Nocioni o Felipe, ¿a quién descartar para la F4?

14590188832533A dos semanas de la F4, Laso se enfrenta a una duda existencial, más por lo emotivo que por su trascendencia en pista, y es a quién descartar de la lista de 12 convocados para Estambul. Con cuatro ala-pívots en el roster, es claro que uno de ellos será el sacrificado, y salvo lesión, basándonos en criterios deportivos, deben ser o Felipe o Nocioni. No incluyo a Thompkins entre los candidatos, que al igual que el curso pasado está de dulce en la recta final. 21 puntos de todos los colores (8/10tc) subió en la plácida victoria blanca en Manresa, venía de hacer 15 en el cuarto ante Darussafaka. Necesitaba Trey minutos de competición como el comer, una mínima regularidad y estos partidos ACB le vienen al pelo.

Es de suponer que Zeljko lleve días entrenando la defensa del Carroll-carretón o el 2×2 en la cabecera de Llull/Ayón o Doncic/Othello, así que no sobra un factor X en la plantilla blanca, alguien fuera de foco que haga de abrelatas y por qué no puede serlo Trey en semejante estado de forma. Su mera presencia abrirá el campo y alejará a Vesely del aro, limitando sus temibles ayudas defensivas.

Volviendo al dilema Felipe o Chapu, no me olvido de que Reyes es el capitán y, en caso de ganar la Décima, luciría un poco raro que levantase el trofeo un jugador en vaqueros (lo hizo F. Albertis en su día). Pero más allá del protocolo, Felipe está cuajando una temporada muy homologable para su edad. Sufrió un pronunciado bache de juego en el primer trimestre de 2017, pero ha retomado el pulso a la temporada y vuelve a ser un ventilador de estadística en ACB, que es para lo que se le tiene. Promedia valoración 20,2 en las últimas 6 jornadas, en solo 18 minutos, principalmente por una dramática mejora de su porcentaje de dos, que estaba por debajo del 50, inaceptable para un jugador de poste bajo, mientras que en esos seis últimos partidos acredita 24 de 34.

Reyes tiene asumido que su rol es muy diferente en Euroliga, limitado ante los grandes morlacos del continente, imaginadle intentando postear a Vesely, arbitrado por Lamonica en Estambul. De hecho, lo normal sería que no jugase ni un minuto, pues tiene a Trey y a Randolph por delante en la rotación y no es día para conceder minutos políticos. Chapu, recordemos, solo ha jugado 87 minutos de Euroliga en toda la temporada, acreditando 5/14 tiros de dos y 7/23 triples. Como decía al principio, el dilema del descarte es principalmente una cuestión formal, si bien sensible pues afecta a los dos más queridos por la grada. Personalmente, y aplicando el criterio de la meritocracia, me inclino por convocar a Felipe (para que algunos digan luego que le tengo manía o le quiero jubilar…).

Y que me incline por Reyes no significa que Chapu no pudiese contribuir de alguna manera si estuviese, de hecho viajará y entraría en caso de lesión. Es un animal competitivo, fue MVP hace solo dos años y es el tipo de soldado que quieres a tu lado en la trinchera cuando se decide la película. Es más, no hay que remontarse tanto en el tiempo, este febrero en la Copa interpretó un valioso cameo en semifinales y final. Pero ni estamos en febrero, en pleno bache de juego de Felipe, ni esto es la ACB, que no puede jugar Thompkins. Sed pacientes, Nocioni todavía no se ha despedido, ese último fogonazo que esperamos llegará en los playoffs ACB.

Doncic, la resiliencia de los elegidos

luka-doncic-real-madrid-eb16.jpgRecuperando cadáveres retoma el Madrid la ventaja en los cuartos de Euroliga, 2-1. Doncic, Carroll y en menor medida Randolph retomaron el pulso a la serie tras desaparecer en combate en los dos duelos en Goya. Firmó el Madrid un gran encuentro a domicilio, con ventajas de doble dígito casi toda la velada, y aún así llegó a sufrir en la recta final, y es que Darussafaka se está demostrando un grupo con gran resiliencia. Aunque para resiliencia la del muchacho Doncic, que de talento sabemos que va sobrado, pero se enfrenta en esta serie quizá al mayor reto hasta la fecha en su corta carrera, como ya explicamos, forzado a un rol protagonista por la desaparición de Rudy. Aunque previsible para los que le seguimos hace tiempo, no deja de ser digna de elogio la entereza del muchacho, cómo se ha recompuesto en 4 días, como los elegidos, tras esas lágrimas de frustración del segundo partido. Terminó el tercero con valoración 23, gracias a una selección de tiro exquisita, a su sabida facilidad reboteadora y a su seguridad en la dirección, 0 pérdidas en 27 minutos. Lideró el arreón blanco en el primer cuarto, clave a la postre, pues el Madrid ya nunca cedió la iniciativa del duelo.

Clave resultó también Carroll, otro de los desaparecidos en Goya, al que puedes maniatar dos partidos pero no un tercero, sobre todo cuando los catalizadores en estático están inspirados y se generan posiciones de tiro más allá del previsible carretón. Jaycee metió los cinco primeros triples que lanzó, llevando la ventaja a picos de 19. Y cuando el Darussafaka amenazó remontada entonces apareció Ayón, el mejor del equipo, no solo en el partido sino en la serie, haciendo de su movilidad en estático un martillo (21/27 de campo). De muchísimos quilates el emparejamiento con Zizic, ambos soberbios, cada uno con sus armas. El mexicano renovó en verano tras una negociación fea y su temporada tampoco es de campanillas como la pasada (cierto que está mejor secundado, con Othello y Randolph), pero al final en todos los partidos clave está dado la cara y aumentado prestaciones. Bonos suizos del Estado.

Randolph jugó su mejor encuentro de la serie, lo que tampoco es mucho decir. Igual que Doncic, fue clave en la escapada inicial, pero después se fue apagando, desfondado por la minutada (35) a la que le abocó la baja de Thompkins por lumbalgia. Y por último quien brilló fue Laso, entendió que había que introducir alguna variable en la ecuación, agitar el cocotero, porque con las mismas coordinadas de los dos primeros partidos, con sus rotaciones estándar, le estaba comiendo la tostada Blatt y la serie corría peligro. Apostó por Luka de inicio, pese a la empanada del muchacho la semana pasada, una muestra de confianza al chaval con magnífico resultado. Suponemos que Maciuslis arrastraba problemas físicos, el caso es que no pasó por pista, sí lo hicieron Draper y Taylor, cumpliendo con su rol defensivo. Y en defensa fue precisamente el cambio clave que introdujo Laso, ordenando flotar con descaro a uno de los referentes anotadores de los turcos, Will Clyburn, dolor de cabeza en Goya (15 y 13 puntos). Se decidió invitarle a tirar de fuera, dándole un metro, enseñando muleta. Coló el primero, en el minuto 1, pero después falló 8 de los siguientes 9, mostrando toditas sus costuras, ese lanzamiento exterior indigno de un 3-4 top del siglo XXI. Acabó desquiciado, con valoración 0 en 20 minutos, y no tiene tantos recursos Darussafaka como para pasar sin una de sus estrellas.

Lasismo, el nuevo paradigma

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Es el mejor entrenador europeo del último cuarto de siglo, sus ocho euroligas dejan poco lugar a discusión. Zeljko Obradovic es además un tipo noble, aunque hace ya 20 años que salió del Madrid, desprende todavía cariño hacia el club blanco en sus declaraciones públicas. Sin embargo, los tiempos cambian y su librillo se está quedado obsoleto, un estilo insufrible para el aficionado, como comprobamos esta semana en Goya, donde terminó rojo como un cangrejo de tanto grito y aspaviento, su equipo se quedó en 56 puntos. Por supuesto que puede ganar la Euroliga este curso, pero tampoco sería una hazaña, con semejante plantillón y jugando la F4 como local. De hecho, partía como principal candidato al título y navega séptimo clasificado a una jornada para el final de la fase regular, cuarto peor ataque de la competición, con el atenuante eso sí de las lesiones.

Es el maestro de un estilo cemento-balcánico con aclamados correligionarios, como Maljkovic, Ivanovic o Messina, cuyo sol se puso hace tiempo. Un librillo con un lema, ‘que el rival meta menos’, y caracterizado por ataques largos, constante protesta al árbitro para condicionar su criterio, mucha defensa y bronca pública al jugador para que mantenga la tensión atrás. El entrenador es el protagonista absoluto en estos equipos, donde la férrea disciplina táctica prevalece sobre el desarrollo del talento, los jóvenes y canteranos no son bienvenidos. Un estilo que en el año 2017 tiene más sentido por ejemplo en un Manresa, que lucha en inferioridad, que en plantillas de mucho talento, como las de equipos punteros Euroliga, por el simple motivo de que cuando juegas a marcador corto es más probable que un cualquiera te de partido. La defensa es un arte más democrático, lo exclusivo es meter 90 puntos.

En la otra esquina del cuadrilátero veo a Pablo Laso, al que por cierto dirigió Zeljko en su día. El técnico blanco, el mismo que tartamudeaba en los tiempos muertos de su primer año, se ha convertido en bandera de un estilo opuesto que hoy está de moda, llena pabellones y domina el baloncesto continental, sin necesidad de increpar a los árbitros ni a sus jugadores, con el lema ‘meter más que el rival’. Su gestión se caracteriza por mucha mano izquierda en el vestuario, buscando la implicación de todos los jugadores, que conozcan y acepten su rol. El renacer de Chacho y la gestión de los tiempos de Doncic son sus dos obras maestras, pero no olvidamos su paciencia con Taylor, cómo metió en dinámica a Rudy y logró que Felipe asumiese sin trauma un rol secundario (pregunten a Mourinho con Casillas). Con todos sus defectos, bien conocidos y versados desde esta tribuna, Laso es un espejo en el que se miran hoy entrenadores jóvenes, desde un librillo que, con matices, comparte con Itoudis, Trincheri, Sito Alonso, Jasikevicius o Pedro Martínez.

En realidad, la NBA ha asistido a un proceso similar, dominada hace 15-20 años por sistemas ultradefensivos y marcadores a 70 puntos, modificó sus normas y los entrenadores que no se adaptaron desaparecieron del mapa (Larry Brown). Solo uno lo logró, el maestro Pops, que junto a Steve Kerr (Warriors) o Brad Stevens (Celtics) marcan hoy la tendencia en estilo de juego y gestión de plantilla, los Pablo Laso de la NBA.