El Madrid de Chus empieza a hacer aguas

El Madrid ha gripado motor. Las buenas vibraciones del arranque de curso, título Supercopa incluido, estaban dando paso a señales preocupantes, no tanto por las derrotas en sí, todas ajustadas de marcador y en duelos susceptibles de pinchar, sino por el juego. Y la derrota contra la Virtus viene a confirmar los malos augurios, dejando al descubierto muchas de las carencias actuales del equipo. El debate ya no es el diseño de la última posesión sino los 39 minutos previos.

Entre los síntomas evidentes contamos la falta de soluciones colectivas en ataque, las dudas en el reparto de jerarquías y, sobre todo, la fragilidad en defensa. Las bajas de Rudy, Goss y Hanga pesan en la retaguardia exterior, pero sería inocente achacar el boquete defensivo únicamente a la enfermería.

Desde luego, el denominador común de las derrotas son los guarismos insostenibles de puntos encajados: 89 contra Olympiakos, 87 contra Baskonia y 95 contra la Virtus, la más fuera de guión, por ser en Goya y porque los italianos, pese a contar con algún apellido ilustre, estaban firmando un pésimo arranque de curso. Tanto como que promediaban solo 64 puntos anotados por partido en las cuatro primeras jornadas. El Madrid, repito, les permitió 95.

Se llegó a perder hasta por 15 puntos en el último cuarto, así que los tres de diferencia finales son engañosos, fruto básicamente del coraje y la dignidad de Tortuga Deck (28 puntos), el más enchufado de la plantilla en este tramo de curso. Pero el Madrid, sin paños calientes, cuajó una segunda mitad terrible, la diferencia de intensidad fue un poema, incluida alguna actitud sospechosa. Chus Mateo así lo hizo saber: «Me marcho con la decepción de que alguno todavía no entiende que tenemos que trabajar en defensa, estar juntos y evitar agujeros por donde entre el agua». Que vaya Rudy calentando las ascuas, que pronto puede hacer falta otra barbacoa…

Poirier bien podría ser uno en la mente del entrenador con esas palabras: su paso por pista fue efímero (castigo) pero le alcanzó para hacer allstar a Ismail Bako y restar claramente al equipo, -12 en sus 8 minutos. Llueve sobre mojado, que promedia valoración 2.6 en Euroliga, cinco veces menos que el curso pasado. Y no es un flanco menor, que por salario y estatus está llamado a marcar diferencias desde el banquillo. Su bajísimo rendimiento es un lastre tanto directo como indirecto, que obliga a minutadas de Tavares, que acaba los partidos reventado, llegando tarde a las ayudas defensivas.

El puesto de base, el gran señalado por la parroquia desde incluso antes del inicio de curso, enseñó contra la Virtus toditas sus carencias, irregular en ataque y un lastre en defensa, valoración -7 entre Llull y Chacho. El regreso de Hanga representa una esperanza para compensar algunas carencias, pero ni podemos esperar milagros ni el húngaro está todavía a un mínimo nivel físico ni competitivo. Al contrario, da la sensación de haber adelantado un poco su vuelta por la baja de Causeur.

Pero el más preocupado a estas alturas debe ser Chus Mateo, al que le toca acortar los plazos de su mili si quiere comerse el turrón. El baño de Scariolo en la segunda mitad fue dramático, como ver al maestro contra el meritorio, solo que el transatlántico lo pilotaba el segundo.

No se me entienda mal: tengo cero dudas de la preparación y capacidad táctica de Mateo, en todo caso alguna de su autoridad y mando en plaza para el tránsito de ayudante a primer entrenador de todo un Madrid. Pero los técnicos también evolucionan, igual que los jugadores, lo sabemos porque lo vimos en Laso, que llegó a Goya tartamudeando en los tiempos muertos y se marchó como una leyenda diez años después.

Mi duda es: ¿cuánta paciencia tendrán con Chus en la planta noble? Su dilatada trayectoria como ayudante bien vale una oportunidad genuina, es decir, más tiempo. Además, las alternativas a simple vista en mercado a estas alturas tampoco suenan muy apetecibles: ¿Djordjevic? ¿Joan Plaza?. Sucede que el director general (Juan Carlos Sánchez) se juega este curso más que nunca, tras una fuerte inversión en fichajes y haber quemado gran parte de su capital político para que Florentino le diese finalmente luz verde y despedir a su histórico contrapeso de poder en la sección, Pablo Laso.

Una cuestión de oficio: Olympiakos tumba al Madrid en Goya

Dos derrotas consecutivas en Euroliga suelen traer en Madrid la alerta naranja y exigencia de fichajes/despidos. Hoy vengo a echar un hielito, a sujetar los impulsos catastrofistas y a recordar que el contexto importa: han sido pinchazos por la mínima (FCB y OLY) contra rivales de máximo nivel, semifinalistas ambos de la pasada edición. Estos partidos son una moneda al aire y esta vez salió cruz, igual que la final de Supercopa fue cara. Si nos creemos que la temporada va a ser un camino de rosas, incluso contra rivales directos, vamos apañados. Y no hay fichaje posible que te evite sofocos, con el que te den la Euroliga en octubre. El título se decidirá en mayo, en partidos apretados y a cara de perro contra equipos como estos dos, y tanto la plantilla como el cuerpo técnico tienen que aprender de los detalles y optimizar la gestión de finales ajustados.

Hago hincapié en la recta final porque a los puntos fue mejor el Madrid, que mandó en el marcador buena parte del encuentro, por rentas exiguas, todo sea dicho. El juego esta vez sí fue fluido, se fabricaron tiros liberados, nada que ver con el desastre del Palau: 87 puntos anotados y 26 asistencias por 11 pérdidas. El puesto más cuestionado, el de base, resultó el más productivo del equipo: Chacho jugó un señor primer tiempo, acabó con 8 asistencias, y Llull fue de lejos el mejor del último cuarto con 14 puntos (¡!). Y aún así, paradójicamente, es el partido de la temporada en el que más eché de menos un base de corte defensivo como Hanga o Goss, aún en la enfermería, que hubiese permitido una alineación más equilibrada en esa recta final, con Llull de dos.

Me explico. Ni el menorquín ni Chacho están para defender a Sloukas, su par teórico, así que Chus tuvo que recalibrar en el último cuarto los emparejamientos y poner a Causeur con el base griego. Fabien, defensor suficiente pero lejos de ser un especialista, se fue a 23 minutazos en un día aciago: 1/8 tiros y -3 de valoración. Telita por cierto su comienzo de temporada: 14/50 tiros de campo en los nueve partidos oficiales, un 28%, que se dice pronto. Por menos se crucifica a Llull… Ese ajuste defensivo limitó el tiempo en pista de Musa, el más clarividente (17pts en 15mins), y no consiguió el objetivo de contener a Sloukas, decisivo en la recta final y autor de la canasta ganadora.

La mili de Chus Mateo

Al margen de estos detalles, al equipo en general le faltó oficio, lógico hasta cierto punto con los cambios de este verano y bajas como la de Rudy, y cantó especialmente al tener enfrente un animal competitivo como Olympiakos. Hezonja, por ejemplo, no solo estuvo desacertado, que falló varios triples liberado. Eso no me preocupa, otros días han entrado y entrarán, pero tuvo la cabeza fuera del partido, ofuscado con el criterio arbitral. Algo parecido les pasó a Tavares y Poirier, que patinaron sobremanera en el último cuarto, con cantidad de errores en la lectura de juego y la toma de decisiones. Tiros mal seleccionados, faltas innecesarias… Un lastre importante al ser el puesto llamado a dominar.

Y también pinchó un poco Chus Mateo, de nuevo, que con este calendario inicial tan exigente está haciendo una mili apresurada. Conocemos sus espectaculares credenciales como segundo, pero la gestión de los últimos cuartos como entrenador jefe requiere, más que de estrategia, de carácter y capacidad de improvisación, y ahí tiene todavía que doctorarse. Su pizarra en ataques finales por ahora es entre plana y discreta: no es que los dos segundos que quedaban ayer diesen para mucho, pero sí quizá para algo mejor que Tavares recibiendo de espaldas a 5 metros del aro.

También eché en falta su voz en la banda para presionar al trío arbitral ante el reguero de tiros libres griego en el último cuarto (12). Te lo tienes que creer. Eres el entrenador del Madrid y juegas en casa, si no te está gustando el arbitraje debes que hacerte oir. Porque lamentablemente en la Euroliga todavía prevalece la lógica de que «quien no llora no mama», por eso vemos a casi todos los entrenadores presionar a los árbitros y gritarles, jugando conscientemente al límite de la técnica. Los Itudis, Jasikevicius, Messina o Ataman regalan pocas sonrisas al trío naranja…

En fin, que hay cosas que ajustar, pero sin drama.

Resurrección blanca: el Madrid regresa a la F4

Y justo cuando empezábamos a dar el proyecto por finiquitado, después de tres meses de la peor crisis deportiva y extradeportiva de la era Laso, justo entonces, en el momento clave de la temporada, va el Real Madrid y levanta cabeza. Recordemos que había perdido 8 de los 10 últimos partidos de fase regular, la dinámica no podía ser peor. Resulta casi peliculero, como los combates de pressing catch que narraba Héctor del Mar, en que el favorito de la grada se recuperaba milagrosamente en la cuenta de tres y remontaba previo baile de San Vito. Una resurrección improbable y fulminante con el Maccabi Tel Aviv como víctima, un quinto clasificado de la fase regular Euroliga reducido a escombros. Todos los partidos ganados por doble dígito de diferencia, +50 acumulado, ahí es nada.

La victoria en el primero la pusimos en cuarentena, la más ‘ajustada’ y que se cimentó en un festival de triples (16/29) difícilmente repetible. Alegría pero cautela, que se viene de un atolladero y solo era un triunfo. Pero es que el equipo únicamente ha ido a más en la eliminatoria, consolidado ese formato de rotación más corta y funcional (dos jugadores por puesto), con roles mejor definidos, que resulta en una amenaza verdaderamente atomizada, no en la teoría sino en la práctica. Que se tome nota de cara a la configuración de plantilla del año que viene, menos puede ser más.

Si Causeur y Goss fueron los mejores en el partido uno, Poirier dinamitó el dos con una primera parte dominante, zampándose a Zizic-Reynolds, ¡26 de valoración al descanso! Lo holgado del marcador tuvo resaca en el tercero: Maccabi seguía un poco grogui y se vino mentalmente abajo cuando el Madrid estiró la renta.

Yabusele y Llull lideraron al equipo anoche. El francés ha cuajado una serie enorme, con esa extraña combinación suya de intensidad y buena selección de tiro (19/28). Parece haber visto las orejas al lobo y se ha puesto las pilas tras la multa por las farras, recuperando el nivel de enero, por el que se le renovó de larga duración como uno de los pilares del proyecto. El balear, por su parte, gozó de minutos extra en el tercero por los problemas de faltas de Goss y supo leer el partido, aprovechando las autopistas que dejó Maccabi para anotar en penetraciones en vez de ofuscarse en el triple. Terminó con seis canastas de dos, el techo de su carrera en la Euroliga, además de seis asistencias.

Conclusiones positivas

Viniendo del fango absoluto, las conclusiones de la eliminatoria no podrían ser mejores para el Madrid. Hanga y Goss recuperados para la causa como activos muy útiles, Yabusele y Poirier retoman su mejor versión y, lo más importante, todo el equipo vuelve a estar comprometido con la causa y remando en la misma dirección. Jugando como equipo, vaya.

Hemos dedicado ríos de tinta a analizar el socavón del Madrid estos meses, apuntando distintas causas, que si la edad del núcleo duro, la distribución de tiros y minutos, carencias en la confección de plantilla, etc. Seguramente todas están bien tiradas y contribuyeron pero al final la mejora ha coincidido con la colada de trapos sucios del vestuario. No es que unas farras de algunos jugadores expliquen semejante crisis, pero sí pueden ser la gota que colme el vaso y enrarezca el ambiente de vestuario. Marca menciona una comida de la plantilla en casa de Rudy el 15 de abril como punto de inflexión en la deriva. La «Conjura de la Barbacoa». Desde entonces, balance 5-0.

Thompkins y Heurtel han sido indultados, pero como no es que se les echase de menos mientras estuvieron apartados entiendo que Laso mantenga su apuesta por la rotación actual. De Randolph no esperamos casi nada ya, pero tampoco es que Trey en su estado fuese a aportar mucho más. Además está el comodín de Tortuga. Y la ausencia de Heurtel ha propiciado minutadas de Goss que, sin la sombra del banquillazo a cada error y alternándose con Llull, en vez de compartir quinteto, que se tendía a apocar, ha dado un stepahead que esperamos consolide. Tiene menos talento que el galo pero es más completo y regular.

Esta semana podemos detenernos un momento y contemplar cómo el resto se pelea por los otros tres billetes a Belgrado. El Madrid ha conseguido, y con nota, quizá el principal objetivo de la temporada, regresar al club de la aristocracia continental, tras la ausencia del pasado curso. No es el único objetivo, hay otros deseables y más o menos exigibles (finales nacionales y top4 en fase regular Euroliga), pero volver a la F4 era clave para dar sentido a un proyecto con semejante inversión.

Un Madrid sin colmillo

Nueve puntos arriba iba el Madrid en Tel Aviv a 5 minutos 41 segundos del final. Acariciaba el segundo puesto de la liga regular. Se habían hecho las cosas bien hasta entonces, igual que en Estambul 48 horas antes, dominando el rebote (+15) y repartiendo 24 asistencias. Guarismos en los que raramente se le escapa un partido a este Madrid. Pero llegó el apagón, el equipo no anotó ni un solo punto más, de hecho, no hilvanó ya ninguna buena jugada de ataque.

La crisis de resultados sigue abierta, el bache es socavón, y el Madrid acumula un balance de 12 derrotas y 9 victorias desde el 23 de enero. Es una carga en la mochila que merma la confianza y genera ansiedad, especialmente en finales apretados. El Madrid falló anoche 12 tiros de campo consecutivos, los 12 últimos del partido.

Y Wilbekin dio la puntilla, culminando la remontada desde el tiro libre tras una falta de Goss junto a la línea de fondo para la que la palabra «rigurosa» se queda corta. Pero son las cosas que te pueden pasar cuando juegas a domicilio en Euroliga, en una cancha donde el público sí aprieta. Precisamente por eso hace falta colmillo, instinto ganador, saber cerrar los partidos. Es una característica de los grandes equipos, el Madrid la ha tenido durante años. Pero ya no, los jugadores que imprimían ese carácter están viejos o juegan/residen en EEUU.

En los minutos finales las defensas se cierran, los sistemas ofensivos saltan por los aires y el balón difícilmente llega a los interiores. Lo sabemos, es como funciona el basket. Así que te la juegas al talento y confianza de tus creadores desde bote, su capacidad de improvisar fuera de partitura, y ahí sabemos que el roster del Madrid cojea, no es top europeo. Ni Hanga ni Goss no son jugadores para esas lides, Deck podría serlo en situaciones concretas, por ejemplo atacando al aro desde bote, fuera-dentro. Venía de una actuación tórrida en Estambul, pero ayer sencillamente no tuvo el día. La alternativa más lógica es Heurtel. Mostró su magia por momentos, lideró junto a Poirier la escapada que parecía buena, pero la magia le duró cinco minutos. Se desinfló en el peor momento, y cuando a Thomas a se le seca el río se le seca de verdad. Así que otra posesión final que se juega y falla Llull, en marzo de 2022.

Vaso medio lleno

Sé que el tremendismo es seña de identidad de la parroquia blanca, tan mal acostumbrada estos años, y entiendo que cuesta ver el vaso medio lleno después de perder tres encuentros en cinco días. Pero aquí estamos para bajar al detalle y contextualizar, y no todas las derrotas son iguales. No es lo mismo el respaso del Manresa en Goya el pasado domingo, que puse el grito en el cielo, que caer contra Efes y Maccabi a domicilio en el cara o cruz final, jugando bien al baloncesto. Recordemos que la plantilla será larga pero está en cuadro. Si sumamos las cuatro bajas por lesión al nivel prejubilados de Randolph y Thompkins, resulta que la rotación real a día de hoy es de ocho jugadores.

Con esos ocho se ha dominado durante muy largos tramos de partido a dos equipos top8 Euroliga y se han dejado atrás los problemas de anotación de semanas previas. Yabusele vuelve a carburar como en enero, Deck ha completado su readaptación y hemos recuperado a Hanga y Goss como activos útiles de la rotación. Es decir, que suman más que restan. El equipo nota, eso sí, el bajón de Tavares, que no parece físicamente al 100%, a pesar de lo cual atrapó tres rebotes ofensivos en el último minuto y medio que pudieron ser claves. Sea como fuere, ganando en pista del colista (Panathinaikos) y al Bayern en casa se asegura el segundo puesto. Ganando solo uno se acaba como poco terceros. Más se perdió en Cuba… Dada la merma de nivel del top8 tras la exclusión de los equipos rusos, y pese al socavón del Madrid, no veo muchas excusas para faltar a la cita de Belgrado.

Yabusele I de Baviera

Tampoco podemos pedir peras al olmo: no está el Madrid para alardes en Euroliga y a domicilio, con cuatro lesionados y un solo base disponible en el roster, Heurtel, que como buen Manolete aparece y desaparece. En Múnich apareció solo con cuentagotas, en el segundo cuarto, pero hizo mutis por el foro en la segunda mitad, dejando la batuta a Llull y Abalde, que sufren cada minuto al timón. (Ya) no es su puesto, se nota, y Laso no se atrevió esta vez con Núñez. Y si al walkover en la dirección le sumamos el de los dos pívots en la recta final, Tavares y Poirier, eliminados por personales (y técnicas), algunas rigurosas y otras evitables, lo normal hubiera sido palmar.

Los arbitrajes Euroliga siempre han pecado de caseretes, pero este curso parecieran haber dado otra vuelta de rosca, como si la organización quisiera equilibrar una de las ediciones sobre el papel más descompensadas. El caso es que todo lo que se rasque en la carretera y con tanta baja es un pequeño potosí. Más aún en Baviera, candidato razonable a repetir top8.

El Madrid, con lo justo, se mantuvo en partido, protagonizó incluso algún conato de escapada, jugando más mal que bien pero defendiendo, que es gerundio. Eso, y el acierto del fichaje estrella del verano: Guerschon Yabusele, en su mejor actuación de blanco hasta la fecha, 21 puntos, 8/10 de campo. Ya no solo apareciendo desde segunda línea, como hasta ahora, dejando pinceladas, sino liderando cuando calienta el sol, que era el siguiente escalón.

Fue un faro en la oscuridad, la diferencia entre repetir el gatillazo de Kazán y acostarse, como nos acostamos, segundos de la Euroliga, compartido con otros cuatro equipos, todo sea dicho. Seleccionó muy bien sus tiros, como acostumbra, hundiendo al poste a rivales de menos peso cuando tocaba y abriéndose a tirar si procede. Sus dos triples en los cuatro minutos finales fueron media victoria. Tal cual.

Ahora es cuando saltáis los agoreros, que si solo ha firmado por un año, que si verás como se lo lleva la NBA, blablabla. Mirad, dos cosas os digo: vivid el puto momento y buscadle ya una novia madrileña. Avisados estáis.

Gira rusa de cal y arena

La semana rusa ha sido el típico anticlimax del Real Madrid de Laso: ganar donde se podía perder y pinchar donde se debía ganar. Cabe matizar que estas semanas Euroliga de doble partido a domicilio son bastante exigentes, sobre todo si arrastras lesionados, como es el caso, y no es raro bajar el listón en el segundo. Pregunten al Barca. Lo digo como contexto, que no como excusa, que las normas son las mismas para todos.

Si el duelo en San Petersburgo se ganó (principalmente) gracias a la defensa, el de Kazán se perdió por el ataque. Bueno, por su ausencia, 58 puntos y 19 pérdidas. En esos guarismos lo raro hubiese sido ganar, por bien que chapotees en el barro. Leo a no pocos aficionados sacar a colación la reivindicación del verano: «a la plantilla le falta un killer». Pues sí, claro que falta, y ayer hubiesen venido bien esos puntos casi gratis que te daba por ejemplo Carroll. Causeur, que en cierto modo ejerció ese rol el miércoles, sencillamente se borró en Kazán: 0 puntos y 0 asistencias en 20 minutos.

Mancos en la dirección

Pero más que un killer ejecutor lo que se echó en falta fueron ideas, generación en estático, la fluidez que te da una buena dirección. Heurtel lleva una Euroliga notable hasta la fecha, sin ir más lejos, lideró el triunfo en Piter, pero nunca se ha destacado por su regularidad. Del club de los Manoletes. En Kazán sencillamente no le tocaba, y de repente nos acordamos de los ausentes.

El Madrid de Laso tiene una acreditada capacidad de resiliencia, ha demostrado poder vivir dignamente sin Randolph y Trey, con Rudy tapando agujeros, alapivot reserva con 84 kilos de hueso y pellejo. Whatever works. Pero el puesto de base es más sensible, catalizador en pista, y en Kazán se vio que sin Nigel ni Alocén (baja por problemas de espalda) el equipo queda vendido, a merced del pie con que se levante Thomá. Porque no hay en la plantilla quien que te haga un apaño en la dirección como te lo hace Rudy al cuatro.

Laso, que tampoco tuvo su mejor día, dio la alternativa al chaval Nuñez en la primera parte, que no desentonó, pero no se atrevió a repetir en la segunda, con el encuentro en el alambre. Apostó por Llull buena parte del último cuarto y el apagón fue cojonudo: 4 puntos del equipo en 6 minutos. El balear arrastra molestias y, además, en verano solo se estudió el temario de escolta, no el de base. Ayer se le notó perdido al volante, como si lo de dirigir le quedara ya lejísimos. Una sola asistencia en 18 minutos y 2/11 tiros, la mayoría frutas de final de posesión, que como base sus porcentajes de tiro caen dramáticamente. Zapatero a tus zapatos: los de Llull ahora son de escolta.

El puesto de alero

El único exterior potable en Tartaristán fue Abalde, que lleva un par de semanas entonado, en porcentajes de tiro altos, erigido en alero titular, el rol al que en realidad siempre ha estado llamado. Hanga ha perdido el pico de forma con el que arrancó el curso, parece que arrastra problemas de rodilla, y Taylor está muy out. No creo tirarme a ninguna piscina si afirmo que su continuidad en verano fue una decisión discutible y, en este caso, hasta donde sé, una atribuible directamente a Laso, que se negó en redondo a dejarle ir, contra criterio de la dirección.

Abalde difícilmente llegará algún día a ser el killer que algunos echaron ayer de menos, le falta la intuición y mala leche que requiere el papel, pero al nivel que apunta los últimos partidos es una navaja suiza de muchos quilates. Defensa, tiro, rebote, asistencias a los pívots en 2×2… No sobresale en nada, pero es de notable en casi todo. En su caso, resulta clave la confianza, que repercute directamente en la toma de decisiones en pista, su gran hándicap, responsable el año pasado del valle de forma que le duró casi media temporada. Como no es la primera vez que le intuimos un step ahead que después se queda en agua de borrajas, quedamos a la espera de nuevos capítulos.