tampoco es lo suyo, defiende regular y no es un especialista de tiro. Y se me antoja improbable que una franquicia le ofrezca rol de primer o segundo espada en la rotación a quien ya pasó por la liga con más pena que gloria. Por muy bien que lo haga en la Euroliga. La NBA no suele funcionar así.

Y Musa será joven por edad, pero pájaros en la cabeza parece tener pocos. Se ha dado ya suficientes hostias por el camino como para valorar donde está bien y le aprecian como para cambiarlo a la ligera.

Hezonja en modo videojuego

Le estábamos esperando. Hezonja venía dejando destellos aislados, algún oohh en la tribuna con sus alleyoops y esas medias vueltas en suspensión que son purita ortodoxia old school. Batiéndose el cobre atrás y cumpliendo en rebote, muestras de compromiso y sacrificio que algún analista atrapado en el tiempo puso en duda en verano. Este no es el Mario de Barcelona, donde se le colgó el sambenito de presumido, chupón e inmaduro, incluso conflictivo. Si alguna vez lo fue desde luego ya no, han pasado ocho años y la gente madura, evoluciona. No, a este Mario no se le caen los anillos por currarse cada minuto en pista, es lo que ha hecho desde que llegó a Madrid, bajar el culo en defensa, el camino por el que le ha acabado entrando a Chus Mateo por los ojos.

Pero no ha venido solo para eso, para cumplir atrás, aplaudir a su brat Musa o dar minutillos de resuello a Deck. Un talento así al final se termina abriendo camino y rompiendo el corsé. Y eso es precisamente lo que está haciendo, con trabajo y paciencia… Ya había dado señales de mejora en los últimos encuentros, 14 puntos el miércoles a PAO, y en Mónaco ha terminado de explotar: un Mario desatado, catedralicio. 30 puntos, 6 rebotes y 6 asistencias para 34 de valoración. Por números y entidad de la plaza quizá la mejor actuación de un jugador blanco en lo que va de curso (con permiso de la Supercopa de Edy). Por cierto, una victoria de quilates la de Mónaco, que pone distancia respecto al quinto clasificado (dos triunfos + average), lo que acerca un poquito el objetivo de la fase regular, la ventaja campo en playoffs.

Volviendo a Mario, lógicamente no le van a entrar tantas todos los días, pero lo que tampoco tenía sentido era reducirle a 14 minutos y 2-3 tiros de campo, como le hemos visto muchos partidos, corriendo carretones o aparcado en la esquina para no estorbar, cual Jeffery Taylor. Porque para eso fichas otro perfil de jugador, seguramente más barato. Hezonja necesitaba cariño, confianza y balones. Si os fijáis, hasta su lenguaje no verbal está cambiando, atrás queda esa angustia por la sombra del banquillazo al menor error.

Y bien por Chus Mateo, por qué no decirlo, que rectificar / adaptarse es de sabios. Ha sabido ajustar su libreto para hacer hueco al talento y reconducir la dinámica. Y el principal ajuste ha sido concebir que Deck y Hezonja coincidan en pista, lo que abre un abanico de posibilidades tácticas. Por ejemplo, con el argentino de cuatro atacando el aro desde bote fuera-dentro, por velocidad, y el croata, con más espacio para minutos, y castigando al poste a aleros más pequeños, que son la mayoría. En Mónaco, al margen de la jartá de triplazos, se le buscó con relativa insistencia en situaciones al poste, con gran resultado. Fijáos en que Chus celebró de forma especialmente efusiva algunas de las canastas del Mario, porque eran importantes para el partido, claro, pero no solo. Convives con el jugador a diario, le ves entrenar y sabes lo que puede darte. Una actuación así es un chute de confianza para uno de los activos llamados a marcar el techo de esta plantilla. Y en Mónaco se ha pasado la primera pantalla del videojuego.

¿Dónde encajamos a Hezonja?

Escucho ruido de fondo en la parroquia, seguramente justificado, sobre el ostracismo intermitente de Mario Hezonja. El croata se quedó en solo 8 minutos ayer en el triunfo en Valencia, y no es el primer partido en esos guarismos. Por ejemplo, jugó solo 5 minutos en Vitoria y 8 contra el FCB en la final de Supercopa. A continuación algunas reflexiones sobre el tema.

A Hezonja le penaliza principalmente compartir puesto con Gabi Deck, el mejor alero de la competición tras Clyburn e imprescindible cuando los partidos bajan al barro. Como ayer en la Fonteta tras el primer cuarto. El argentino es el ojito derecho de Chus Mateo, su jugador fetiche, en algunos sentidos diría que hasta por delante de Tavares.

A Hezonja le penaliza también que el técnico sea muy fiel a la receta que le trajo el éxito en junio, aquella final ACB en que martilleó al Barca con Deck de alero generando desde el poste bajo. Laso en seguida movía al argentino al cuatro, pero Chus no, ni siquiera ahora con Yabusele lesionado. En Valencia, y pese a los problemas de faltas de Cornelie, solo 8 minutos de Tortuga como alapívot por 12 de Ndiaye. ¿Y esto cómo afecta a Hezonja? Pues por efecto dominó, si Deck apenas pisa el cuatro los minutos de alero se ponen carísimos.

Overvooking de aleros

Pero a Hezonja no le penaliza solo Deck sino el overbooking general en el puesto de alero. La consigna en mercado del Madrid este verano pareció ser la relación talento-precio, buscar oportunidades sin priorizar su encaje táctico en un esquema tradicional. Talento es talento y se acaba abriendo paso, una estrategia interesante pero no exenta de riesgos. La plantilla se ve ahora con seis jugadores cuyo puesto original y lógico sería el de alero, a saber: Deck, Hanga, Rudy, Abalde, Musa y Hezonja.

Algunos de esos se han buscado la vida en otros lares. Hanga, por ejemplo, ha aprovechado el vacío en el puesto de base para hacerse imprescindible en la dirección, una alternativa que nunca utilizó Jasikevicius. Rudy apenas necesita minutos a su edad, no hasta que haya verdaderamente algo en juego, Abalde puede desempeñarse en cualquier puesto del 1 al 3 y Musa, peso pluma, ha encontrado acomodo como escolta. Pero Hezonja es menos intercambiable, máxime si Chus no contempla usarle como alapívot, puesto que frecuentó el curso pasado en Kazán con éxito de crítica.

Ese es el contexto, pero tampoco lo es todo. El croata es un jugador de vocación ofensiva y de corriente alterna, y ayer en Valencia claramente no estaba enchufado, con algún error claro de concentración. ¿Que Chus Mateo tiene más paciencia con otros jugadores? Ciertamente, con aquellos que gozan de galones de vestuario y/o habitan puestos sin un titular tan dominante como Deck. No digo nombres porque tampoco hace falta.

Más que su minutaje, lo que me sorprende con Hezonja es que no haya aparentemente ni un solo sistema ofensivo diseñado para él, a priori uno de los grandes talentos ofensivos del continente. A priori y en la práctica, señores, que promedia un 52% en triples en la Euroliga (16/31). Bien, pues parece tener prohibido botar y los (pocos) tiros que lanza son buscándose la vida, a sistema roto o porque le llega el balón en una circulación.

Su lenguaje no verbal empieza a traslucir ansiedad, se frustra sobremanera con cada error porque sabe que sobrevuela la sombra del banquillazo. Esa presión constante de tener que reivindicarse, de justificar cada minuto en pista, y encima hacerlo sin apenas balón. Chus debería darle una pensada a la utilización del croata porque, sinceramente, para este viaje no hacían falta tantas alforjas.

Los Brate dan un balón de oxígeno a Chus Mateo

Como el comer, así necesitaba el Real Madrid y especialmente Chus Mateo una victoria de prestigio, y asaltar Milán lo es, sin paliativos. Lógicamente un solo triunfo no despeja por sí solo todas las dudas razonables por el juego y los resultados de las semanas previas, pero sirve para dar confianza, comprar tiempo y reducir el murmullo en parroquia y palco. Un balón de oxígeno, margen para construir.

El Madrid aguantó muy dignamente el chaparrón de triples italiano de la primera mitad (12 de 16), que lógicamente cesó en la reanudación. Y cesó, no solo porque el acierto era insostenible, sino gracias en buena medida a la defensa blanca, que esta vez sí que hizo acto de presencia. Se nota en este segmento el regreso de Hanga, aún sin confianza en ataque pero cuya mera presencia sube varios puntos el tono de la defensa del backcourt. El Madrid dominó el rebote con autoridad (+16), enormes Tavares y Deck, y dejó al Milán en un 37% tiros de dos, lejísimos del insostenible 67% de la Virtus hacía solo una semana.

Consciente de lo que se jugaba, Chus fue a lo práctico, aparcó el metrónomo de su antecesor y redujo la rotación de facto a solo 7-8 jugadores, aquellos de los que más se fía y/o en mejor momento se encuentran, con minutadas para Musa, Deck y Tavares.

De todas formas, es de justicia reconocer que incluso algunos que apenas jugaron tuvieron una aportación digna. Por ejemplo Poirier, uno de los señalados de la última derrota, no tiró siquiera a canasta y solo sumó un rebote, pero no importa porque el tiempo que pasó en pista cerró su aro como hacía tiempo que no le veíamos, secando a Brandon Davies. Me importa más ese cambio de actitud atrás en plaza grande que su maquillaje del domingo contra el Fuenla.

Los mismos siete minutos que Poirier jugó Alberto Abalde, que no solo no desentonó, como en los últimos compromisos, sino que aportó minutos de calidad en el segundo cuarto. Le lastraron las faltas. Y no quiero dejarme a Chacho, que firmó un partido serio contra sus ex, dando lo que se puede esperar de él a estas alturas de su carrera, 15 minutos de puntos (9) y asistencias (4).

Pero los líderes, los que de verdad brillaron, fueron los Brate (‘hermanos’), apodo que se ha puesto la sociedad Musa y Hezonja, que parece haber hecho buenas migas en Madrid. Entre los dos sumaron 40 puntazos, la mitad de la anotación blanca, un derroche de talento, que para eso han venido: 7/8 de dos y 8/12 triples entre ambos. Como aficionado, resulta un motivo de ilusión ver a dos jóvenes recién llegados y de tanto talento en el roster.

La actuación de ayer en el Mediolanum sirve de tarjeta de presentación de Musa en la Euroliga (25 puntos, 31 valoración), donde venía cumpliendo pero todavía no había roto con un partido redondo, replicando esos picos de rendimiento que sí le hemos visto en ACB. A Hezonja le está costando un poco más la adaptación, no tiene el carácter tan echado p’alante del bosnio y encima coincide en puesto con un peso pesado como Deck. No tengo claro que Chus haya dado todavía con la tecla para exprimirle, sigue explorando, o eso parece a tenor del rol tan distinto del croata entre un partido y el siguiente. Pero al final el talento encuentra su camino y se abre paso, y Hezonja es un gran talento, que además parece haber llegado a Madrid con la actitud correcta, en la madurez de su carrera. A su compromiso y solvencia en defensa me remito, de los que algunos dudaron antes de su llegada.

¿Hasta cuándo nos durará Musa?

Las fugas a la NBA de los últimos años han dejado un poso de pesimismo preventivo en la afición blanca, mejor no ilusionarse mucho si un jugador joven sale bueno. Se da por sentado que se lo llevarán allende el mar, y empiezo a escuchar ese murmullo con Dzanan Musa, sensación del equipo en el arranque de curso. Y mira, no, relajemos un poco el esfínter, cada caso tiene sus matices y encontramos ejemplos en ambos sentidos. El más cercano Yabusele, que llegó a Madrid con 25 años y contrato por una sola temporada, con vistas a regresar a EEUU, y ahí le tenéis, asentado en la capital y renovado hasta 2025.

Se me ocurren varios factores que condicionan la probabilidad de fuga de un jugador a la NBA.

1.- Cuando ya ha estado previamente en EEUU y se ha vuelto con el rabo entre las piernas se le pasa el gusanillo de probarse y de probarlo. Hay otros factores para volver, principalmente el económico (pregunten a Chacho), pero ya menos probables. Por suerte, la práctica totalidad de la columna vertebral del roster blanco está de vuelta de la NBA: Deck, Poirier, Tavares, Hezona, Yabusele y el propio Musa. Esto cuenta el bosnio de su tiempo allí: “No jugué en mi posición, mi rol era tipo 3&D, estar quieto en la esquina y defender, y ese no es mi juego. Tenía que adaptarme y no lo hice, no me gusta culpar a los demás de mis fracasos”. Parece tener claro que su juego requiere del balón en sus manos en ataque, un rol que las franquicias reservan a la estrella o dos estrellas de cada equipo, no a un europeo de segundas nupcias que ya pasó por la liga sin pena ni gloria. Un eventual regreso a la NBA sería picando piedra en un rol secundario de 3&D y salario acorde.

2.- Hay un factor cultural: el jugador europeo tiene por definición mucha menos presión social por jugar en la NBA que por ejemplo el argentino o de otro país random, puesto que en Europa hay competiciones locales y supranacionales de mayor nivel y presupuestos. No deja de ser la segunda división mundial y quedarse no se percibe como un fracaso.

3.- Hay también una cuestión de edad. Musa terminará esta temporada con 24 años: puede parecernos un pipiolo, y lo es, pero no necesariamente a ojos de las franquicias americanas. A esas no les gusta la sopita recalentá, no buscan jugadores FIBA más o menos consagrados sino prospects bien tiernitos, elegirlos en el draft en cuanto cumplen la edad mínima (19) y terminar de formarlos allí. Si hace falta, a caballo entre la NBA y la G-League (miren Garuba). ¿Cuántos jugadores europeos ‘consagrados’ en sus ventitantos conocéis que se hayan ido recientemente a la NBA? Este verano solo se me ocurre Fontecchio (26) a Utah, la excepción que confirma la regla.

4.- Incluyo un último punto un poco más subjetivo, relacionado con la trayectoria y el carácter. Los jugadores a la edad de Musa suelen tener la cabeza llena de pájaros, pero a él ya le ha tocado comer bastante mierda en su carrera (Brooklyn + Efes). Sabe lo que cuesta llegar arriba y lo valora, lo repite cada vez que tiene un micro delante. Por eso cuesta imaginarle subiéndose al primer tren NBA que pase por delante, en plan Campazzo. En la entrevista que le hizo Alex Madrid en Eurohoops se muestra humilde pero sin falsa modestia, confiado pero sin arrogancia. Maduro, vaya. Ah, y un detalle. El periodista le pidió varias fotos para ilustrar la entrevista, una de ellas la típica en el centro de la pista de entrenamiento, sobre el escudo del club. Musa solo aceptó si se ponía detrás, a costa de complicar el plano, pero en ningún caso pisar el escudo. Sea por respeto o por superstición, es el tipo de detalles que uno aprecia como aficionado, que aunque seamos de la «segunda división» tenemos también nuestro corazoncito.

Nuevo entrenador pero misma estrella: Tavares guía al Madrid a otra Supercopa

Remontando 12 puntos y con Tavares, una vez más, marcando la diferencia en ambos aros. El cambio de inercia en los Barca-Madrid que arrancase en mayo, en la semifinal de Final Four, se solidifica en el inicio de curso con este título blanco de Supercopa. Por cierto, el quinto consecutivo, trofeo fetiche. Es también el primer título de la era Chus Mateo, al menos con él oficialmente de primer entrenador, un chute de confianza para construir desde la tranquilidad que dan las victorias. A botepronto podemos afirmar que el equipo mantiene una de sus principales señas de identidad de la era Laso, el carácter competitivo, una mezcla de determinación, oficio y corazón que permite remontar finales como la de hoy, que pintaba bien fea.

Aunque, en honor a la verdad, hay cosas que pulir, la gestión fue discreta en términos generales. Los blancos perdieron más balones que asistencias repartieron, 16 a 13, síntoma inequívoco de espesura. A lo que contribuyó también Chacho Rodríguez, terrible su torneo, físicamente como si tuviese 45 años en vez de 36. Parece mentira que haya hecho la pretemporada completa con el equipo.

Pero volvamos al partido, y al nuevo entrenador: la planificación del último ataque del tiempo reglamentario dejó que desear, así como la asignación de jerarquías (Llull sigue siendo el que más lanza, 5/16 tiros) o el aprovechamiento de la gran ventaja del plantel, su profundidad. Cuatro jugadores se fueron a más de 35 minutos en pista, que se traduce en cansancio propio y banquillazo ajeno. Pienso por ejemplo en Mario Hezonja, una de las apuestas importantes de la sección este verano y uno de los mejores anotadores de la Euroliga las dos últimas temporadas. No lanzó a canasta ni rascó bola en todo el partido, ni siquiera en la sequía de la primera mitad, acabó con 0/0 tiros. Básicamente porque no hay ningún sistema pintado para él. Que sea el reserva de Tortuga no significa que se le fichase para 10 minutos de intendencia y esperar en la esquina. Si no se le integra ahora, imaginad según regresen lesionados. Por cierto, coach M informó en la rueda de prensa de que Hanga y Rudy estarán fuera un tiempo.

La era del Gigante Verde

Medio torneo corresponde a Tavares, faro absoluto del Madrid desde hace 2-3 temporadas, aunque a la afición le cueste un poco asumirlo por el prejuicio estético heredado de la era Laso, de que las estrellas tienen que ser exteriores y cancheras. 41 de valoración en el cuarto y último partido de la final ACB en junio, 40 hoy en la final de Supercopa, ambas contra el Barca. Actuaciones de leyenda que ganan campeonatos. Mientras las viudas siguen suspirando por Campazzo, el Madrid va ganando títulos a lomos de Edy.

No es solo que sea bueno y enorme, es que cada curso juega mejor que el anterior, fruto de su compromiso, humildad y ética de trabajo. Pensad, por ejemplo, que cuando llegó a Madrid apenas rondaba el 50% en tiros libres: hoy no sorprende que se casque este 10/11 en la final, o esa canasta de media distancia clave en la prórroga. Pero no solo es el tiro, mirad cómo entiende ahora el juego, define con la zurda y, sobre todo, cómo gestiona las emociones. Ha reducido ese ratio tan dañino de técnicas por protestar y de faltas inútiles, hasta convertirse en el jugador más determinante de la Euroliga tras Micic.

A su lado ha brillado el dúo exterior titular, Musa y Deck, de lo mejor también del continente en su puesto por presente y sobre futuro a corto plazo. Tortuga, reciente MVP de la Copa América, tiene tres cosas en común con Tavares: juega feo, cada año es mejor y nos acordamos de él menos de lo que deberíamos. En la final, decidida por solo 6 de diferencia, el balance del Madrid en sus minutos ha sido de +23…

El desembarco Musa

A quien no le van a faltar focos es a Dzanan Musa. Su desembarco en Madrid está siendo atronador. La Supercopa, su debut oficial de blanco, ha descartado de un plumazo cualquier duda de que el Eurobasket o la pretemporada hubieran sido un espejismo. Tiene solo 23 años y dos semanas en el equipo pero ya se ha erigido en uno de sus líderes espirituales y en primera espada ofensiva exterior. Es puro carisma, rezuma confianza, a man on a mission. Además, su sangre caliente y juventud no se traducen en precipitación o malas decisiones ocasionales, como sería entendible. Al contrario, su selección de tiro es digna de veterano: 14/22 de campo en el torneo. Por cierto, esas penetraciones con eurostep son canelita en rama.

Musa fue el sostén anotador del equipo en muchos tramos de la final, y responsable junto a Llull de la remontada en el tercer cuarto. Su capacidad de generar juego desde bote elimina o al menos reduce el principal déficit de la plantilla desde la marcha de Facu. Por edad, nivel y carácter, se me antoja el fichaje más ilusionante de la sección en el último lustro, una incorporación estratégica si confirma su adaptación/evolución y ahuyenta cantos de sirena allende el mar…

Disculpad de antemano mi entusiasmo jaranoso, quizá exagerado, pero son demasiados años tratando de ilusionarme y vender el pollino con fichajes de exteriores para empatar, de viejas glorias y sopita recalentá. Y no hay motores en este negocio como la ilusión y la novedad. Es solo una Supercopa, sin Mirotic y con Satoransky a medio gas, no da para conclusiones categóricas, pero es empezar ganando, seguir ganando.