La Supercopa baja el suflé

Decepcionante la Supercopa del Madrid, que baja un poco el suflé en los albores del nuevo proyecto. Y eso que este curso sí se ha hecho una pretemporada de verdad, larga y con muchos efectivos. Pero la competición real no espera y el equipo blanco está todavía en pañales, a varios niveles. Una derrota que aterriza a una opinión pública embriagada de novedad e instalada en cierto optimismo mágico. Quizá sea mejor así.

El Madrid ya fue peor que el Tenerife en la semifinal, pese a ganar, y contra Valencia fue tanto el cántaro a la fuente que se acabó rompiendo. Y eso que los taronja llegaban con bajas sensibles y abrieron la puerta con los fallos desde el tiro libre (12).

Los blancos acusaron, entre otros factores, la escasa aportación de los fichajes, que no dejan de ser la llave para un salto de calidad. Pesó tanto el desacierto de unos (digamos Kramer-Procida), como la lesión de Maledon (llamado a ser clave en la generación desde bote) y las rotaciones obligadas por el overbooking de extracomunitarios (=tener que descartar a Okeke en la final).

De todos modos, tampoco me acuesto particularmente preocupado, el margen de mejora es enorme, una plantilla con mimbres para competirlo todo, incluido en Europa. Lo pensaba anteayer, lo pienso hoy y lo pensaré el mes que viene. No caigamos en el calentón de repartir a la ligera carnets de nivel Real Madrid sí o no. La paciencia como ingrediente.

Síntomas familiares

Ahora bien, Scariolo y su nutrido cuerpo técnico tienen una montaña de trabajo por delante en las próximas semanas para involucrar a todos, definir roles/status y engrasar sistemas. La derrota contra Breogán en pretemporada dejó algunas pistas y la Supercopa las viene a confirmar: no estamos aún, y va a llevar un tiempo. Buen momento para redimensionar expectativas de corto plazo, quien esperase un salto inmediato al hiperespacio con el nuevo proyecto, que los había, mejor que espere sentado.

En realidad, los síntomas del Madrid por ahora nos resultan sospechosamente familiares: más pérdidas que asistencias, Tavares obcecado con el arbitraje, excesivo protagonismo de Llull a su edad y Hezonja abusando de triples fuera de sistema (3 de 12 en la final). Llama la atención Bruno, que acabó bien la temporada pasada y regresó aún mejor del Afrobasket, campeón y Quinteto Ideal. Apuntaba a stepup este curso, pero entre la recta final de pretemporada y la Supercopa parece haber retrocedido a sus primeras semanas de blanco, nervioso y errático, superado por Garuba en la rotación como primer reserva de Tavares. Sospecho que no es el favorito del técnico y además, como definidor, es quien más acusa la baja de Maledon como habilitador de la segunda unidad.

El apunte positivo que se lleva el Madrid de Málaga es el nivel de Gaby Deck a su regreso tras nueve meses KO. Había dudas razonables, empezando por el que escribe, pero fue el más valorado el fin de semana (34) y más importante que los números fue verle sin miedo cargando el rebote y atacando el aro. Su juego, vaya, que no vimos el curso pasado. El argentino es por ahora el mejor ‘fichaje’ de este Madrid, y quizá del que menos esperábamos. Nos está bien empleado.

Como resumen, la Supercopa sirve como cura de humildad para los que hicieron de menos cada éxito de Chus Mateo, alegando que el triplete nacional era el mínimo exigible. No, oiga, cada título tiene su mérito, incluida la pasada ACB, de la que solo han transcurrido tres meses y en la que el Madrid barrió en la final al mismo Valencia con el que no pudo ayer.

Al son de Campazzo, la batuta que faltaba

Campazzo lo retoma exactamente donde lo dejó cuando se fue a hacer las Américas, levantando títulos colectivos y trofeos individuales: campeón de Supercopa y MVP del torneo. Y es que, cuando uno está donde de verdad encaja, el talento fluye y los resultados llegan por decantación. Su regreso pasó relativamente desapercibido este verano, quizá por esperado, porque los aficionados somos unos yonkis de la novedad y Facu parecía ‘sopita recalentá’. Preguntado en una entrevista esta semana, antes de la Supercopa, Hezonja en cambio lo tenía clarinete: «Hemos fichado al mejor jugador que había en mercado». Con Micic allende el mar resulta difícil negarle a Campazzo el status de mejor base del continente, para muestra un botón. 36 puntos, 10 asistencias y 44 de valoración el fin de semana en Murcia.

Durante sus casi tres años de ausencia y sin invertir el Madrid en un verdadero recambio de élite, se encontraron vías para competir, mucho mérito, hasta se ganó la Euroliga este mayo. Pero con Facu todo es más sencillo, no hay que parchear. El quinteto es equilibrado, la rotación más lógica, con un base que no cojea en ninguno de los dos aros y que libera a Musa de responsabilidad en la generación desde bote. Sus soluciones a sistema roto tapan parte de las carencias de la pizarra de Chus en ataque estático, uno de los grandes déficits del equipo el curso pasado. Lo único, eso sí, que nadie olvide poner una vela por su salud, porque se vienen minutadas semanales en Euroliga y hay muchos huevos puestos en esa cesta.

Balón de oxígeno para Chus

Del título de Supercopa digo lo de todos los septiembres (y van seis seguidos!), que será el menos relevante de los cuatro torneos de la temporada pero que a nadie amarga un dulce. Sobre todo a Chus Mateo, al que le compra unos meses de confianza de la directiva tras el desenlace tan feo del curso pasado, con ese baño del Barca en la final ACB. Aunque también os digo que mientras Scariolo siga en mercado, sin equipo (España al margen), escucharemos el murmullo sobre el banquillo a poco que se pierdan dos partidos seguidos.

Volviendo a la Supercopa, los marcadores no fueron abultados pero el equipo blanco transmitió en los dos partidos cierta sensación de superioridad, de disponer de una marcha más que los rivales cuando hizo falta, sobre todo atrás. Estamos empezando y tienen más caras nuevas que el Madrid, pero el Barca (rival directo en todas las competiciones) encara una montaña de trabajo por delante. A botepronto diría que la marcha de Jasikevicius es un alivio para el RM, como lo fue en su día la de Xavi Pascual. Con sus defectos, que también los tienen, es gente que ponía bastante alto el listón competitivo y te obligaba siempre a dar una buena versión para ganar. Grimau es un novato absoluto en la élite y algunos fichajes son de más ruido que de nueces.

Willy Hernagómez ha firmado 2.4M netos anuales (casi cinco brutos), el salario más alto de la ACB y top-5 Euroliga, un sobreprecio enorme por el factor morbo, puro laportismo. WHG es un pichichi de la zona, un jugador de nivel, faltaría más, pero ni era la posición donde el FCB necesitaba romper el cerdito ni con esas carencias puede ser referente a tiempo completo de un contender a la Eurolga, lo que pide ese salario. Porque esto se sigue jugando a dos aros y el basket FIBA exige un mundo en defensa de los pívots, no solo contener a su par, sino por ejemplo emparejarse con un pequeño a siete metros si hay cambio y hacer ayudas / intimidar cuando un rival desborda a un compañero. Willy no tiene nada de eso, nunca lo ha tenido y canta por soleares contra rivales top. Facu olió esa debilidad y la martilleó en semis, entrando por la zona como Pedro por su casa, que por allí se decidió el partido. 56 puntos recibidos en la pintura el Barça.

Poirier y Musa, reforzados

La final contra Unicaja dejó una estadística curiosa, ese -11 del Madrid con Tavares en pista. No que Edy jugase mal, que lo hizo a su nivel, pero acabó exhausto tras una minutada del tirón en la segunda parte, emparejado con Osetkowski que le sacaba de la zona. Pasa que Chus es más bien amarrategui, ya lo sabemos, y siendo una final le costaba sentarle y meter a Poirier, como pedía el partido a gritos. Bien, fue salir el francés fresco en el último cuarto y romperse la final, a medida que empezó a combinar con los bases. +12 en sus minutos, esperemos que CM tome nota. No dispone este curso de tantos recursos desde el banquillo (ahí se nota la mordida de la desinversión) como para desaprovechar el más valioso, los minutos de Vincent a poco que le respete la salud más que el año pasado.

Y otro que arranca con buen pie el curso es Musa, despejando de un plumazo casi cualquier duda por su nivel en primavera, a la que llegó exhausto física y mentalmente. Abrió al Barca en canal el sábado con 22 puntacos en la segunda parte, lanzando de tres según recibía y entrando como cuchillo. Desde un rol más de ejecutor y con menos bote, el que permite Campazzo, y cumpliendo mejor atrás. Ese trabajo físico en verano que se note. Hay escolta titular para años… si conseguimos renovarle, que acaba contrato en junio, como Edy y Mario. Sinceramente, no veo mayor prioridad en la sección que amarrar la continuidad de los tres. Con ellos más el dúo argentino los títulos pueden ir cayendo como fruta madura los próximos años, sirva de aperitivo esta Supercopa.

Nuevo entrenador pero misma estrella: Tavares guía al Madrid a otra Supercopa

Remontando 12 puntos y con Tavares, una vez más, marcando la diferencia en ambos aros. El cambio de inercia en los Barca-Madrid que arrancase en mayo, en la semifinal de Final Four, se solidifica en el inicio de curso con este título blanco de Supercopa. Por cierto, el quinto consecutivo, trofeo fetiche. Es también el primer título de la era Chus Mateo, al menos con él oficialmente de primer entrenador, un chute de confianza para construir desde la tranquilidad que dan las victorias. A botepronto podemos afirmar que el equipo mantiene una de sus principales señas de identidad de la era Laso, el carácter competitivo, una mezcla de determinación, oficio y corazón que permite remontar finales como la de hoy, que pintaba bien fea.

Aunque, en honor a la verdad, hay cosas que pulir, la gestión fue discreta en términos generales. Los blancos perdieron más balones que asistencias repartieron, 16 a 13, síntoma inequívoco de espesura. A lo que contribuyó también Chacho Rodríguez, terrible su torneo, físicamente como si tuviese 45 años en vez de 36. Parece mentira que haya hecho la pretemporada completa con el equipo.

Pero volvamos al partido, y al nuevo entrenador: la planificación del último ataque del tiempo reglamentario dejó que desear, así como la asignación de jerarquías (Llull sigue siendo el que más lanza, 5/16 tiros) o el aprovechamiento de la gran ventaja del plantel, su profundidad. Cuatro jugadores se fueron a más de 35 minutos en pista, que se traduce en cansancio propio y banquillazo ajeno. Pienso por ejemplo en Mario Hezonja, una de las apuestas importantes de la sección este verano y uno de los mejores anotadores de la Euroliga las dos últimas temporadas. No lanzó a canasta ni rascó bola en todo el partido, ni siquiera en la sequía de la primera mitad, acabó con 0/0 tiros. Básicamente porque no hay ningún sistema pintado para él. Que sea el reserva de Tortuga no significa que se le fichase para 10 minutos de intendencia y esperar en la esquina. Si no se le integra ahora, imaginad según regresen lesionados. Por cierto, coach M informó en la rueda de prensa de que Hanga y Rudy estarán fuera un tiempo.

La era del Gigante Verde

Medio torneo corresponde a Tavares, faro absoluto del Madrid desde hace 2-3 temporadas, aunque a la afición le cueste un poco asumirlo por el prejuicio estético heredado de la era Laso, de que las estrellas tienen que ser exteriores y cancheras. 41 de valoración en el cuarto y último partido de la final ACB en junio, 40 hoy en la final de Supercopa, ambas contra el Barca. Actuaciones de leyenda que ganan campeonatos. Mientras las viudas siguen suspirando por Campazzo, el Madrid va ganando títulos a lomos de Edy.

No es solo que sea bueno y enorme, es que cada curso juega mejor que el anterior, fruto de su compromiso, humildad y ética de trabajo. Pensad, por ejemplo, que cuando llegó a Madrid apenas rondaba el 50% en tiros libres: hoy no sorprende que se casque este 10/11 en la final, o esa canasta de media distancia clave en la prórroga. Pero no solo es el tiro, mirad cómo entiende ahora el juego, define con la zurda y, sobre todo, cómo gestiona las emociones. Ha reducido ese ratio tan dañino de técnicas por protestar y de faltas inútiles, hasta convertirse en el jugador más determinante de la Euroliga tras Micic.

A su lado ha brillado el dúo exterior titular, Musa y Deck, de lo mejor también del continente en su puesto por presente y sobre futuro a corto plazo. Tortuga, reciente MVP de la Copa América, tiene tres cosas en común con Tavares: juega feo, cada año es mejor y nos acordamos de él menos de lo que deberíamos. En la final, decidida por solo 6 de diferencia, el balance del Madrid en sus minutos ha sido de +23…

El desembarco Musa

A quien no le van a faltar focos es a Dzanan Musa. Su desembarco en Madrid está siendo atronador. La Supercopa, su debut oficial de blanco, ha descartado de un plumazo cualquier duda de que el Eurobasket o la pretemporada hubieran sido un espejismo. Tiene solo 23 años y dos semanas en el equipo pero ya se ha erigido en uno de sus líderes espirituales y en primera espada ofensiva exterior. Es puro carisma, rezuma confianza, a man on a mission. Además, su sangre caliente y juventud no se traducen en precipitación o malas decisiones ocasionales, como sería entendible. Al contrario, su selección de tiro es digna de veterano: 14/22 de campo en el torneo. Por cierto, esas penetraciones con eurostep son canelita en rama.

Musa fue el sostén anotador del equipo en muchos tramos de la final, y responsable junto a Llull de la remontada en el tercer cuarto. Su capacidad de generar juego desde bote elimina o al menos reduce el principal déficit de la plantilla desde la marcha de Facu. Por edad, nivel y carácter, se me antoja el fichaje más ilusionante de la sección en el último lustro, una incorporación estratégica si confirma su adaptación/evolución y ahuyenta cantos de sirena allende el mar…

Disculpad de antemano mi entusiasmo jaranoso, quizá exagerado, pero son demasiados años tratando de ilusionarme y vender el pollino con fichajes de exteriores para empatar, de viejas glorias y sopita recalentá. Y no hay motores en este negocio como la ilusión y la novedad. Es solo una Supercopa, sin Mirotic y con Satoransky a medio gas, no da para conclusiones categóricas, pero es empezar ganando, seguir ganando.

El Madrid vuelve a cabalgar

La Supercopa se suele interpretar según te venga el viento: se la hace de menos cuando se pierde y se la ensalza cuando se gana. Mi reflexión hoy no va tanto por el valor en sí del título (por cierto, cuarto consecutivo), sino por el valor moral para el Madrid. El de volver a ganarle una final al Barca, después de las humillaciones del año pasado en la Copa del Rey y los playoffs ACB. El nuevo proyecto Laso (11.0) se sacude complejos con esta Supercopa y vuelve a mirar a los ojos al rival directo. Roma no se construyó en un día, pero las tornas empiezan a cambiar, porque la sensación es de que aún hay margen de mejora, según regresen lesionados y Tavares tome el pulso a la temporada. Sí, el Madrid vuelve a cabalgar.

Vista en perspectiva, fue una victoria de mucho mérito, que no vinieron de cara precisamente: por las cuatro bajas sensibles en la rotación (por solo una del Barca, Sanli), por el arbitraje, antipático por momentos, y por los 19 puntos de desventaja que se llegaron a registrar en la segunda mitad.

La recuperación la lideró Llull, que sorprendentemente se quedase en solo siete minutos en la semifinal, sin problemas físicos aparentes. Los lujos de una plantilla tan larga. Cuando todo pintaba negrísimo en la final, el balear insistió en una remontada imposible, empachándose a anotar (24 puntos), confirmando lo que suponíamos, el primero Laso: que en este momento de su carrera a Llull le sienta mejor el rol de escolta ejecutor que el de base director. El balear rompió a llorar después del partido, viene de cuatro años de mucha frustración acumulada.

Un Barca sin músculo

Bajando al detalle, Llull supo leer y exprimir la debilidad defensiva exterior del Barca este curso en comparación con el pasado. Porque no es lo mismo que te defiendan Bolmaro o Hanga a que lo hagan Laprovittola o Jokubaitis. A los números me remito: el Barca dejó a los blancos en 73 puntos en la Copa del Rey hace siete meses y en una media de 74 en la final ACB hace solo tres. Hoy un Madrid mermado le ha endosado 88.

Laprovittola brilló al nivel al que nos acostumbró en Goya, es decir, valoración negativa, perdiendo balones y vaporoso atrás. Nuestro caballo de Troya en Barna. Tampoco Rokas, el favorito de los insiders wannabe, estuvo mucho mejor: clase tendrá a espuertas pero le falta todavía mili hasta la élite. Alocén, que emergió tras el banquillazo de semis, le enseñó claramente chapa en el duelo de bases jóvenes (20 años ambos). La defensa y dirección del maño resultaron claves en la remontada, sobre todo en comparación con Heurtel, nefasto en ambos aros en el arranque de segunda parte, que coincidió con la escapada del Barca. No volvió a jugar…

Nigel Williams-Goss, por su parte, sin necesidad de mucho protagonismo, despeja en la Supercopa muchas de las dudas y comentarios (bastante apresurados, la verdad) que despertase su pretemporada. 12 puntos en la segunda mitad ante Tenerife y dos triples clave hoy en los últimos cinco minutos (registró el mejor +/- de los 24 jugadores de la final: +16). Poco que reprochar para sus dos primeros partidos oficiales de blanco. Insisto, paciencia con él, si no queréis ser carne de memes en unos meses: según se vaya soltando hay base anotador de quilates.

La pintura blanca habla francés

A falta de Tavares, muy desubicado por ahora a su regreso del Afrobasket, emergió en la pintura Poirier como un coloso, castigando en pick and roll y omnipresente en el rebote. La estadística le da 11 capturas pero tocó o desvió otra docena, muchos de los cuales acabaron en rebote blanco. El center galo, discreto en los JJOO con Francia y superado por Gasol en la final ACB (estaba recién aterrizado), justifica de golpe todas las esperanzas depositadas en él a su llegada, que fueron muchas. Llull es justo MVP, pero igual de justo lo hubiera sido Vicente. Pensad que el año pasado teníamos a Felipe y a Tyus desde el banquillo y este año sale Poirier, ya asentado, que sería titular en 15 equipos de Euroliga…

Y qué lugarteniente tiene en su compatriota Yabusele, limitado en la final por personales, pero el más destacado en el durísimo encuentro de semis. Era el mejor cuatro en mercado este verano y reclutarlo es una operación de campanillas, se mire por donde se mire. Yabu no tendrá la finura técnica de Thompins o incluso de Randolph (le quedan años para desarrollarla), pero lo compensa con ese físico portentoso, moviendo como una gacela 123 kilos en cuerpo de 203 cms. Un milagro de la evolución.

Los que están, con cuatro jugadores nuevos y 10 entrenamientos mal contados, han alcanzado para mojarle la oreja al Barca en la Supercopa. Si le sumamos los que están por llegar, este Madrid da para ilusionar: no se me ocurre conclusión más importante esta noche.

Mis apuntes de la pretemporada blanca

Spoiler para agoreros: solo ha sido pretemporada. Estamos acostumbrados a balances casi impolutos en los amistosos, no al 1-2 de este verano, y la derrota en la parroquia blanca suele ir acompañada de conclusiones fáciles y catastróficas. Incluso después de solo cuatro entrenamientos, como es el caso. Pero, seamos adultos, el resultado a estas alturas no tiene mayor valor, lo importante (si es que hay algo) es el rodaje y las sensaciones, y de esas trataré.

Ha sido una pretemporada corta, de solo tres partidos (la media en cursos previos era de 5-6), marcada por las bajas en el juego interior. Thompkins y Randolph no han regresado todavía de sus respectivas lesiones, es más, según informa Sánchez-Blas, tampoco hay fecha estimada: «Aún les queda tiempo para reaparecer». Con Randolph no contábamos hasta aproximadamente noviembre, lo de Trey nos coge con el pie cambiado, pero las artroscopias pueden ser traicioneras y el tiempo de recuperación variable. Su baja significa que Yabusele es el único ala-pívot puro de primer equipo en el roster para el arranque de competición. No le vendrá mal para acelerar su integración: en pretemporada dejó una gran actuación en su primer partido (19 puntos y este matazo) pero otros dos más discretos.

Un primer apunte de los amistosos ha sido el sorpasso entre canteranos, de Eli John Ndiaye a Tristan Vukcevic, que apuntase buenas maneras el curso pasado como parche interior. Ndiaye, senegalés nacionalizado, parece llamado a ese rol este curso y, ojo, que puede significar unos cuantos minutos hasta el regreso de Trey. En pretemporada ha jugado bastante y cumplido en ambos aros: tira mejor que (el primer) Garuba y es más duro atrás que Vukcevic.

El peaje FIBA

En otro orden de cosas, el Madrid ha pagado y seguramente pague en el arranque de curso (incluida la Supercopa) el peaje de ser el equipo de toda Europa con más convocados por selecciones en torneos internacionales: seis en los JJOO más Tavares, la estrella del roster, en el Afrobasket, del que fue eliminado (al fin) anoche en semifinales. Es decir, siete, la mitad exacta del plantel. Por comparar, el Barca solo ha perdido a dos, ningún titular, Abrines y Laprovittola, que Mirotic dio calabazas a España este verano…

Los internacionales se incorporan más tarde a los entrenamientos, lo hacen menos descansados y sin haber podido dedicar tiempo en verano a entrenamiento personal, sea físico o técnico. El periodo estival es el momento, para aquellos con la ambición, de pulir carencias o ampliar repertorio, que después, en la vorágine de temporada, con este calendario tan saturado, los entrenamientos son para preparar el siguiente partido y poco más. No es casualidad que los dos jugadores más finos del Madrid esta pretemporada hayan sido dos de los que sí han podido descansar y hacer todos los entrenos: Hanga y Causeur.

Los bases

La principal atracción de la pretemporada era quizá ver por primera vez en acción y de blanco a los dos nuevos bases, llamados a tapar el socavón en el puesto desde la marcha de Campazzo hace ya nueve meses. Y ninguno de los dos ha brillado, para qué engañarnos, y seguramente de ahí el chasco de algunos aficionados impacientes.

Con Heurtel sabíamos a quien fichábamos, sus lagunas defensivas no pueden cogernos por sorpresa a estas alturas. A cambio, ha enseñado cositas interesantes en ataque, especialmente su capacidad de encontrar en estático al hombre abierto, una virtud que perdimos en buena medida a la fuga de Facu. También ha jugado algún buen 2×2 con Poirier, un recurso a explotar este curso en la segunda unidad. Resulta lógico que la adaptación de Thomá sea más rápida: habla el idioma, conoce la ACB y tiene padrinos en el vestuario.

En comparación con él, Nigel Williams-Goss es un paracaidista en Goya. Esperamos mucho de él porque tiene 26 años y mucha clase, porque nos va el proyecto en ello. Tal y como está configurada la plantilla, de su evolución depende en buena medida el techo del equipo este año. Porque Heurtel puede sumar, y bastante, pero a medio plazo no deja de ser un jugador unidemensional, manolete desatascador, y a su edad ya ha tocado techo.

Y quizá porque de Nigel esperamos mucho, su discreto nivel en pretemporada ha levantado runrun en la parroquia más ceniza. En los tres amistosos se le ha visto apocopado, obediente pero falto de iniciativa, tratando de ejecutar escrupulosamente los sistemas. El de base es el puesto tácticamente más complejo del quinteto y Nigel parece estar todavía procesando el sistema Laso. Solo cuando domine la partitura empezará a salirse de guión, improvisar y volar alto. Roma no se construyó en un día.

También necesitará ponerse en forma, que su estado físico no es precisamente óptimo (para eso están las pretemporadas). Se casó hace solo 10 días en un bodorrio en Oregón, y se le nota poco definido, sin chispa. No es que sea un atleta, tipo Baldwin, sus puntos llegan más por muñeca que por piernas, pero como para desbordar a Tomás Bellas sí… Un voto de confianza para él y para todo el equipo, la plantilla tiene más sentido que la del año pasado, pero hay más piezas nuevas que acoplar.

Facu: si fue una despedida, fue una a la altura

Nos hace un roto yéndose, pero tiene nuestra bendición. Puede haber sido perfectamente la última final de Campazzo en el Madrid, la siguiente no tocaría hasta mediados de febrero, la Copa del Rey, y existe una probabilidad media/alta de que reciba una oferta suficiente de la NBA y para entonces ya no esté. Ahora bien, si esta ha sido su última final de blanco, ha sido una a la altura de su figura, un broche atípico pero estelar. Campeón, 21 puntos, 12 en el último cuarto, cuando calentaba el sol, y merecido galardón de MVP, el cuarto en los últimos cinco torneos nacionales. Repito: ¡cuatro MVPs en finales nacionales! Mientras unos coleccionan galardones de ligas regulares, otros los coleccionan de finales… Una marca de leyenda, por mucho que nos duela su probable espantada.

Que da vértigo porque, si una cosa nos ha recordado la Supercopa, es que el agujero que dejaría es sideral: esta final con Laprovittola a los mandos difícilmente hubiese caído del lado blanco. Se tuvo que ir Facu a 34 minutos porque su compatriota volvió a patinar; salió en el segundo cuarto y al poco ya echábamos de menos a Alocén (en la grada), destacado en semifinales, todo sea dicho, en un partido más propicio. Ni el mejor descarte del mercado NBA llenaría el vacío que dejaría Facu, pero bueno, hoy hemos ganado y disfrutemos mientras podemos. Carpe Diem.

El bautizo de Abalde

No todo es Campazzo y sabor a despedida, hay también motivos para el optimismo, y el principal se llama Alberto Abalde, que hasta la explosión de Facu en la recta final era serio candidato a MVP. 13 puntos y 15 de valoración, tirando del carro en el tercer acto, en plena empanada blanca. Lo mejor no es en sí lo que ha enseñado, que no es poco, sino la sensación que sigue dejando, también contra el Barcelona, frente a algunos de los mejores defensores de Europa en su puesto, de superioridad ante sus pares y de que puede aportar aún bastante más según vaya asumiendo protagonismo en los sistemas de Laso. Especialmente a la marcha de Facu. 1.5 millones bien invertidos.

Buenas sensaciones también de Llull, principalmente en la segunda parte, en labores estrictamente de escolta, muy sólido atrás y sensato en ataque, sin buscar más protagonismo del que le corresponde. Es decir, atacando el aro desde bote cuando se quedaba emparejado con un interior y ni un triple desde bote, solo a pies juntos según recibe. Hay que encontrar la forma de integrarle y que sume, y este formato puede ser uno interesante. Creedme que es una alegría poder escribir que hoy sí fue útil al equipo.

En verdad, la contienda fue fea e igualada, decidida desde el oficio y la defensa, con Rodolfo y Deck estelares atrás en la recta final. “El último minuto y medio de Rudy en defensa ha sido un espectáculo, puede que sea el mejor jugador en intangibles de la historia”, Laso dixit.

Si el aficionado culé pensaba que con Saras jugarían como los Warriors, bienvenido a la realidad: yoyó de Calathes, posesiones a 24, duelos a pocos puntos, broncas a los jugadores y cambios castigo. A estas horas aún le pitan los oídos a Roland. Sí, Jasikevicius es más joven, guapo y carismático que Pesic, pero su estilo de baloncesto se parece, y bastante.

El Madrid ganó pese a perder el rebote (-8) y al apagón del juego interior: 0 canastas de Tavares en 28 minutos, súbitamente patoso, su peor versión en meses. Garuba no estuvo a la altura: muy superado por Brandon Davies en el segundo cuarto, tanto como que no volvió a salir en todo el partido. Le falta todavía bastante mili en partidos así… Randolph y Trey tampoco sumaron casi nada, así que el mejor interior blanco en la velada fue el falso ala-pívot, Gabi Deck, que además de 11 puntos secó a Mirotic en la recta final. No tiene seguramente Niko mejor defensor en Europa que el Tortuga, un torete de 1.98m, listo y rápido. Pena esa muñeca de madera: 0 de 4 triples, ni cerca de entrar pasaron.

En fin, que la temporada va a ser de mucha incertidumbre, pero se empieza ganando de nuevo, quitándose el mal sabor de boca de aquella especie de playoff de junio en Valencia y con la certeza de que, vengan dadas como vengan, este grupo sigue teniendo oficio y carácter.