
Nos hace un roto yéndose, pero tiene nuestra bendición. Puede haber sido perfectamente la última final de Campazzo en el Madrid, la siguiente no tocaría hasta mediados de febrero, la Copa del Rey, y existe una probabilidad media/alta de que reciba una oferta suficiente de la NBA y para entonces ya no esté. Ahora bien, si esta ha sido su última final de blanco, ha sido una a la altura de su figura, un broche atípico pero estelar. Campeón, 21 puntos, 12 en el último cuarto, cuando calentaba el sol, y merecido galardón de MVP, el cuarto en los últimos cinco torneos nacionales. Repito: ¡cuatro MVPs en finales nacionales! Mientras unos coleccionan galardones de ligas regulares, otros los coleccionan de finales… Una marca de leyenda, por mucho que nos duela su probable espantada.
Que da vértigo porque, si una cosa nos ha recordado la Supercopa, es que el agujero que dejaría es sideral: esta final con Laprovittola a los mandos difícilmente hubiese caído del lado blanco. Se tuvo que ir Facu a 34 minutos porque su compatriota volvió a patinar; salió en el segundo cuarto y al poco ya echábamos de menos a Alocén (en la grada), destacado en semifinales, todo sea dicho, en un partido más propicio. Ni el mejor descarte del mercado NBA llenaría el vacío que dejaría Facu, pero bueno, hoy hemos ganado y disfrutemos mientras podemos. Carpe Diem.
El bautizo de Abalde

No todo es Campazzo y sabor a despedida, hay también motivos para el optimismo, y el principal se llama Alberto Abalde, que hasta la explosión de Facu en la recta final era serio candidato a MVP. 13 puntos y 15 de valoración, tirando del carro en el tercer acto, en plena empanada blanca. Lo mejor no es en sí lo que ha enseñado, que no es poco, sino la sensación que sigue dejando, también contra el Barcelona, frente a algunos de los mejores defensores de Europa en su puesto, de superioridad ante sus pares y de que puede aportar aún bastante más según vaya asumiendo protagonismo en los sistemas de Laso. Especialmente a la marcha de Facu. 1.5 millones bien invertidos.
Buenas sensaciones también de Llull, principalmente en la segunda parte, en labores estrictamente de escolta, muy sólido atrás y sensato en ataque, sin buscar más protagonismo del que le corresponde. Es decir, atacando el aro desde bote cuando se quedaba emparejado con un interior y ni un triple desde bote, solo a pies juntos según recibe. Hay que encontrar la forma de integrarle y que sume, y este formato puede ser uno interesante. Creedme que es una alegría poder escribir que hoy sí fue útil al equipo.

En verdad, la contienda fue fea e igualada, decidida desde el oficio y la defensa, con Rodolfo y Deck estelares atrás en la recta final. “El último minuto y medio de Rudy en defensa ha sido un espectáculo, puede que sea el mejor jugador en intangibles de la historia”, Laso dixit.
Si el aficionado culé pensaba que con Saras jugarían como los Warriors, bienvenido a la realidad: yoyó de Calathes, posesiones a 24, duelos a pocos puntos, broncas a los jugadores y cambios castigo. A estas horas aún le pitan los oídos a Roland. Sí, Jasikevicius es más joven, guapo y carismático que Pesic, pero su estilo de baloncesto se parece, y bastante.
El Madrid ganó pese a perder el rebote (-8) y al apagón del juego interior: 0 canastas de Tavares en 28 minutos, súbitamente patoso, su peor versión en meses. Garuba no estuvo a la altura: muy superado por Brandon Davies en el segundo cuarto, tanto como que no volvió a salir en todo el partido. Le falta todavía bastante mili en partidos así… Randolph y Trey tampoco sumaron casi nada, así que el mejor interior blanco en la velada fue el falso ala-pívot, Gabi Deck, que además de 11 puntos secó a Mirotic en la recta final. No tiene seguramente Niko mejor defensor en Europa que el Tortuga, un torete de 1.98m, listo y rápido. Pena esa muñeca de madera: 0 de 4 triples, ni cerca de entrar pasaron.
En fin, que la temporada va a ser de mucha incertidumbre, pero se empieza ganando de nuevo, quitándose el mal sabor de boca de aquella especie de playoff de junio en Valencia y con la certeza de que, vengan dadas como vengan, este grupo sigue teniendo oficio y carácter.

No debe ser tan fácil cuando es el único de los cuatro que lo ha conseguido: ganar los dos duelos de casa y mantener la ventaja campo en cuartos. Pone el Madrid pie y medio en la F4, los deberes del curso, la línea que marca la gran élite continental, y lo pone con un soberano baño a Panathinaikos en el segundo de la serie, pese a lanzar 2 tiros libres menos. O sea, 
– No hay huevos. Toda la temporada se ha tirado metiendo cizaña el presidente de Panathinaikos, Giannakopoulos, denunciando un complot de la Euroliga (#BertomeuEnsRoba) en forma de persecución arbitral. Llegado el momento de la verdad, pese a que los árbitros no tuvieron mayor protagonismo en la serie, hizo lo previsible: redobló la apuesta por el populismo, clamó contra el arbitraje tras el segundo y el tercer partido, amenazó con abandonar en el cuarto a la primera decisión equivocada… pero no hubo huevos. Igual que no los habrá para sacar al club de la Euroliga, a los de su clase se les va la fuerza por la boca.
Panathinaikos era una ‘final’ y faltaba Doncic, baja dos semanas, alguien debía dar un paso al frente y fue a darlo uno de los menos esperados, el mosquetero Causeur, rompiendo un ciclo de cuarto menguante, tras un esperanzador inicio de temporada. Tan bien jugó el francés, que obligó a Laso a cambiar la rotación, Carroll chupó banquillo y se hizo buena la canción de Bowie: We can be heroes, just for one day. Ejerció Causeur de Luka, diría que de los mejores partidos de un jugador del Madrid esta temporada, 26 puntos, 4 rebotes y 4 asistencias. Sus penetraciones por la izquierda fueron un martillo (8/10), alguien en Atenas no trajo hechos lo deberes de scouting, para rebote de Xavipas. Con semejante actuación, dada la importancia clasificatoria, diría que Causeur justifica como la mitad de su salario del curso, que tampoco es tan alto.
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