Viendo los últimos partidos, da un poco la sensación de que el Madrid ha perdido el momentum, aquel pico de forma embriagador de los 2-3 primeros meses de temporada. No lo llamaría crisis, porque no lo es, más bien un ajuste de la velocidad crucero a parámetros terrenales. Es decir, dosificar esfuerzos, que esto es muy largo, y pinchar en salidas contra equipos de puestos playoffs, pero igualmente ganar alrededor del 70% de los partidos. Vamos, lo de otros años solo que con un cómodo colchón previo.
¿Causas de esta desaceleración? Variadas, entre las que destacaría las bajas y el cansancio. No estoy descubriendo la pólvora, pero es que esas dos dobles jornadas Euroliga consecutivas en plena navidad deberían estar tipificadas como terrorismo en el código penal.
Deck regresó de la lesión pero anda todavía lejos de su mejor forma, además Chus tiene pendiente definir su rol tras el paso adelante de Hezonja durante su ausencia. Cuestiones como quién juega de 3 y quién de 4 cuando coinciden en pista. La lógica nos diría que el argentino al cuatro, pero en realidad el sistema del Madrid exige más tiro exterior al alapívot que al alero, y Mario lanza mejor…
Pica también y no poco la baja de Tavares, por muy buena temporada que esté firmando Poirier, que además acaba de pasar 10 días fuera por un esguince. Encima falta Llull, habitual chivo expiatorio en las derrotas, ¿a quién se señala ahora si palmamos, a Abalde? xD
Una suma de pequeños contratiempos, ninguno grave por sí solo pero que dificulta la continuidad que requería la excelencia del primer trimestre.
Campazzo, por ejemplo, atraviesa un valle de forma, ni se parece al nivel MVP de inicio de curso. Da muestras de cansancio, más mental que físico. Irregular en el rendimiento, espeso en la toma de decisiones y acumulando más pérdidas de balón de las que nos tiene acostumbrados. Y es la clave de bóveda. Quizá no sea tan clarividente como Chacho habilitando a los pívots, pero a cambio es un primor pasando bloqueos por en medio, dividiendo la defensa y encontrando al compañero abierto. Si él no carbura el ataque se espesa, se recurre más a soluciones individuales y bajan los porcentajes de tiro. Así que hagamos una colecta para pillarle una Smartbox de casa rural con jacuzzi para antes de la Copa y que se despeje.
Coñas al margen: que no cunda el pánico. Los récords en fase regular son de losers y, si había que tener un valle de forma, no se me ocurre mejor momento que el presente, con un enorme margen clasificatorio y a un mes todavía de la Copa del Rey, primera meta volante del curso. Con una temporada a casi 90 partidos y una plantilla de tanto treintañero, era de esperar que se bajase de marcha en algún momento, no solo previsible sino diría que casi hasta necesario.
Que nos quiten lo bailao. Era un poco el sentir de la tribuna anoche. Once abajo a un minuto del final y con el 3-0 ya escrito. Cualquier otra temporada, y más con el Barça enfrente, se escucharían murmullos y hasta algún silbido. Pero en vez de eso la afición rompió a aplaudir y a corear esa frase ya convertida en himno alternativo: “Como no te voy a quereeeer, si fuste campeón de Europa una y otra vez”. No, esta temporada no hubo murmullos ni pitos en la derrota ACB porque ha sido la temporada de la Undécima, y la masa social del Real Madrid, no solo de basket, tiene muy presente que cada Copa de Europa vale como por cinco ligas nacionales.
Pocos dentro de diez años se acordarán del partidazo anoche de Jokubaitis y Vesely en Goya. Los libros recordarán el tiro de Llull, y aquella sucesión de cinco partidos del Madrid, la remontada a Partizán + la Final Four en cuadro. Cuanto más lo pienso, más me parece uno de los momentos cumbre de la historia de la sección.
Lo cual no es óbice para hacer autocrítica y reconocer lo amargo de la serie final ACB, a la que el Barca ha llegado más entero y motivado. Ha sido mejor y además ha tenido ese punto de estrella y acierto que otras veces sonríe al Madrid. Le salió cara en el final apretado del segundo partido (empujón arbitral mediante), que a la postre condenó la serie, y tuvo acierto en tiros puntuales que sirvieron para abortar escapadas o remontadas. El Madrid, por comparar, se dejó anoche nueve tiros libres…
De todos modos, la sensación ha sido de somera inferioridad, de que han dado las doce y la carroza ha vuelto a su estado original de calabaza. Tras el cuento de hadas de mayo, esta eliminatoria ha mostrado las mismas carencias del equipo que hemos glosado a lo largo del curso. Ataque poco trabajado, sin apenas automatismos, de balones colgados a Tavares y a esperar el milagro de los Sergios. Y una defensa porosa y condicionada por la carga de años y dos titulares jóvenes que no defienden: Yabusele y Musa.
La dirección se enfrenta ahora a un dilema sobre el rumbo de la sección. La opción conservadora, y de la que nadie dudaba hace diez días, es mantener a Chus Mateo, que parece contar con el favor de la columna vertebral del vestuario y además tiene otro año de contrato. Es poner en valor la Undécima, no como flor de un día, sino como el inicio de una etapa, el Mateísmo. Una especie de nuevo Laso, ese entrenador nacional de perfil bajo, llegado por la puerta de atrás y que entre dudas perennes acaba nutriendo vitrina y marcando época.
Chus Mateo dijo anoche en rueda de prensa que tiene la intención de continuar, «y el club parece que también». Al fin y al cabo, quién despediría a un entrenador tras ganar la Euroliga, ¿verdad? … Pues Juan Carlos Sánchez, que demostró hace justo un año con Laso que no le tiembla el pulso para tomar decisiones controvertidas, y esta seguramente lo sería menos.
La alternativa arriesgada es retomar la hoja de ruta de abril, es decir, cesar a Chus y fichar a Scariolo, con quien había negociaciones avanzadas en marcha. El italiano ha sido descartado como opción en Toronto y, aunque le queda otro año de contrato en Bolonia, no parece una salida complicada tras firmar una campaña flojita (14º clasificado Euroliga).
Esa decisión, la del entrenador, es la primera que tomar de cara al verano, y que condicionaría los movimientos de jugadores, que es en lo que ya estamos. Mateo tiene el aprecio de Tavares y Facu, los faros en pista del proyecto, mientras que Scariolo podría, por ejemplo, darle una segunda vida a Abalde o ser un atractivo en una eventual negociación por Juancho.
Las notas por jugadores
Si bajamos al detalle de jugadores, la final ha servido de reivindicación a unos pocos pero despierta dudas sobre la continuidad de muchos.
Sergio Rodríguez ha terminado el curso como una moto, pese a su flojo partido anoche, y el Madrid ejecutará el año opcional de su contrato. Lo malo es que tiene 37 palos y la temporada blanca 85 partidos, así que convendría conservarle en formol durante el año si esperamos un rendimiento parecido en primavera de 2024. Y eso pasa por relegarle a tercer base y no quemarle con un rol de segundo, tras Campazzo, que le exigiría unos 1.000 minutos de juego en fases regulares (68 partidos x 15 minutos).
Nigel Williams Goss. Ha rayado a buen nivel en la recta final de curso, entre él y sobre todo Chacho han silenciado la matraca del agujero en el puesto de base. Sí, sí había base. Libre de lesiones es aprovechable como reserva tras un titular indiscutible (Facu). Goss es solvente atrás, director discreto pero no exento de puntos en las manos, ese jugador para no quemar a Chacho en fase regular y ahorrarnos el periodo de adaptación de un huevo Kinder. Sin embargo, está con pie y medio fuera porque acaba contrato y tiene mercado en Euroliga, por lo que su renovación costaría seguramente más de lo que el Madrid tiene intención de gastarse en es puesto, si es que piensa cubrirlo.
Carlos Alocén. La próxima temporada de su contrato es opcional y, sintiéndolo mucho, no debería seguir. Cuestión distinta es que el Madrid ponga a su disposición los servicios médicos y las instalaciones del club hasta que termine de recuperarse. Las lesiones han torcido seriamente su carrera y tiene un largo camino de regreso a la élite. Desde aquí le deseamos lo mejor.
Sergio Llull. Su temporada, como la de Chacho, era entre regular y floja, pero la recta final lo cambia todo. No solo metió La Canasta contra Olympiakos, es que ha sido el mejor del Madrid en la final ACB tras Tavares: identificando los momentos de partido, con una selección de tiro responsable, buen nivel atrás, con minutos limitados y alternando los puestos de base y escolta. Una versión interesante de cara a la próxima temporada, en la que estará seguro, pues tiene contrato garantizado.
Fabien Causeur. Temporada muy discreta, por debajo de las expectativas, tras su formidable final de curso 2022. Mateo ha apostado claramente por Musa como escolta titular, y tampoco es que Causeur se lo haya puesto difícil. A sus 36 años ya no tiene piernas para romper hacia el aro, y como especialista 3&D su valor es relativo. Tiene otro año de contrato y una ficha demasiado alta para el rol que desempeña. No estorba si sigue, pero su continuidad limita la operabilidad en mercado (escolta tirador), así que tampoco vería con malos ojos tantear una salida negociada. En Francia no le van a faltar novias Euroliga (Asvel o, sobre todo, Mónaco).
Dzanan Musa. El gran pinchazo en la recta final de temporada, después de ser quizá el MVP del equipo en las fases regulares. Cuando han llegado los partidos por los títulos, frente a rivales top y defensores a los que ya no pillaba por sorpresa (scouting), se ha ido haciendo pequeño, saliendo a relucir toditas sus carencias, a saber, inoperancia defensiva, mala selección de tiro y cierta obsesión con el arbitraje. Tiene 24 años y su margen de mejora, que es enorme, debe venir principalmente por el físico, un poco enclenque para la élite. Tiene otro año de contrato garantizado y continuará seguro, de hecho el club estaba al parecer en negociaciones para su extensión (como con Tavares y Deck). Su recta final bien le puede hacer perder unos cuantos euros en esa eventual extensión de contrato.
Adam Hanga. Pondría su nivel esta temporada y su situación un poco en paralelo a la de Williams Goss. No diría que ha brillado, como en la final ACB 2022, pero ha aportado en el último tercio de curso una solidez defensiva necesaria y poco reconocida por la grada. Nótese cómo secó a Kyle Guy tras el primer partido de semifinal ACB. Ahora bien, tiene 34 años y su contrato termina este curso, siendo el próximo opcional, suponemos que por el mismo salario actual, que es bastante alto, alrededor de los 1.8M brutos. Un precio alejado de su valor de mercado y rol en el equipo. Así que, como con Causeur, si sigue no estorba pero si sale tampoco lloraremos su pérdida, hay que aligerar y rejuvenecer las alas.
Rudy Fernández tiene 38 años y seguirá aportando intangibles al equipo hasta con 45 gracias a su anticipación innata, pero ha sido el veterano menos productivo en el tramo final de curso, y no le han faltado minutos. Está ya para poquito y acabando contrato me parece el momento idóneo para una despedida con honores, jugando el Mundial con España este verano. Saber irse a tiempo para dejar buen sabor de boca. Me parecería un error que se aprovechase de la política de la sección de jubilaciones a la carta para las leyendas y renovase para hacerse un Felipe 2.0, es decir, una gira de despedida vestido de chándal a costa de la masa salarial de la sección.
Mario Hezonja. Uno que se ha reivindicado y con fuerza en el tramo final de curso como pieza importante del equipo a lo que ha contribuido el agujero provocado por la lesión de Tortuga Deck. la versatilidad de Mario (brillando al 3 y al 4) y su desempeño defensivo solvente, por encima de las expectativas, le han abierto las puertas de la rotación de par en par. Y su talentazo ofensivo, aunque de corriente un poco alterna, es un martillo para los rivales y un placer para los espectadores. Tiene otro año de contrato garantizado y habría que pensar en extenderlo: cupo nacional y 28 años, debería echar raíces en el club.
Alberto Abalde. Otra temporada decepcionante del gallego, quizá la peor desde que aterrizó en Madrid: desacertado en el triple y menguante en el overbooking del juego exterior blanco. A medida que se ha vaciado la enfermería y no había hueco para todos se ha ido cayendo de las convocatorias de Chus Mateo. La Final Four y la final ACB las ha visto de chándal. Tiene contrato garantizado hasta 2025 pero si continúa Mateo y se mantiene la estructura de plantilla en las alas habría que plantearse una salida, porque es un salario improductivo. Ahora bien, hay que estar convencido porque te puedes arrepentir a medio plazo: cupo nacional de 27 años, condiciones innegables y por el que pagaste 1.5M de tránsfer. Decisión delicada en verano.
Gabi Deck. El pobre se ha perdido el desenlace de la temporada por lesión, pero su campaña había sido buena en líneas generales, al nivel que se le presupone, como uno de los tres mejores aleros de la Euroliga. Se le ha echado de menos especialmente en la final ACB, por su sangre fría, inteligencia y carácter competitivo. Tiene contrato garantizado y seguirá seguro, siendo la principal duda si habitará más el año que viene el puesto de 3 o de 4, ante la eclosión final de Hezonja.
Guerschon Yabusele. Muy floja segunda temporada en Madrid, a pesar de lo que pueda decir su maquillaje estadístico. Lejos de lo que se espera de un titular en el campeón de Europa, recordemos que el club se rascó el bolsillo para renovarle hasta 2025. Una apuesta que está saliendo rana y a la que me temo que el club está bastante atado. Yabu se ha demostrado como pésimo defensor, pese a sobrarle físico para lo contrario, una cuestión por tanto de actitud y compromiso, y esa no se mejora con pesas en gimnasio como Musa. Y es que no solo es la defensa, es su baja inteligencia en pista, así en general, con unos pobres conceptos de juego colectivo, digamos pase, spacing, selección de tiro, uso de faltas, etc.
Petr Cornelie. Ha pasado por el Madrid sin dejar huella. Fue un fichaje barato a final del verano pasado (la ficha más baja del roster tras Alocén), un huevo Kinder que sencillamente no ha cuajado. Le faltan horas de vuelo en la élite hasta llegar a nivel contender Euroliga y el Madrid no espera. Blando atrás y sin la fiabilidad en el tiro que requería el rol, se acabaó cayendo. delas convocatorias, superado por Ndiaye en la rotación.
Anthony Randolph. El mero hecho de volver a verle jugar al basket pro es de por sí una alegría, tras las dos gravísimas lesiones consecutivas que sufrió. Apenas ha aportado porque apenas está para aportar, con 34 años y en su estado físico. Termina contrato y lógicamente no sigue, de hecho no descarto retirada. Suerte en lo que venga, dio años de gran baloncesto a esta sección. Le recordaremos junto a los Trey y Taylor, esos americanos secundarios que contribuyeron a construir el lasismo.
Vincent Poirier. Temporada floja, muy condicionada por problemas físicos recurrentes (apenas le hemos visto 2-3 meses en buena forma física) y por un entrenador un poco más conservador en las rotación, Chus, que se ha traducido en minutadas de Tavares en cuanto el partido estaba igualado. Tiene contrato garantizado el año que viene y una ficha alta, acorde a su status (top 8 pívots de la Euroliga), pero suena desde hace semanas el rumor de que quiere salir y tener más protagonismo, lejos de la sombra de Edy. Su salida no me parece el escenario más probable pero ojo como Willy Hernangómez se ponga a tiro.
Edy Tavares. El mejor del equipo una temporada más, MVP de la Final Four y Quinteto ideal de todo. Su regreso, que no la tangana, fue lo que cambió la serie contra Partizán y obró el milagro. Ha sido también el mejor en la final ACB contra el Barca, 23 de valoración media, pero seguramente le pesen los tiros libres fallados, ocho entre los tres partidos, especialmente costosos los dos del último minuto del segundo encuentro. Es el faro del proyecto, el jugador más determinante de Europa junto a Micic, y aún podría mejorar al regreso de Facu, con quien se entendía tan bien. Club y jugador están enfrascados en negociaciones para su renovación, con alguna filtración interesada del agente a la prensa para tensar la cuerda y sacar más dinero, el que seguramente vale. Soy optimista sobre el desenlace.
Enhorabuena, parroquia. Es uno de esos días en que te sientas a escribir y no sabes ni por dónde empezar de tanta intrahistoria que ha dejado esta machada. Lo últimos 20 días del Madrid de baloncesto son tan épicos, heróicos e improbables que si fuesen un guión de cine lo tacharíamos de peliculero. Pero ha pasado, así que frotáos los ojos y disfrutad, que la undécima Euroliga ya está en las vitrinas blancas.
Hace solo 20 días el Madrid iba 15 abajo en el tercer partido contra Partizán y 0-2 abajo en la eliminatoria. La directiva negociaba con Scariolo como reemplazo de Chus Mateo y el Chacho Rodríguez aparecía en todas las quinielas de salida para el verano porque, objetivamente, su temporada estaba siendo flojísima. Pero ante las bajas y la lógica el equipo se unió tras la tangana en Goya, algo hizo click en el vestuario, como con la barbacoa en casa de Rudy el año pasado, y el baloncesto comenzó a fluir. Eso, y el regreso de Walter MVP Tavares, claro, el mejor jugador de la Euroliga.
El sentido común nos decía que con estas bajas era casi imposible, pero el deporte no es lógico, menos cuando hablamos del Real Madrid y la Copa de Europa. Varias veces le han noqueado y mandado a la lona pero siempre se ha levantado. Eso va en el carácter de los jugadores y en el peso del escudo. «Esto solo lo puede hacer el Real Madrid. Lo que tiene este equipo no lo tiene nadie en el mundo, este corazón y el fuego en los ojos», Mario dixit.
Resulta difícil racionalizar una machada, diseccionarla deportivamente, pero sí podemos buscar algunos elementos distintivos. Como que de nuevo menos haya acabado siendo más, como en mayo-junio’22. Las ausencias se traducen en rotación más corta, roles claros y jugadores con confianza -> pico de rendimiento. Dos casos paradigmáticos han sido Sergio Rodríguez y Hezonja. La ausencia de Deck y Yabu liberó al croata de competencia, esa sombra del banquillazo tras fallo que tanto le pesó en el primer tercio de temporada. Y con minutos garantizados como ala-pívot, puesto que habitó en Kazán pero no había pisado aún en Madrid, ha ofrecido su versión más seria y consistente, demostrando un IQ y madurez que no le presuponíamos. Solo podemos dar las gracias al FCB por malvender sus derechos al Unics y dejarnos su desembarco a huevo: cupo nacional y 27 años, el tipo de fichaje por el que hubiéramos pagado millón y pico de transfer a un Valencia de la vida.
Mario ha estado más contenido en la anotación pero impecable en rebote y defensa, justo lo que más necesitaba el equipo de él; una nueva dimensión de jugador. Honestamente, esta no la vimos venir, que el croata fuese el Brate decisivo este curso en vez de Musa. Pero la rotación está dando giros copernicanos en cuestión de días y el bosnio, que ha sido un reloj durante todo el año, se ha desdibujado en el tramo final de Euroliga. El scouting defensivo hace su labor, los rivales ya le conocen y saben por dónde puede venir. Tampoco es que me preocupe mucho, tiene 24 años, el hambre necesario y un enorme margen de mejora, que en su caso debería venir por físico y lectura de juego.
Las declaraciones públicas de los Brate transmiten su enorme orgullo de pertenencia, es decir, su identificación con los valores del club y, en resumen, que han venido para quedarse. Recordemos que ambos salían a equipo por temporada los cinco últimos años: grandes talentos sí, pero errantes también. Y precisamente porque saben lo que es dar tumbos reconocieron un club donde echar raíces en cuanto llegaron.
Oldies but goldies
Pero el factor deportivo más diferencial de esta machada, dado que con Tavares dominante ya contábamos, ha sido la resurrección de Sergio Rodríguez: ya debería ser historia de la sección la clase de baloncesto que ha impartido con 37 años en los tres últimos partidos de esta Euroliga (5° contra Partizán + F4). Qué sensación de dominio y control, de que cuando tiene el balón en las manos cada ataque del Madrid va a terminar en canasta o asistencia. Y lo hace medio andando, fluyendo sobre la pista. Al final se demuestra que resulta clave contar con un talento generador desde bote en partidos así, el que faltó el año pasado y que para el próximo amarramos con el regreso de Campazzo.
Reconozco que nuestros análisis pecan a menudo de cortoplazismo. Con treintaymuchos palos a las espaldas no estás para rendir al mismo nivel toda la temporada, de 80 encuentros nada menos. Tendemos a escrutar el último partido de turno como si fuese el más importante, nos quedamos en los árboles y nos perdemos el bosque. Y el bosque es que el rendimiento de los veteranos no es lineal porque se dejan llevar durante amplios tramos de la temporada y guardan la poca gasolina que les queda para mayo-junio. Lo suele hacer Causeur, sólido en la final, y este año lo ha hecho el Chacho.
El otro Sergio también ha llegado en un momento físico notable (para su edad) al desenlace Euroliga, jugando pocos minutos y como escolta, con menos bote y protagonismo ofensivo pero cumpliendo atrás. Suya es la canasta para la historia que nos da el título, un lanzamiento para ponernos de fondo de pantalla en el móvil. Chus Mateo tuvo los santos cataplines de darle esa última bola, cuando la lógica señalaba a un Chacho en vena. No tenía sentido, no había anotado ni un solo punto en la final, pero de nuevo, esto es el Madrid. La pizarra funcionó: Llull se quedó emparejado con el grande tras el bloqueo de Edy y se levantó a media penetración. Un tiro difícil, bien punteado, pero que puede meter, así que nada de mandarina. Venga ya lo que venga, es un broche a una carrera de leyenda.
Rudy es el más veterano de los veteranos (38) y ha sido el más flojo en este desenlace de Euroliga. Termina contrato el mes que viene, hay overbooking en su puesto y me parece que sería un momento ideal para colgar las botas, levantando la Euroliga y, quién sabe, tal vez también la ACB. El precio de estirar el chicle para su objetivo personal de jugar unos sextos JJOO puede ser que le acabemos echando de más en vez de echarle de menos, como nos pasó con Felipe.
La gran reivindicación de Chus
Me alegro muy especialmente de este título por Chus Mateo, el entrenador más injustamente tratado de la historia de la sección. Yo mismo he sufrido desprecios habituales en redes sociales durante la temporada por algo tan básico como pedir respeto para él, «karusito es juancarlista». Con él se ha cruzado, y por mucho, la línea entre la crítica constructiva sobre aspectos deportivos y el insulto personal, el menosprecio gratuito a su trabajo y cualificación.
Me he aburrido de escuchar a aficionados del Madrid llamar «becario» y «chusma» al entrenador de su propio equipo yendo colideres de la Euroliga (¡!). Un vilipendio que achaco a una mezcla de factores, entre otros: ser el sustituto de un entrenador (justamente) adorado por la tribuna, la labor de desgaste al proyecto JCS desde la prensa pro Laso (=Marca), no ser exjugador y un currículum discreto como primer entrenador.
Chus Mateo no es un líder carismático y autoritario con apellido balcánico como se estilan en el basket europeo. Es tu vecino del cuarto, un tipo normal, discreto, empollón y educado, que ha aguantado estoicamente las críticas, la clase de empleado que cualquiera querríamos en nuestra empresa pero que al parecer a muchos no le valía para su equipo deportivo. Hasta ahora, claro. Pues mira, ganar la Euroliga no le hace infalible ni le convierte ahora en Phil Jackson, aunque su gestión de activos en las tres últimas semanas haya sido de quitarse el sombrero. Tiene otro año de contrato y asumo que su continuidad está garantizada con este título, por mucho preacuerdo verbal que pudiese haber con Scariolo. Tiene el apoyo del vestuario y el equipo ha comenzado a carburar, sería un despropósito despedirle ahora.
Al Madrid le estaba empezando a pesar como una losa este curso el balance contra rivales directos, y la paliza en Grecia de la semana pasada, por previsible que fuese dadas las bajas de última hora, no era sino gasolina para el pesimismo, para las viudas de Laso & Facu. Por eso hacía tanta falta una victoria de adrenalina como esta, contra el Barca y en Goya, de trascendencia relativa en la clasificación pero valiosa para la moral así del equipo como de la parroquia. Que algunos amenazaban con bajarse ya del barco, en enero y colíderes. Hubo un momento en la primera parte, tras el pésimo arranque (6-18), que Rudy se dirigió a la grada, la lógica diría que para arengar pero me pareció casi más una bronca. Un gesto de frustración acumulada y orgullo herido, que los jugadores tienen también Twitter y leen. Aunque Rodolfo a mí en concreto no, que me tiene bloqueado, ejem.
Se ganó El Clásico por los pelos, y falta que hacía, un triunfo para seguir construyendo y sacudirse complejos. Lo cual no quita para reconocer que se jugó objetivamente mal, por momentos muy mal, siempre por debajo en el marcador. Las estadísticas no engañan: se cedió la batalla del rebote (-3) y se perdieron más balones que asistencias se repartieron (20 a 12), que viene a ser la receta ya habitual de las derrotas esta temporada.
Mascar tornillos
Ver al Madrid atacar contra rivales de entidad es una cita en el dentista, sensación de escaso trabajo táctico, de recursos desaprovechados y dependencia absoluta de Tavares, alimentado a base de melones colgados, porque llamarlo pases se me hace generoso. Una estrategia de patio de colegio, de balones al Tkachenko de clase. Y así te vuelves previsible, porque el rival te está esperando: Saras ha logrado automatizar que una maraña de brazos se cierna sobre Edy cada vez que recibe. Valoración 7 ayer y 8 en la ida, lejos de sus números habituales. Así que hubo que buscar alternativas, y ahí fue donde se puso la cosa divertida, cuando el equipo se desmelenó, rompió la partitura de Chus y jugó con más corazón que cabeza. El calor de la grada jugó un papel importante, no tengo claro que el mismo partido se hubiese ganado a domicilio.
En esas apareció Llull, el tema de debate por excelencia, de tintes casi guerracivilistas. Quizá deberíamos dejar de enterrarle y resucitarle cada semana, más que nada por nuestra propia salud mental. Con Hanga fuera de ritmo, Goss inactivo desde hacía 10 días y Chacho más discreto que en veladas previas, el balear aprovechó la ocasión. Volvió a ser el que más lanzó, igual que en El Pireo la semana pasada, que a mí me parece un anacronismo, lo digo también hoy. Pero esta vez la moneda salió cara y fue clave con 15 puntos en el último cuarto, ahí es nada. Se aprovechó de la marca muchos minutos del peor defensor exterior rival, Lapro, estuvo hábil sacando faltas y no se obcecó tanto con el triple, que todo ayuda. «No me voy a esconder, soy así, va con mi carácter y a quien no le guste que apague la tele», dijo tras el partido. Me alegro de veras de su actuación, como de la de cualquier jugador del equipo, y puedo entender su frustración por algunas críticas exageradas, pero tampoco viene a cuento ajustar cuentas y perdonar vidas con un 29% en tiros de campo en Euroliga.
Duelo en los banquillos
Chus Mateo volvió a ir rebufo en el planteamiento y tampoco atinó en la gestión de partido, calamitoso su bagaje en situaciones ATO (tras tiempo muerto): pérdidas en el saque de fondo, ataques de comernos la posesión y la confusión en la última jugada del tiempo reglamentario, pintada para Deck y que acabó en pasos de Llull… Pero en algo sí acertó, resultó clave y es de ley reconocérselo: en dejar fuera de la convocatoria a Cornelie, una decisión a priori sorprendente, para apostar por Deck muchos minutos al cuatro. El argentino sufre emparejado con Kalinic, al que no supera a poste, pero se comió a Mirotic cuando coincidieron en pista, mucho más rápido y agresivo. Tortuga se convirtió en el sostén del equipo, 23 puntos y 33 de valoración, manteniendo la esperanza, es decir, la distancia en un solo dígito. Un animal competitivo aunque no se de golpes en el pecho.
La variante con Deck de cuatro, a la que Chus parecía negarse hasta ayer, aferrado al recuerdo de la última final ACB, abrió de paso la puerta a más minutos de Hezonja. Y el croata resultó importante, desde un rol discreto en ataque (y eso que mete una canasta clave al poste en el último minuto) pero muy valioso en defensa. Quién ha visto a Mario y quién le ve, aquel talento caprichoso y endiosado es un hoy un profesional maduro, resignado a un papel ofensivo gregario y ganándose los minutos por su entrega y compromiso atrás.
Bravo por él y por su brat, Musa, que reventó la prórroga con 9 puntos y una asistencia, disipando dudas sobre su nivel contra rivales de altura. Que en todo caso manda huevos con 23 años que tiene. Tomó el mandó, agarró el balón e improvisó, se lo creyó y como es tan bueno empezaron a pasar cosas. Acabó con 18 tantos y cuando hizo falta hasta defendió, su principal lunar, demostrando que es más una cuestión de concentración e intensidad que de aptitudes. Insisto en la defensa porque tendemos a hacerla un poco de menos al apenas constar en la estadística pero marca la diferencia entre competir o no.
¿Que el Madrid no disipa dudas, o no todas, por la escasa fluidez durante los tres primeros cuartos y lo apurado de la victoria? Tal vez, pero ¿y qué equipo no tiene dudas? Ni que enfrente estuviesen los Bulls del 72-10. Si se juega fluido y bonito mejor, aún no estamos ahí, pero el equipo tiene corazón y compite, lo demostró ayer, de nuevo, y con eso y el talento disponible alcanza para pelear todos los títulos, que es de lo que se trata.
Si a algo nos está obligando este curso es a aparcar prejuicios y relativizar la derrota, por mucho que cueste a una parroquia tan exigente como la blanca, acostumbrada a hacer un mundo y pedir cabezas con cualquier pinchazo. Asumamos que los tiempos de las fases regulares cortas y casi impolutas han quedado atrás. El calendario de un equipo Euroliga tiene ahora 80 encuentros y semanas de tres partidos, resulta imposible o inútil sacar conclusiones categóricas. Las lesiones son inevitables, la enfermería nunca se termina de vaciar, hay rotaciones, bajones físicos y picos de forma… Los equipos lo saben y dosifican esfuerzos, miren Efes, favorito al título y mariposeando desde hace tres meses. De turismo en Valencia el miércoles y como un apisonadora en el Palau el viernes, porque ese partido sí les ponía. Siendo realistas, y manque nos pese a los aficionados, que queremos mandanga semanal, la meta es cumplir en la fase regular sin quemar mucha gasolina y llegar con la mayor cantidad de jugadores sanos y en forma a los partidos por el título.
Partiendo de esa premisa, el Madrid está cumpliendo con nota, líder en solitario de la Euroliga tras 19 jornadas, sin sensación de pisar el acelerador o de alcanzar su mejor versión, es más, pese a bastantes bajas por lesión, el encaje de los nuevos, las dudas sobre Mateo y el puesto de base. No dan ningún título por el liderato en enero, pero te acerca al objetivo (factor pista en top8) y permite construir desde cierta tranquilidad institucional, así que bienvenido.
Sé que pesan en el ánimo del aficionado blanco las derrotas contra rivales directos en la primera fase, nuevo mantra del sector cenizo. Pero es un mantra matizable, veamos: hay cinco equipos además del Madrid que podríamos asumir que estarán en el top8. Contra ellos el balance es de tres derrotas por la mínima, FCB -2, Mónaco -1 y Olympiakos -2, y dos victorias sólidas: Efes +9 y Fenerbahce +14. ¿Que la gestión de partido de Mateo en esas derrotas fue mejorable? Sí. Pero tampoco son resultados como para trazar un patrón, más allá de la igualdad entre la aristocracia de la competición, de la que seguramente tengamos nueva entrega las dos próximas semanas, que el Madrid visita El Pireo y recibe al Barca.
La rotación variable
Otro ejercicio al que nos está obligando la temporada es a entender que la rotación no está grabada en piedra, salvo en el puesto de pívot, Tavares titular y Poirier reserva. El resto puede cambiar, adaptarse en función de las lesiones, las características del rival y el estado de forma de los jugadores. La plantilla blanca es larguísima, quizá la que más de la competición, si tomamos como referencia la calidad y precio del fondo de armario, es decir, los puestos del 10 al 15. Una plantel con una sola estrella (Edy) pero mucha burguesía. Objetivamente es una fortaleza en una temporada tan larga, pero una que suele descolocar al aficionado, que prefiere la hoja de ruta por adelantado y publicada en el BOE.
A ver, ¿pero entonces quién es el titular? Pues NINGUNO, el que mejor esté.
Un ejemplo han sido los tres últimos partidos de Euroliga, sólidas victorias, con un balance de +60 puntos. Han coincidido con menor minutaje de Llull, sobre todo en la dirección, con Goss y principalmente Chacho como beneficiados. Si el rival carece de un base diferencial y/o muy físico entonces se notan menos las carencias defensivas del canario, puede jugar más minutos y en ataque es claramente el que mejor mueve al equipo. Su perfil es muy complementario al de Goss que, por cierto, está alcanzando un nivel interesante tras la lesión: es el base más capaz atrás y, ahora que está sano, tiene piernas para atacar el aro y procurarse tiros de alto porcentaje. 56% de campo en Euroliga, ni tan mal.
No será la solución más ortodoxa, ni la preferida por muchos, pero si Chacho puede dar 15 minutos de calidad y con Goss a este nivel físico, el tan comentado agujero en el puesto de base parece menos. Sobre todo a medida que coja forma Hanga, que seguramente juegue también minutos de uno. ¿Se atreverá Chus a mover entonces a Llull al puesto de escolta a tiempo completo, o segundo base (como prefiráis llamarlo), pero en un rol con menos bote?
El otro ejemplo de que nada está grabado en piedra en la rotación blanca es el aumento de los minutos de Cornelie, en paralelo a su evolución en facetas de juego distintas al catch&shoot desde la esquina. En verdad, resulta que lleva más canastas anotadas de 2 que de 3 en la Euroliga… Quiero dedicarle un artículo específico en las próximas semanas, pero desde ya os digo que me han hablado bien de su ética de trabajo y que su evolución me gusta mucho. Llegó al Madrid con caché bajito, fama de blando y sin experiencia Euroliga, jugador de rol, pero está creciendo rápido en rebote, defensa, definición cerca del aro, juego sin balón, etc. El contraste es importante con Yabusele, renovado de larga duración con rango de titular pero estancado en su evolución. Sigue siendo un activo de la plantilla, claro está, pero su IQ en pista es mejorable, juega este curso más acelerado y raro es el partido que no deja algún gesto macarra. Bien, pues la distribución de minutos entre ambos está ahora en torno al 50%, incluso en partidos exigentes, nada que ver con las minutadas de Yabusele al comienzo de curso.
Milán y Efes, contender y vigente campeón, dos victorias Euroliga consecutivas, merecidas y de quilates del Madrid que deben temperar los ánimos tanto en la planta noble como en la parroquia. Espacio para cimentar, que estos mimbres merecen un voto de confianza, entrenador incluido. Chus Mateo tendrá sus áreas de mejora, pero no es ningún becario que pasaba por allí, como le caricaturiza el sector cagaprisas.
El equipo sigue teniendo pronunciados picos de sierra, cierto, y cuesta sacar conclusiones categóricas o calibrar su nivel exacto, a la derrota en Zaragoza me remito. Pero, en estos meses de transición hasta la Copa, la vara de medir al Madrid debe ser la Euroliga, donde se faja contra rivales de su »categoría’ y la fase regular tiene más valor, y en esa parece haber enderezado el rumbo. Además, no caigamos en esa costumbre tan española de mitificar al difunto, en este caso Laso, como si el Madrid en sus años al frente no se concediese 3-4 salidas ACB de turismo por temporada. Porque eso fue lo de Zaragoza, ni más ni menos.
Pero volvamos a la calle Goya, donde no hubo piedad para un Efes en hibernación este arranque de curso. No diría tanto como que Hanga fue protagonista, nadie lo fue, pero sí la mejor noticia, porque firmó su primer partido notable a la vuelta de la lesión, y vaya si el equipo lo notó. Su final ACB no fue ningún espejismo: es una opción heterodoxa pero interesante para el puesto de base, quizá la más interesante dadas las alternativas.
Su mera presencia en pista equilibra muchísimo la rotación, que este año cuenta con un gran generador de juego en estático desde bote como Musa. Hanga es un perfil perfecto a su lado, el de un base disciplinado, con experiencia y de corte defensivo, que en el fondo solo es una de las opciones de su repertorio cual navaja suiza. El húngaro suma de muchas maneras, en ocasiones sin hacer ruido en el boxscore, pero contra Efes fue además el más valorado (19) y el máximo asistente (6), sin olvidar su aportación clave al comienzo del último cuarto para abortar el conato de insurrección visitante. Su regreso, y por qué no decirlo, también el de Abalde, han reducido el socavón defensivo en el backcourt, que nos centramos en las carencias atrás de Chacho y Llull, pero ojito las de Musa…
En los próximos días se espera la reaparición de Williams-Goss, que ya entrena situaciones de 5×5 con el resto del equipo, con lo que el puesto de base estaría casi completo. No echo muchas cuentas con Alocén, que podría (y seguramente debería) salir cedido cuando regrese de su lesión, aunque suya es la última palabra. Con NWG habrá que tener un poco de paciencia hasta que coja ritmo de competición, que al final ha sido medio año de baja, por cierto, cuyo motivo exacto nunca supimos, que el club no emitió comunicado. Una vez alcance tono físico y ritmo de competición homologables el Madrid juntará su cuarteto de potenciales bases, es decir, veríamos el puesto tal y como lo concibió en verano la gerencia. Ya podríamos juzgar con el dibujo completo. Sin un director estelar ni un titular claros, ni cerca, que esos en el mercado Euroliga no valen lo que cuestan, pero con cuatro jugadores de perfiles complementarios. Muchos preferirían otra configuración de puesto, más ortodoxa, abarcar menos y apretar más, pero a falta de pan esperemos que buenas sean tortas.
El equipo blanco contra Efes sí jugó como tal, como equipo: solo en el primer cuarto ya repartió más asistencias (9) que en todo el partido el domingo (8), como recuerda Luis Hidalgo. Además, el serial ‘Rescatar al soldado Vince’ estrenó capítulo para el optimismo. Porier hizo más valoración (17) que en las seis primeras jornadas de Euroliga juntas (16), el margen de mejora por su flanco era abismal. Se pareció por fin al del curso pasado, sumando fácil en situaciones de continuación y reduciendo la dependencia de Tavares, limitado esta vez por personales. «Deck se fue a una minutada» (32), no importa cuando leáis esto. A lo que en este caso contribuyó la lesión de Yabusele (muscular, no parece grave), que liberó muchos minutos en la posición de cuatro y Cornelie no tenía el día.
Chacho, sólido en Milán, fue el sacrificado contra Efes (solo 5 mins), y Llull hizo lo suyo, lanzar algún tiro de más que compensó con una dirección solvente: 5 asistencias por 0 pérdidas. En vista del resultado se conoce que al equipo le salió a cuenta, que a mí es lo único que me importa. Lo remarco porque la conversación sobre el balear hace tiempo que me da pereza, con exceso de decibelios y una polarización guerracivilista, sin espacio para grises. Y creo que el roster blanco tiene otros frentes de interés, especialmente a medida que regresan los lesionados.
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