El oro contra toda lógica

Es una esas historias cenicienta que nos reconectan con el deporte, que nos hablan de la confianza y del trabajo en equipo como valores supremos en las competiciones colectivas. Expresiones que, lo sé, y disculpadme, suenan a anuncio corporativo de banca o a sesión de coaching, pero que ilustran rigurosamente el espíritu de esta selección campeona y entrañable.

Nos toca doble en esta tribuna por tratarse de España y de baloncesto, pero es objetivamente y por sí sola una tremenda historia de superación. La de una selección de teóricos retales y planes C que crece a lo largo del torneo y se revela contra todo, contra los augurios de las casas de apuestas, contra la lógica del «cambio de ciclo» y los epitafios de «travesía por el desierto». Se revela contra cada rival que sale al paso, convirtiendo las remontadas casi en una liturgia: -11 contra Lituania en octavos, -15 contra Finlandia en cuartos y -10 contra Alemania en semis. Todo para acabar alzándose con el oro más improbable y meritorio que recuerdo en el basket de selecciones, algo así como la Eurocopa de fútbol de Dinamarca en el 92. Porque, además, bien ha podido ser el Eurobasket de mayor nivel de la historia.

Reconozcámoslo, hemos conocido torneos FIBA de rebajas, sobre todo Eurobasket, que los jugadores NBA se borraban de pura pereza y saturación de calendario. Y España ha pescado en ese caladero, recordad que nos flipábamos por ganar con Pau en su prime a Macedonia o a la Lituania de Maciulis. Con todos los respetos, no es lo mismo. Esta vez han venido todos (los rivales), había ganas de rock and roll de selecciones tras el parón por la pandemia, y se da la circunstancia de que los tres mejores jugadores del mundo en la actualidad son europeos: Doncic, Jokic y Antetokoumpo.

Muchos nos asomamos al principio con lógico escepticismo al papel de España en el torneo, apocados ante tanta estrella, más si cabe después de las derrotas en los partidos de preparación. Pero el equipo progresó hasta sacar el animal competitivo que llevaba dentro. Mirad lo que os digo: nunca había disfrutado tanto ni me había sentido tan orgulloso de la selección como en este Eurobasket, y son palabras mayores viniendo del ciclo dorado de los Gasol, Chacho, Ricky, Navarro, etc. Pero ellos nunca consiguieron un resultado tan fuera de guión, tamaña machada.

Colofón para Rudy

Este campeonato representa la consagración indiscutible de Sergio Scariolo. Sabíamos de su capacidad para exprimir grandes plantillas: siempre ortodoxo y respetuoso con las jerarquías, dirigió con precisión suiza a la mejor generación del basket español. Nótese que hablo en pasado, porque esa generación ya lo es. Este Eurobasket se planteaba muy distinto, por primera vez acudía Scariolo a un gran torneo con una plantilla objetivamente sin opciones de metal. Un déficit de talento que le ha obligado a salir de su zona de confort y fiarlo todo al equipo por encima de los nombres. Y el resultado ha sido un ecosistema en el que cada jugador ha rendido a su mejor versión, el sueño de todo gestor de equipos. Es por tanto un oro de autor, el triunfo más valioso en la carrera del técnico italiano.

Asumimos que el torneo ha sido la despedida de Rudy Fernández de la selección, un final de cuento de hadas: con razón no podía dejar de llorar en la ceremonia y las entrevistas post partido. Su experiencia, su compromiso contagioso y su infinito IQ en pista han sido claves en el título, sirva de ejemplo su ya célebre bronca en el descanso de cuartos de final, que prendió la chispa de la remontada. Este oro desde un rol tan heterodoxo solo viene a engrandecer su figura, broche a una carrera legendaria con la selección. Manque pese en algunos sectores del establishment, Rudy se sitúa justo por detrás de Pau en el Olimpo de nuestro baloncesto, y como poco a la altura de Navarro., al que supera en palmarés, longevidad y liderazgo fuera de la pista.

La consagración de los Hernangómez

Aunque si nos ceñimos a lo estrictamente deportivo, este quedará para la historia como el Eurobasket de los Hernangómez: MVP del torneo el mayor y de la final el pequeño. Han dado el paso al frente que necesitaba la selección para llenar el vacío de tanta leyenda. Os reconozco que me costaba calibrar su verdadero nivel, tras años vagabundeando por el fondo de la rotación de franquicias NBA, limitados en muchos casos a minutos de la basura de la fase regular (valga la redundancia). Ahora sabemos que, en el entorno adecuado, son tan buenos o todavía mejores de lo que imaginábamos. Willy un verdadero pichichi de la zona y Juancho un pura sangre, versátil y con buen tiro, ejemplo de tres y medio moderno. Siete triplacos y 27 puntos se cascó en la final, poca broma, una de las mejores actuaciones de siempre de un jugador español con la camiseta de la selección.

No hace falta estar de acuerdo con las formas ni el fondo de la nacionalización de Lorenzo Brown para reconocer el pelotazo deportivo que ha supuesto su incorporación. Llovieron críticas oportunistas durante los partidos de preparación, cuestionando su nivel («puestos a hacer trampas, ya podíamos haber buscado a uno mejor»), pero los que vemos Euroliga sabíamos que Lorenzo es burguesía continental. No en vano, sonó fugazmente para el Madrid en algún momento del verano. Bien, pues se ha convertido en la clave de bóveda de la convocatoria de España, la pieza que equilibra el resto y, en este caso, tapa el principal déficit que habían creado las lesiones, la generación desde bote y la dirección. Su carácter tranquilo facilitó su adaptación al grupo y su luz brilló con especial intensidad contra Lituania y Alemania. Quinteto Ideal del torneo, casi nada. A ver quien es el listo que le deja ahora fuera del Mundial para hacer hueco a Ibaka o Mirotic…

Puestos a destacar otros dos nombres, aunque todos merecerían unas líneas, me quedo con Usman Garuba y Alberto Díaz, quintaesencia del espíritu de las remontadas, todo corazón e intensidad. El alcarreño llegó muy justo al Eurobasket, duda hasta casi última hora por una lesión, pero según cogió el tono físico (clave para su juego) entró en ese modo Pantera de Azuqueca que tanto disfrutamos en Goya su último año, multiplicándose en pista, dominando sin necesidad de anotar. Ha sido el complemento perfecto a Willy, para cuando hacía falta subir la marcha defensiva. Tremendas sus ayudas atrás, sus manos para robar balones o su lectura del juego: siete asistencias ante Alemania en semis, que se zampó a un NBA consagrado como Daniel Theis.

Qué satisfacción, de veras. Entre tanta borrachera de medallas y efemérides de la selección la última década, ninguna sabe tan bien como esta. ¡Felicidades!

Petr Cornelie, la última pieza del puzzle

A 14 de julio el Real Madrid solo ha presentado un fichaje (Musa) pero los oficiosos ascienden ya a cuatro, con la información que adelanta hoy Donatas Urbonas del acuerdo para la llegada del internacional galo Petr Cornelie. Su incorporación es la última pieza del puzzle blanco 2022/23, que deja la plantilla cerrada, a falta solo de anuncios oficiales y con la incógnita de la posible salida de Goss en caso de que surja una oportunidad de mercado irrenunciable en el puesto de base. Ya sabéis a lo que me refiero…

Cornelie llega como agente libre, ala-pívot francés, 211 centímetros y 26 años (27 a final de este mes), procedente de la liga de desarrollo estadounidense, donde recaló desde Denver. El Madrid reacciona con su fichaje a la lesión de larga duración de Randolph, que tiene al menos hasta febrero, y a saber cómo vuelve, que unida a la salida de Thompkins (rumbo a Zenit) había dejado vacante el puesto de cuatro reserva.

Ahora mismo no hay ningún canterano en ese puesto con nivel primer equipo, digamos un Garuba 2020, y mover a Gabi Deck al cuatro a tiempo completo (donde no tiene ventaja física) es renunciar a uno de sus atributos más valiosos, la creación en estático desde posiciones de poste bajo. Fue un dolor de cabeza para Jasikevicius en la final ACB y la insistencia del Barcelona este verano en el fichaje de Kalinic parece encaminada a minimizar esa vía de agua.

El fisico de Randolph, la mano de Trey

Cornelie es tirillas (98 kilos), no le veremos jugar de espaldas al poste y seguramente no destaque en defensa, pero casa como un guante en el perfil que buscaba el Madrid, un cuatro comunitario, agente libre, que tire de tres y, ya puestos, que rebotee, que no es el fuerte de Yabusele. Bien, pues cumple todo eso. Su mecánica de tiro es muy fluida y sus números así lo corroboran: 44% en triples en 2020/21 en la liga francesa (42/95), con Pau Orthez, y 37% la pasada temporada en la G-League, lanzando mucho: 55 de 150 en 25 partidos.

En el basket moderno en general y en los sistemas del Madrid en concreto (no espero muchas variaciones tácticas de Chus respecto a Laso), es imprescindible que el cuatro abra el campo y libere espacio en la zona, para que el center y el base jueguen 2×2, que es la génesis de la generación en estático. Más aún cuando tienes dos pívots tan dominantes como el Madrid con Tavares y Poirier. Cornelie en Goya lanzará menos que en sus anteriores equipos, porque no llega con rol estelar, pero a cambio esos tiros seguramente sean en mejores posiciones, a pies posicionados (porcentajes más altos), puesto que la atención de la defensa recaerá sobre otros compañeros.

Que carezca de experiencia Euroliga con casi 27 años introduce un elemento de cierto riesgo, y seguramente necesite más periodo de adaptación que un Chacho o Hezonja. Pero a ver cuánta Euroliga creéis que ha jugado Juancho Hernagómez con la misma edad que Cornelie… ¿Experiencia de selecciones? Cornelie fue bronce olímpico hace 11 meses, y en Francia hay hostias por entrar en la convocatoria. Vamos, que tampoco es un desconocido, Baskonia lleva dos años detrás suyo.

En todo caso, hay que asumir que ni el Madrid buscaba una estrella (no se pueden tener 15), ni a 14 de julio quedan estrellas consagradas disponibles en mercado. Igual que otros fichajes del club este verano, Cornelie es por edad y aptitudes un perfil alto pero un fichaje de bajo riesgo. Si sale bueno, tienes alapívot tirador para un lustro, el heredero natural del dúo Randolph-Trey, otra incorporación a la extensa columna vertebral de jugadores por debajo de 30 y ya de regreso de la NBA a la que me he referido en textos previos. Si sale malo, tampoco es que hayas invertido dinero en una cláusula, e igual dispones ya de un titular consolidado en el puesto (Yabusele) y el comodín de Tortuga para los porsiacasos.

Los JJOO en clave madridista

El Madrid ha sido, y con diferencia, el equipo Euroliga con más representantes en los JJOO, seis. Han brillado con luz desigual, aunque conviene contextualizar: los JJOO no dejan de ser una competición a muy pocos partidos (seis como máximo), además muy desiguales. Un día humillas a Irán y al siguiente te ves defendiendo a Kevin Durant. Sirve para sacar pistas, pero no conclusiones.

Guerschon Yabusele

Titular en la selección subcampeona. Con sus 13 puntos fue, junto a Rudy Gobert, el mejor de Francia en la final. Y seguramente también el mejor de los seis madridistas en Tokio, donde su aportación excedió con mucho a sus estadísticas, discretas. Gozó de poco protagonismo ofensivo, lógico cuando coincides en pista con De Colo y Fournier, que se las chuscan todas, pero a cambio fue muy consistente atrás. Buen IQ en pista, carne de equipo grande.

En Madrid dispondrá de más tiros para brillar, pero ya de entrada esa presencia física y defensiva es un interesante contrapunto al perfil netamente ofensivo de sus compañeros de puesto, Thompkins y Randolph. Yabusele me pareció un fichaje potente a su anuncio y verle en plaza grande en estos JJOO, fuera del ecosistema Asvel, me reafirma en la idea. Ganas de verle ahora a las órdenes de Laso.

Thomas Heurtel

No haría un drama de su final, catastrófica, puesto que no se emparejará con rivales nivel Damian Lillard o Jrue Holiday en Euroliga o ACB. Ahora bien, vistos todos sus partidos en Tokio, mentiría si no dijese que Heurtel me deja un poco frío, incluso dudas. Aunque para hacerme una idea exacta necesitaría conocer el detalle de su estado físico, que si recordáis hubo incluso dudas de su presencia en Tokio por una lesión.

A su defensa vaporosa, sobradamente reportada, sumó una toma de decisiones discreta en ataque. Mucho manejo de balón y poca mordiente. A falta de desborde, la mayoría de su producción queda condicionada a tiros forzadillos de media o larga distancia. Cuando entran, porque tiene el talento para colarlos, como ante Irán, te arma un quilombo en pocos minutos. Pero el Madrid necesita algo más que un revulsivo puntual, que para eso ya teníamos a Lapro. Se necesita un base con ciertos galones, un lugarteniente para Nigel Williams-Goss.

Vincent Poirier

Desdibujado. El que menos ha jugado de los franceses, penalizado por compartir puesto con la estrella del equipo, Rudy Gobert. Además, Vincent Collet se decantó por Fall como primera opción desde el banquillo, primando el 1×1 al poste sobre las situaciones de 2×2.

Como resultado, la mayoría del tiempo en pista de Poirier fue como ala-pívot, es decir, fuera de lugar. Sirvan de ejemplo los escasos 5 minutos de que dispuso en la final, emparejado con Durant. En todo caso, contra República Checa e Irán, que el marcador permitió rotaciones y sí jugó de center, subió 24 puntos en 34 minutos. Bien habilitado es un ventilador de estadística.

Sergio Llull

Secundario pero mejor de lo que esperaba, la verdad, después de verle desbarrar un poco en los amistosos de preparación. Dignos promedios de 8.3 puntos y 46% de campo saliendo desde el banco. Por cierto, jugando todos sus minutos de escolta, con poquito tiempo de balón en las manos, como presumiblemente le veremos en Goya. Por nivel y rol, este Llull de los JJOO se parecerá bastante al que podemos esperar el próximo curso, digno escolta reserva, siempre que le respetan las lesiones, que no es poco suponer.

Rudy Fernández

A cuentagotas. El mejor de España junto a Abalde en el partido clave, el de Eslovenia, pese a terminar en derrota. 4 triples, 5 rebotes y ese montón de intangibles que aporta al juego. A cambio, pinchó en hueso contra Japón y EEUU, 0/9 tiros, tampoco está para más. Me sorprende que no anunciase oficialmente su retirada de la selección tras el torneo. Una ocasión propicia: a sus 36 años y con lo cascado que está físicamente no le veo llegando a París 2024. Y puestos a retirarse, ¿qué mejor escenario que unos JJOO?

Alberto Abalde

Esperaba algo más de él, una frase que igual sirve para sus JJOO que para su temporada pasada. En la selección se le quedó el camino expedito con la ausencia de última hora de Juancho. Scariolo valora el nivel defensivo del gallego, igual que Laso, y eso le vale bastantes minutos en pista. Pero ofensivamente enseñó la versión del segundo tercio de temporada en el Madrid, es decir, inseguro y timorato en la toma de decisiones . Recuperó el pulso contra Eslovenia y, aunque se le saliese el tiro clave, no hubiésemos forzado final apretado sin él, notable desgastando a Doncic y compensando en ataque (14) el único apagón de Ricky Rubio en el torneo.

Habrá tiempo para profundizar en el tema, pero desde ya os digo que la progresión de Abalde, junto a la adaptación de NWG, me parece que pueden marcar en buena medida el techo del Madrid este curso. Porque el gallego deja la sensación de mostrar solo una pequeña porción de su potencial, y el principal techo está en su propio coco. Con ese físico de cyborg y una técnica tan depurada hay mimbres para mucho más cesto. Y que tampoco se duerma en los laureles, que este año los minutos van a estar más caros con Hanga en la rotación.