La cobertura televisiva de la NBA en España data de los años 80. El material entonces era escaso, apenas un partido en diferido los sábados por la mañana (después movido a horarios clandestinos) y algún programa resumen. Pero los medios humanos eran notables, en calidad, que no en cantidad. Cómo olvidar aquel “Cerca de las estrellas” con Ramón Trecet y Vicente Salaner, o las retrasmisiones de Esteban Gómez o del propio Trecet (“¡Ding, dong!”). El nivel no decayó cuando los derechos pasaron de TVE a Canal Satélite en 1995 (con un año de apagón entre medias), donde el inimitable Andrés Montes hizo pareja con el prestigioso Santiago Segurola. Lucían unos aparatosos cascos-micrófono estilo hormiga atómica en un plató tamaño cuchitril. Cuando Segurola se marchó, para centrarse en su labor de redactor jefe en El País, le sustituyó Antoni Daimiel.
Aunque eclipsado en sus comienzos por la efervescencia de Andrés Montes, Daimiel maduró, perdió timidez y se convirtió en un magnífico comentarista (discreto, inteligente y oportuno), además de formar una entrañable pareja humana con su compañero de retransmisiones. Desde el inicio del desembarco de españoles en la NBA comenzó una época dorada de los medios destinados a la cobertura televisiva de la Liga (número de emisiones semanales y de personal empleado), pero una crisis en la calidad de los periodistas. Hace dos veranos, plus.es organizó un casting de narradores para la NBA. En una entrevista informal, tomando un té y con la grabadora apagada, Daimiel confesó que aquello fue un fracaso, y que acabaron saliendo del paso con un par de narradores de otros deportes de la plantilla de Sogecable. Periodistas de escaso bagaje y con nula vinculación al baloncesto. Esa solución de urgencia se alarga ya un año y medio. Hoy, la voz y cara de la NBA en España son:
– Ramón Fernández, (para los despistados: el cuarentón del flequillo a lo brit-pop) es la continuación de eruditos de la música comentando NBA que iniciasen Ramón Trecet, Santiago Segurola o Andrés Montes. Su campo es el pop-rock (60’s-70’s y 80’s), lo que no excluye para que sepa bastante de baloncesto (suficiente para ponerse tras un micro). Su problema es que no sabe transmitirlo. Se nota que es periodista forjado en prensa escrita y muy a menudo se pierde construyendo frases retóricas, impropias del directo televisivo. Tampoco ayuda el hecho de compartir retransmisión con los narradores más flojos de la cuadrilla. Perfil similar al del gran Segurola, pero con menos clase y peor comunicador. Además, se le ve mucho el plumero, que es de los Suns. Lo que está bien (a todos nos gusta el run & gun), pero si Phoenix va ganando de 25 en casa al último de la Liga durante los minutos de la basura, está fuera de lugar cacarear con sarna cada mate o cada triple.– Nikola Loncar. ¿Cuál es la relación de Loncar con la NBA? ¿Jugó allí, por lo que tendría un interesante conocimiento de la Liga desde dentro? No. Entonces, ¿por qué un ex-jugador extranjero (que necesariamente habla peor el castellano que un español) sin título de periodista comenta NBA? Es yerno de Radomir Antic, analista futbolístico de la Cadena SER y ex-entrenador, un poder fáctico en los medios deportivos españoles en general, y en el Grupo Prisa en particular. La cadencia de voz de Loncar es monótona, de ritmo plano, ideal para sobarse de madrugada. Compartir retransmisiones con David Carnicero oculta sus carencias, aunque se le nota cierta progresión. Nos gustan sus camisetas de gigoló de sábado noche.
– Antonio Rodríguez. “¡Fucka, por Dios, juégatela al poste, es que no te das cuenta!”. Son los gritos que el comentarista repitió durante varios minutos al por entonces pívot del Barcelona durante la narración de un encuentro de Euroliga frente al Olimpia Ljubljiana de hace unos años. Antonio Rodríguez es una de las personas que más saben de baloncesto en este país, una auténtica biblioteca, y no sólo de NBA, sino también de NCAA y FIBA. Transmite en antena su pasión y entusiasmo, que imaginamos que en su vida personal debe alcanzar cotas enfermizas. El problema es precisamente ese exceso de pasión, fronterizo con el forofismo, impropio de un periodista. Transmite la sensación de frustrado entrenador de categorías inferiores. Como ejemplo, aquellos gritos exaltados a Fucka en antena, fuera de lugar.
– David Carnicero. Con Daimiel alejado de los directos, Carnicero es el más fiable del equipo. Narra con intensidad, disimula las carencias de sus compañeros y maneja el tempo de la retransmisión sin perderse en batallas paralelas. Sabe vender el producto, fundamental en un programa en horario de madrugada. Será el narrador titular de Digital+ durante bastantes años. Dos pero’s: pierde la objetividad cuando hay un español en pista («periodismo de bandera») y abusa de motes importados en inglés (falta de originalidad, a diferencia de su antecesor Andrés Montes).
– Guillermo Giménez. Para los menos familizarizados, es un narrador de mediana edad, moreno, medio calvo y algo regordete (del que no circula foto en internet). Sus habilidades de comunicación televisiva son cuestionables. Trata de imitar las conversaciones sobre lo cotidiano de Montes y Daimiel, pero le falta gracia propia y complicidad con el compañero de turno. Esas cosas, cuando no salen naturales quedan ridículas. Igual que sus apelaciones en segunda persona a los jugadores, como si le escuchasen. En los descansos y tiempos muertos se recuesta sobre la silla en actitud indolente. Vamos, un primor.
– Completan el equipo: Antonio Lamolda (joven narrador fanático de Kobe y los Lakers), Pablo Moreno (con gafas y una nariz que parece postiza: narrador solvente, aunque con poco vuelo en baloncesto) y José Ajero (realiza reportajes, más tópicos que reveladores, para aliñar descansos y tiempos muertos, siempre con música R&B de fondo).
Vicente Salaner: “La NBA no es golf ni tenis, es un producto enlatado a miles de kilómetros que no se contenta con el frío y pausado comentario técnico, sino que precisa de un poco de gracia y guindilla”.