Una Euroliga de cuento de hadas

Enhorabuena, parroquia. Es uno de esos días en que te sientas a escribir y no sabes ni por dónde empezar de tanta intrahistoria que ha dejado esta machada. Lo últimos 20 días del Madrid de baloncesto son tan épicos, heróicos e improbables que si fuesen un guión de cine lo tacharíamos de peliculero. Pero ha pasado, así que frotáos los ojos y disfrutad, que la undécima Euroliga ya está en las vitrinas blancas.

Hace solo 20 días el Madrid iba 15 abajo en el tercer partido contra Partizán y 0-2 abajo en la eliminatoria. La directiva negociaba con Scariolo como reemplazo de Chus Mateo y el Chacho Rodríguez aparecía en todas las quinielas de salida para el verano porque, objetivamente, su temporada estaba siendo flojísima. Pero ante las bajas y la lógica el equipo se unió tras la tangana en Goya, algo hizo click en el vestuario, como con la barbacoa en casa de Rudy el año pasado, y el baloncesto comenzó a fluir. Eso, y el regreso de Walter MVP Tavares, claro, el mejor jugador de la Euroliga.

El sentido común nos decía que con estas bajas era casi imposible, pero el deporte no es lógico, menos cuando hablamos del Real Madrid y la Copa de Europa. Varias veces le han noqueado y mandado a la lona pero siempre se ha levantado. Eso va en el carácter de los jugadores y en el peso del escudo. «Esto solo lo puede hacer el Real Madrid. Lo que tiene este equipo no lo tiene nadie en el mundo, este corazón y el fuego en los ojos», Mario dixit.

Resulta difícil racionalizar una machada, diseccionarla deportivamente, pero sí podemos buscar algunos elementos distintivos. Como que de nuevo menos haya acabado siendo más, como en mayo-junio’22. Las ausencias se traducen en rotación más corta, roles claros y jugadores con confianza -> pico de rendimiento. Dos casos paradigmáticos han sido Sergio Rodríguez y Hezonja. La ausencia de Deck y Yabu liberó al croata de competencia, esa sombra del banquillazo tras fallo que tanto le pesó en el primer tercio de temporada. Y con minutos garantizados como ala-pívot, puesto que habitó en Kazán pero no había pisado aún en Madrid, ha ofrecido su versión más seria y consistente, demostrando un IQ y madurez que no le presuponíamos. Solo podemos dar las gracias al FCB por malvender sus derechos al Unics y dejarnos su desembarco a huevo: cupo nacional y 27 años, el tipo de fichaje por el que hubiéramos pagado millón y pico de transfer a un Valencia de la vida.

Mario ha estado más contenido en la anotación pero impecable en rebote y defensa, justo lo que más necesitaba el equipo de él; una nueva dimensión de jugador. Honestamente, esta no la vimos venir, que el croata fuese el Brate decisivo este curso en vez de Musa. Pero la rotación está dando giros copernicanos en cuestión de días y el bosnio, que ha sido un reloj durante todo el año, se ha desdibujado en el tramo final de Euroliga. El scouting defensivo hace su labor, los rivales ya le conocen y saben por dónde puede venir. Tampoco es que me preocupe mucho, tiene 24 años, el hambre necesario y un enorme margen de mejora, que en su caso debería venir por físico y lectura de juego.

Las declaraciones públicas de los Brate transmiten su enorme orgullo de pertenencia, es decir, su identificación con los valores del club y, en resumen, que han venido para quedarse. Recordemos que ambos salían a equipo por temporada los cinco últimos años: grandes talentos sí, pero errantes también. Y precisamente porque saben lo que es dar tumbos reconocieron un club donde echar raíces en cuanto llegaron.

Oldies but goldies

Pero el factor deportivo más diferencial de esta machada, dado que con Tavares dominante ya contábamos, ha sido la resurrección de Sergio Rodríguez: ya debería ser historia de la sección la clase de baloncesto que ha impartido con 37 años en los tres últimos partidos de esta Euroliga (5° contra Partizán + F4). Qué sensación de dominio y control, de que cuando tiene el balón en las manos cada ataque del Madrid va a terminar en canasta o asistencia. Y lo hace medio andando, fluyendo sobre la pista. Al final se demuestra que resulta clave contar con un talento generador desde bote en partidos así, el que faltó el año pasado y que para el próximo amarramos con el regreso de Campazzo.

Reconozco que nuestros análisis pecan a menudo de cortoplazismo. Con treintaymuchos palos a las espaldas no estás para rendir al mismo nivel toda la temporada, de 80 encuentros nada menos. Tendemos a escrutar el último partido de turno como si fuese el más importante, nos quedamos en los árboles y nos perdemos el bosque. Y el bosque es que el rendimiento de los veteranos no es lineal porque se dejan llevar durante amplios tramos de la temporada y guardan la poca gasolina que les queda para mayo-junio. Lo suele hacer Causeur, sólido en la final, y este año lo ha hecho el Chacho.

El otro Sergio también ha llegado en un momento físico notable (para su edad) al desenlace Euroliga, jugando pocos minutos y como escolta, con menos bote y protagonismo ofensivo pero cumpliendo atrás. Suya es la canasta para la historia que nos da el título, un lanzamiento para ponernos de fondo de pantalla en el móvil. Chus Mateo tuvo los santos cataplines de darle esa última bola, cuando la lógica señalaba a un Chacho en vena. No tenía sentido, no había anotado ni un solo punto en la final, pero de nuevo, esto es el Madrid. La pizarra funcionó: Llull se quedó emparejado con el grande tras el bloqueo de Edy y se levantó a media penetración. Un tiro difícil, bien punteado, pero que puede meter, así que nada de mandarina. Venga ya lo que venga, es un broche a una carrera de leyenda.

Rudy es el más veterano de los veteranos (38) y ha sido el más flojo en este desenlace de Euroliga. Termina contrato el mes que viene, hay overbooking en su puesto y me parece que sería un momento ideal para colgar las botas, levantando la Euroliga y, quién sabe, tal vez también la ACB. El precio de estirar el chicle para su objetivo personal de jugar unos sextos JJOO puede ser que le acabemos echando de más en vez de echarle de menos, como nos pasó con Felipe.

La gran reivindicación de Chus

Me alegro muy especialmente de este título por Chus Mateo, el entrenador más injustamente tratado de la historia de la sección. Yo mismo he sufrido desprecios habituales en redes sociales durante la temporada por algo tan básico como pedir respeto para él, «karusito es juancarlista». Con él se ha cruzado, y por mucho, la línea entre la crítica constructiva sobre aspectos deportivos y el insulto personal, el menosprecio gratuito a su trabajo y cualificación.

Me he aburrido de escuchar a aficionados del Madrid llamar «becario» y «chusma» al entrenador de su propio equipo yendo colideres de la Euroliga (¡!). Un vilipendio que achaco a una mezcla de factores, entre otros: ser el sustituto de un entrenador (justamente) adorado por la tribuna, la labor de desgaste al proyecto JCS desde la prensa pro Laso (=Marca), no ser exjugador y un currículum discreto como primer entrenador.

Chus Mateo no es un líder carismático y autoritario con apellido balcánico como se estilan en el basket europeo. Es tu vecino del cuarto, un tipo normal, discreto, empollón y educado, que ha aguantado estoicamente las críticas, la clase de empleado que cualquiera querríamos en nuestra empresa pero que al parecer a muchos no le valía para su equipo deportivo. Hasta ahora, claro. Pues mira, ganar la Euroliga no le hace infalible ni le convierte ahora en Phil Jackson, aunque su gestión de activos en las tres últimas semanas haya sido de quitarse el sombrero. Tiene otro año de contrato y asumo que su continuidad está garantizada con este título, por mucho preacuerdo verbal que pudiese haber con Scariolo. Tiene el apoyo del vestuario y el equipo ha comenzado a carburar, sería un despropósito despedirle ahora.

El Madrid vuelve a cabalgar

La Supercopa se suele interpretar según te venga el viento: se la hace de menos cuando se pierde y se la ensalza cuando se gana. Mi reflexión hoy no va tanto por el valor en sí del título (por cierto, cuarto consecutivo), sino por el valor moral para el Madrid. El de volver a ganarle una final al Barca, después de las humillaciones del año pasado en la Copa del Rey y los playoffs ACB. El nuevo proyecto Laso (11.0) se sacude complejos con esta Supercopa y vuelve a mirar a los ojos al rival directo. Roma no se construyó en un día, pero las tornas empiezan a cambiar, porque la sensación es de que aún hay margen de mejora, según regresen lesionados y Tavares tome el pulso a la temporada. Sí, el Madrid vuelve a cabalgar.

Vista en perspectiva, fue una victoria de mucho mérito, que no vinieron de cara precisamente: por las cuatro bajas sensibles en la rotación (por solo una del Barca, Sanli), por el arbitraje, antipático por momentos, y por los 19 puntos de desventaja que se llegaron a registrar en la segunda mitad.

La recuperación la lideró Llull, que sorprendentemente se quedase en solo siete minutos en la semifinal, sin problemas físicos aparentes. Los lujos de una plantilla tan larga. Cuando todo pintaba negrísimo en la final, el balear insistió en una remontada imposible, empachándose a anotar (24 puntos), confirmando lo que suponíamos, el primero Laso: que en este momento de su carrera a Llull le sienta mejor el rol de escolta ejecutor que el de base director. El balear rompió a llorar después del partido, viene de cuatro años de mucha frustración acumulada.

Un Barca sin músculo

Bajando al detalle, Llull supo leer y exprimir la debilidad defensiva exterior del Barca este curso en comparación con el pasado. Porque no es lo mismo que te defiendan Bolmaro o Hanga a que lo hagan Laprovittola o Jokubaitis. A los números me remito: el Barca dejó a los blancos en 73 puntos en la Copa del Rey hace siete meses y en una media de 74 en la final ACB hace solo tres. Hoy un Madrid mermado le ha endosado 88.

Laprovittola brilló al nivel al que nos acostumbró en Goya, es decir, valoración negativa, perdiendo balones y vaporoso atrás. Nuestro caballo de Troya en Barna. Tampoco Rokas, el favorito de los insiders wannabe, estuvo mucho mejor: clase tendrá a espuertas pero le falta todavía mili hasta la élite. Alocén, que emergió tras el banquillazo de semis, le enseñó claramente chapa en el duelo de bases jóvenes (20 años ambos). La defensa y dirección del maño resultaron claves en la remontada, sobre todo en comparación con Heurtel, nefasto en ambos aros en el arranque de segunda parte, que coincidió con la escapada del Barca. No volvió a jugar…

Nigel Williams-Goss, por su parte, sin necesidad de mucho protagonismo, despeja en la Supercopa muchas de las dudas y comentarios (bastante apresurados, la verdad) que despertase su pretemporada. 12 puntos en la segunda mitad ante Tenerife y dos triples clave hoy en los últimos cinco minutos (registró el mejor +/- de los 24 jugadores de la final: +16). Poco que reprochar para sus dos primeros partidos oficiales de blanco. Insisto, paciencia con él, si no queréis ser carne de memes en unos meses: según se vaya soltando hay base anotador de quilates.

La pintura blanca habla francés

A falta de Tavares, muy desubicado por ahora a su regreso del Afrobasket, emergió en la pintura Poirier como un coloso, castigando en pick and roll y omnipresente en el rebote. La estadística le da 11 capturas pero tocó o desvió otra docena, muchos de los cuales acabaron en rebote blanco. El center galo, discreto en los JJOO con Francia y superado por Gasol en la final ACB (estaba recién aterrizado), justifica de golpe todas las esperanzas depositadas en él a su llegada, que fueron muchas. Llull es justo MVP, pero igual de justo lo hubiera sido Vicente. Pensad que el año pasado teníamos a Felipe y a Tyus desde el banquillo y este año sale Poirier, ya asentado, que sería titular en 15 equipos de Euroliga…

Y qué lugarteniente tiene en su compatriota Yabusele, limitado en la final por personales, pero el más destacado en el durísimo encuentro de semis. Era el mejor cuatro en mercado este verano y reclutarlo es una operación de campanillas, se mire por donde se mire. Yabu no tendrá la finura técnica de Thompins o incluso de Randolph (le quedan años para desarrollarla), pero lo compensa con ese físico portentoso, moviendo como una gacela 123 kilos en cuerpo de 203 cms. Un milagro de la evolución.

Los que están, con cuatro jugadores nuevos y 10 entrenamientos mal contados, han alcanzado para mojarle la oreja al Barca en la Supercopa. Si le sumamos los que están por llegar, este Madrid da para ilusionar: no se me ocurre conclusión más importante esta noche.

Gracias y hasta siempre: Felipe Reyes en cinco apuntes

El triunfo del trabajo

Felipe Reyes distaba de ser el mayor talento de su generación, la que a la postre lo cambió todo en el basket español, la del oro en el Mundial júnior de Lisboa (1999). Raúl López, Pau Gasol, JC Navarro y Germán Gabriel eran talentos naturales mucho más evidentes. Sí, Germán Gabriel, a quien el propio el seleccionador Sáiz de Aja veía como la estrella del grupo. Pero el talento es solo una parte del éxito, y en todo lo demás el dechado resultó Felipe. En fe, coraje, voluntad y trabajo. Fue así como convirtió una debilidad en fortaleza (tiro libre), como incorporó la zurda a su repertorio al poste y un interesante tiro de media distancia. Pasó de ser un reboteador aguerrido pero muy limitado, cuando aterrizó en Madrid, a dominar las pinturas ACB durante casi dos décadas, que será por lo que le recordemos.

Retirada a destiempo

A Felipe le han sobrado las dos últimas temporadas, una coda innecesaria a su gran carrera, y no creo que admitirlo (ni siquiera hoy) esté reñido con reconocer su enorme contribución a la causa. Ha estirado el chicle innecesariamente cuando ya no estaba para jugar y el club, por respeto, le concedió la indulgencia contra todo criterio deportivo. Ha sido un poco triste verle este año, el último, vestido de calle partido tras partido, pese a la plaga de lesiones en el equipo: Laso ha sido capaz de inventarse a Rudy de cuatro, a Thompkins de center y hacer debutar a Vukcevic antes que dar tiempo en pista al capitán. Lo recalco en este día porque tenemos la retirada de otras leyendas del basket blanco a la vuelta de la esquina y sería deseable que tanto el club como los jugadores tomen nota para evitar un deslucido capítulo final como el de Reyes. Porque una retirada a tiempo es una victoria, la última contribución a la causa.

MVP con 35 años

A Felipe le contemplan chorrocientos títulos colectivos con el Madrid y con España, reconocimientos individuales e hitos estadísticos, sobre todo en rebotes. Pero si tengo que quedarme con un logro en su carrera, con el más singular y valioso, el que le define, es ese MVP de la liga regular ACB en 2015, con 35 años. A esa edad algunos están ya retirados y otros, la mayoría, en el ocaso de su carrera. Como mucho te regalan un destello aislado en una final, para la que llevan todo el curso reservándose. Lo que no te dan es un jartá de puntos y rebotes cada fin de semana en una fase regular a 34 partidos. Pero es que Felipe se cuidó mucho y supo adaptarse a lo largo de su carrera. En 2015, en concreto, moduló el repertorio y el físico a la nueva realidad: ganó músculo y volumen para jugar de cinco y fajarse con gente más grande en la zona, una vez que había perdido buena parte de su movilidad.

Leyenda Supermanager

Me vais a disculpar, pero un freak de la Supermanager como yo no podía pasar sin despedir a una de las grandes leyendas del juego. Por su facilidad y consistencia para valorar durante muchos años, incluso cuando jugaba mal o estaba ya muy mayor, tengo a Felipe por uno de los mejores que ha conocido el juego, a la altura de otros mitos como Curtis Borchard o Shermadini. Lo comentaba esta semana con la cuadrilla con la que tengo una liga privada desde hace años: Felipe reunía todos los atributos para valorar fácil, reboteaba, sacaba faltas, jugaba cerca del aro y metía los libres. Un auténtico ventilador de estadística, con esa «jugada de cinco» como plato de la casa, un clásico: rebote ofensivo, falta recibida, canasta (2x) y tiro libre.

Dignidad de Vistalegre

Los títulos colectivos a Felipe le llegaron principalmente en Goya, con Laso, pero a esos contribuyó en general desde un papel secundario. Sus mejores años desde un punto de vista individual, el cenit de su carrera, fue en Vistalegre. Seguramente aquella etapa no nos trae ahora los mejores recuerdos, pero Felipe hizo de dique de contención, de garante de la dignidad de la sección en horas bajas, la diferencia entre llegar a una final, aunque se perdiese, y ver los playoffs por la tele. Porque de eso veníamos, de ver los playoffs ACB por la tele y ser el segundo equipo de la ciudad, no hacía tanto, en los últimos años en el Raimundo Saporta. Y este que escribe, que ya empieza a peinar canas, se acuerda de verlo en directo.

Y, creedme, viniendo del lodazal de mierda del que veníamos, aquel título de ULEB en 2007 (la actual Eurocup), me pareció el olimpo mismo del baloncesto. Recuerdo ver desde el gallinero de Vistalegre, con mi hermano y Turpin, la vuelta de la semifinal contra el Unics de los gemelos Lavrinovic. El Madrid tenía que remontar y Felipe se cascó aquel día 23 puntazos y 16 rebotes, para 35 de valoración. Una de las mejores actuaciones que he visto en directo en mi vida. Parad un momento, id a la ficha del partido y comprobad la chusta de roster que teníamos entonces. Comparadla con las plantillas del último lustro y pensad que Felipe lideró a aquella banda al título de algo. Respect eterno, capitán.

Facu: si fue una despedida, fue una a la altura

Nos hace un roto yéndose, pero tiene nuestra bendición. Puede haber sido perfectamente la última final de Campazzo en el Madrid, la siguiente no tocaría hasta mediados de febrero, la Copa del Rey, y existe una probabilidad media/alta de que reciba una oferta suficiente de la NBA y para entonces ya no esté. Ahora bien, si esta ha sido su última final de blanco, ha sido una a la altura de su figura, un broche atípico pero estelar. Campeón, 21 puntos, 12 en el último cuarto, cuando calentaba el sol, y merecido galardón de MVP, el cuarto en los últimos cinco torneos nacionales. Repito: ¡cuatro MVPs en finales nacionales! Mientras unos coleccionan galardones de ligas regulares, otros los coleccionan de finales… Una marca de leyenda, por mucho que nos duela su probable espantada.

Que da vértigo porque, si una cosa nos ha recordado la Supercopa, es que el agujero que dejaría es sideral: esta final con Laprovittola a los mandos difícilmente hubiese caído del lado blanco. Se tuvo que ir Facu a 34 minutos porque su compatriota volvió a patinar; salió en el segundo cuarto y al poco ya echábamos de menos a Alocén (en la grada), destacado en semifinales, todo sea dicho, en un partido más propicio. Ni el mejor descarte del mercado NBA llenaría el vacío que dejaría Facu, pero bueno, hoy hemos ganado y disfrutemos mientras podemos. Carpe Diem.

El bautizo de Abalde

No todo es Campazzo y sabor a despedida, hay también motivos para el optimismo, y el principal se llama Alberto Abalde, que hasta la explosión de Facu en la recta final era serio candidato a MVP. 13 puntos y 15 de valoración, tirando del carro en el tercer acto, en plena empanada blanca. Lo mejor no es en sí lo que ha enseñado, que no es poco, sino la sensación que sigue dejando, también contra el Barcelona, frente a algunos de los mejores defensores de Europa en su puesto, de superioridad ante sus pares y de que puede aportar aún bastante más según vaya asumiendo protagonismo en los sistemas de Laso. Especialmente a la marcha de Facu. 1.5 millones bien invertidos.

Buenas sensaciones también de Llull, principalmente en la segunda parte, en labores estrictamente de escolta, muy sólido atrás y sensato en ataque, sin buscar más protagonismo del que le corresponde. Es decir, atacando el aro desde bote cuando se quedaba emparejado con un interior y ni un triple desde bote, solo a pies juntos según recibe. Hay que encontrar la forma de integrarle y que sume, y este formato puede ser uno interesante. Creedme que es una alegría poder escribir que hoy sí fue útil al equipo.

En verdad, la contienda fue fea e igualada, decidida desde el oficio y la defensa, con Rodolfo y Deck estelares atrás en la recta final. “El último minuto y medio de Rudy en defensa ha sido un espectáculo, puede que sea el mejor jugador en intangibles de la historia”, Laso dixit.

Si el aficionado culé pensaba que con Saras jugarían como los Warriors, bienvenido a la realidad: yoyó de Calathes, posesiones a 24, duelos a pocos puntos, broncas a los jugadores y cambios castigo. A estas horas aún le pitan los oídos a Roland. Sí, Jasikevicius es más joven, guapo y carismático que Pesic, pero su estilo de baloncesto se parece, y bastante.

El Madrid ganó pese a perder el rebote (-8) y al apagón del juego interior: 0 canastas de Tavares en 28 minutos, súbitamente patoso, su peor versión en meses. Garuba no estuvo a la altura: muy superado por Brandon Davies en el segundo cuarto, tanto como que no volvió a salir en todo el partido. Le falta todavía bastante mili en partidos así… Randolph y Trey tampoco sumaron casi nada, así que el mejor interior blanco en la velada fue el falso ala-pívot, Gabi Deck, que además de 11 puntos secó a Mirotic en la recta final. No tiene seguramente Niko mejor defensor en Europa que el Tortuga, un torete de 1.98m, listo y rápido. Pena esa muñeca de madera: 0 de 4 triples, ni cerca de entrar pasaron.

En fin, que la temporada va a ser de mucha incertidumbre, pero se empieza ganando de nuevo, quitándose el mal sabor de boca de aquella especie de playoff de junio en Valencia y con la certeza de que, vengan dadas como vengan, este grupo sigue teniendo oficio y carácter.

Campeón por aplastamiento

37 años cumple en abril, menuda leyendaza.Si algo ha venido a enseñarnos esta Copa del Rey de Málaga es que el Madrid continúa teniendo una marcha competitiva más que el resto en ACB, también este curso, pese a la mastodóntica inversión del Barca en verano. Un reprís por oficio, carácter, profundidad de plantilla, conjunción y defensa, ingredientes que además de dinero requieren paciencia y estrategia. Ante el aluvión de fichajes rutilantes del rival directo, la dirección técnica blanca mantuvo la calma y apostó por continuidad. Una continuidad expresada en fichajes discretos, incluso decepcionantes en la comparación con el vecino, pero también y sobre todo en las millonarias renovaciones de largo plazo de Campazzo y Tavares, blindados ante la tentación NBA y señalados como líderes naturales del equipo para los próximos años.

Unos jugadores franquicia algo heterodoxos, de pocos puntos y corte claramente defensivo, una apuesta escasamente sexy para el aficionado intermitente pero cuyos réditos ya caen como fruta madura. Este título de Copa, el más claro de los seis de la era Laso (pese a las dudas de juego en las semanas previas), se ha cimentado en la defensa, haciendo parecer bandas de juveniles al anfitrión Unicaja en la final y a todo un Valencia en semifinales, el mismo que batió de ley al Barca el jueves. Ambos se quedaron en 68 puntos y así, claro, pues se cierra la puerta.

A los hombros de Facu y Tavares

Las dos estrellas blancas llegaban a la cita en pico de forma y rayaron a un nivel estratosférico en el Martín Carpena. Tavares ejerció su habitual dictadura en la zona a base de rebotes, tapones y pánico en la ofensiva rival. Ya sabéis, exteriores paseándose por la pintura sin mirar el aro y pívots arqueando ridículamente sus ganchos para evitar la humillación de otra boina. Además, Edy adornó su dominio atrás con una gran eficacia cara al aro (14 de 17 tiros de campo), no solo a base de mates, sino también de ganchos y floaters en continuaciones desde 2-3 metros. Una prometedora línea argumental a medio plazo.

Captura de pantalla 2020-02-16 a las 23.47.26Con Facundo Stockton se le agotan a uno los adjetivos, confirmadísimo mejor jugador de la ACB, manque pese a Mirotic y a los enamorados de la estadística de valoración en ligas regulares. A ver quién puede siquiera toser al argentino, MVP de las tres últimas competiciones nacionales (final ACB, Supercopa y Copa). 31 asistencias por solo 3 pérdidas en el torneo, y 9/15 triples. Es paradójico que las mayores dudas respecto al juego de Campazzo cuando regresó a Madrid tras la cesión en Murcia fueran precisamente la inconsistencia de su tiro exterior y su excesivo ratio de pérdidas. Su caso es un recordatorio de cómo el talento, la confianza del cuerpo técnico y trabajo, mucho trabajo, pueden cincelar una estrella. Remarco lo del trabajo porque, en el caso de Facu, tras esa imagen de prestidigitador canchero se esconde un workaholic casi enfermizo. Milagros a Lourdes.

Los viejos rockeros

Jaycee Carroll final Copa del Rey ACB 2020La Copa viene también a desmentir la idea extendida de que el Madrid sigue siendo muy dependiente de Rudy y Llull. El equipo ha jugado un torneo extraordinario pese a que el primero apenas ha podido aportar por problemas físicos y el segundo solo ha jugado un partido bueno de tres. De todas formas, en el caso del menorquín, el balance es positivo, teniendo en cuenta de lo bajo que partía: tuvo un papel destacado en el único duelo igualado en la Copa, contra Bilbao. El sábado patinó y el domingo para cuando salió a pista ya no había partido. Se reservó en la segunda parte por molestias, isquios, en principio nada grave.

Al final, las estructuras del Madrid son sólidas y el ataque lo suficientemente coral como para no depender de un solo jugador, ni siquiera de Rudy y Llull, como en otros tiempos. El dúo de ala-pívots, Facu, Deck, Causeur o incluso Mickey pueden aportar anotación si la ocasión se tercia. De las alas suele alcanzar con que al menos uno vea aro cada partido: contra Bilbao fue Llull y el fin de semana Carroll recogió el testigo, y tan ricamente, oiga: 12 puntos a Valencia y 20 a Unicaja. Vaya nivel a sus casi 37 años. Si con el menorquín quedamos a la espera de confirmación de esos brotes verdes, con Jaycee podemos afirmar rotundamente que ha vuelto tras su zozobra navideña por motivos familiares. Ya avisó en los duelos previos a la Copa y lo ha corroborado en Málaga, con su esposa en la grada. A Baylee, por cierto, le preguntó Lucio durante la celebración si su esposo seguiría otro año de corto y, no sé a vosotros, pero mí ese «ya veremos» me sonó a un NO bien grande.

Real Madrid Copa del Rey 2020
Óleo sobre lienzo: Copa del 2020. Llull Copyright

Supercopa: el único Lamborghini sigue siendo el Madrid

Llull Laso Laprovittola final Supercopa ACB 2019 BarcelonaPrimer asalto: la vida sigue igual. Puedes romper el cerdito y regalarte un «Lamborghini», la mejor plantilla que el dinero pueda pagar, pero la receta del éxito en deporte colectivo sigue siendo el equipo y ese no se compra, se CONSTRUYE, a fuego lento y con proyecto, sirva esta Supercopa como recordatorio. Y por eso, por equipo, sigue el Madrid medio cuerpo por delante como rival a batir en el basket nacional, y lo seguirá mientras el Barca no cristalice en un equipo su faraónica inversión, si es que lo consigue, de lo que tengo dudas mientras siga Pesic al timón, que ya sabemos cómo se lleva con la prensa y al que se le avecinan meses de gran presión mediática.

De entrada, Hanga y Tomic, capitales los dos últimos años, andan más perdidos que un pulpo en un garaje y Mirotic no pasa por ahora de ser un capricho zarista: empeora a Singleton en defensa y resulta intrascendente en ataque en esta versión NBA tirador, 7 de sus 10 tiros hoy fueron triples. Duro con ello. Es un crack del maquillaje, eso sí, de la estadística sin sustancia, a la afición azulgrana quizá se la pegue, pero en Madrid le tenemos calado: 14 puntos y 6 rebotes, cuando en verdad le enseñó matricula Tortuga Deck. Cobra como 10 veces menos, su mecánica de tiro es ortopédica y su peinado denunciable, pero le sobran arrestos e inteligencia en pista. Su temporada tiene pintaza, tras el chute de confianza del Mundial y con muchos minutos de ‘regalo’ como ala-pívot por la ausencia de Trey por overbooking de extracomunitarios. El Gabi de esta Supercopa se parece mucho más al de Argentina que al del curso pasado en Madrid, y eso es hablar de un fichajazo.

Rudy Mirotic final Supercopa ACB 2019 Barcelona Real Madrid

En verdad, casi todo el equipo deja buenas sensaciones este fin de semana, con solo un par de entrenamientos con la plantilla al completo. Un paseo militar ante Fuenlabrada (¿no habría que replantearse lo del anfitrión?) y un triunfo de ley en la final, arriba en el marcador desde el minuto 4, con picos de 19 puntos de ventaja y pese a la pájara del tercer cuarto, que mantuvo el interés argumental hasta última hora. Desentonó Carroll, al que se le fue a secar la pólvora en la final (3/11 de campo) tras otra magnífica pretemporada, y muy especialmente Randolph, encadenando malas decisiones en ambos aros, de esos días que tiene a veces de que mejor se había quedado en la cama (0/7 de campo, -8 el equipo con él en pista). Como ya le conocemos, que es como el Guadiana, no le damos mayor importancia.

Laprovittola y Mickey, debut con nota

Tavares, llamado a ser el valladar, ha hecho una pretemporada flojita y quedó retratado en el duelo ‘africano’ por Brandon Davies, que volvió a exhibir en Goya su enorme repertorio, de lejos el mejor de entre los fichajes azulgrana. Pero si brilló Davies, también lo hicieron Laprovittola y Mickey, las nuevas caras del Madrid, claves en esa segunda unidad que dejó al Barca grogui en el segundo cuarto. El americano corrobora ante un rival de entidad lo apuntado en pretemporada, haciendo olvidar a Ayón desde el primer partido, abriendo la pista y sumando en muchas facetas. Puestos a sacarle un pero: tiene que aprender a controlar su entusiasmo defensivo y guardarse de faltas, que casi nos cuesta un disgusto.

Campazzo Mirotic final Supercopa ACB 2019 Barcelona Real Madrid

Laprovittola, a primera vista, parece que va a desempeñar un rol similar al de Chacho en su día (salvando las distancias), es decir, alimentar la máquina desde el banquillo, saliendo con la vaquilla ya medio toreada, que decía nuestro Turpin. No será Sloukas ni De Colo, pero al lado de Kevin Pangos parece el mismísimo Earvin Magic Johnson. Ve mucho basket en estático, una carencia crónica del puesto de base reserva el curso pasado, y permite a Llull desempeñarse de segundo base, liberado de responsabilidad en la creación desde bote y mordiendo desde segunda línea. El menorquín fue el mejor del último cuarto, el que cerró la puerta de la remontada visitante: está infinitamente mejor que hace un año a nivel físico, lo que se traduce en solvencia atrás y algún contraataque estampida modo vintage. Vuelve a disfrutar.

Y dejo lo mejor para el final, a Rudy, instalado en ‘versión Magnum’, afinado en el tiro y clarividente como de costumbre entre líneas, un tesoro a dosificar. Y a Campazzo, líder ya indiscutible de este Madrid y MVP a plazo fijo. Caños, triples, pases de tiralíneas y el mejor movimiento lateral defensivo del continente. Genialidad su renovación este verano antes de su revalorización en el Mundial. Esto acaba de empezar, pero hay motivos de sobra para el optimismo.