Final ACB: la carroza volvió a ser una calabaza

Que nos quiten lo bailao. Era un poco el sentir de la tribuna anoche. Once abajo a un minuto del final y con el 3-0 ya escrito. Cualquier otra temporada, y más con el Barça enfrente, se escucharían murmullos y hasta algún silbido. Pero en vez de eso la afición rompió a aplaudir y a corear esa frase ya convertida en himno alternativo: “Como no te voy a quereeeer, si fuste campeón de Europa una y otra vez”. No, esta temporada no hubo murmullos ni pitos en la derrota ACB porque ha sido la temporada de la Undécima, y la masa social del Real Madrid, no solo de basket, tiene muy presente que cada Copa de Europa vale como por cinco ligas nacionales.

Pocos dentro de diez años se acordarán del partidazo anoche de Jokubaitis y Vesely en Goya. Los libros recordarán el tiro de Llull, y aquella sucesión de cinco partidos del Madrid, la remontada a Partizán + la Final Four en cuadro. Cuanto más lo pienso, más me parece uno de los momentos cumbre de la historia de la sección.

Lo cual no es óbice para hacer autocrítica y reconocer lo amargo de la serie final ACB, a la que el Barca ha llegado más entero y motivado. Ha sido mejor y además ha tenido ese punto de estrella y acierto que otras veces sonríe al Madrid. Le salió cara en el final apretado del segundo partido (empujón arbitral mediante), que a la postre condenó la serie, y tuvo acierto en tiros puntuales que sirvieron para abortar escapadas o remontadas. El Madrid, por comparar, se dejó anoche nueve tiros libres…

De todos modos, la sensación ha sido de somera inferioridad, de que han dado las doce y la carroza ha vuelto a su estado original de calabaza. Tras el cuento de hadas de mayo, esta eliminatoria ha mostrado las mismas carencias del equipo que hemos glosado a lo largo del curso. Ataque poco trabajado, sin apenas automatismos, de balones colgados a Tavares y a esperar el milagro de los Sergios. Y una defensa porosa y condicionada por la carga de años y dos titulares jóvenes que no defienden: Yabusele y Musa.

La dirección se enfrenta ahora a un dilema sobre el rumbo de la sección. La opción conservadora, y de la que nadie dudaba hace diez días, es mantener a Chus Mateo, que parece contar con el favor de la columna vertebral del vestuario y además tiene otro año de contrato. Es poner en valor la Undécima, no como flor de un día, sino como el inicio de una etapa, el Mateísmo. Una especie de nuevo Laso, ese entrenador nacional de perfil bajo, llegado por la puerta de atrás y que entre dudas perennes acaba nutriendo vitrina y marcando época.

Chus Mateo dijo anoche en rueda de prensa que tiene la intención de continuar, «y el club parece que también». Al fin y al cabo, quién despediría a un entrenador tras ganar la Euroliga, ¿verdad? … Pues Juan Carlos Sánchez, que demostró hace justo un año con Laso que no le tiembla el pulso para tomar decisiones controvertidas, y esta seguramente lo sería menos.

La alternativa arriesgada es retomar la hoja de ruta de abril, es decir, cesar a Chus y fichar a Scariolo, con quien había negociaciones avanzadas en marcha. El italiano ha sido descartado como opción en Toronto y, aunque le queda otro año de contrato en Bolonia, no parece una salida complicada tras firmar una campaña flojita (14º clasificado Euroliga).

Esa decisión, la del entrenador, es la primera que tomar de cara al verano, y que condicionaría los movimientos de jugadores, que es en lo que ya estamos. Mateo tiene el aprecio de Tavares y Facu, los faros en pista del proyecto, mientras que Scariolo podría, por ejemplo, darle una segunda vida a Abalde o ser un atractivo en una eventual negociación por Juancho.

Las notas por jugadores

Si bajamos al detalle de jugadores, la final ha servido de reivindicación a unos pocos pero despierta dudas sobre la continuidad de muchos.

Sergio Rodríguez ha terminado el curso como una moto, pese a su flojo partido anoche, y el Madrid ejecutará el año opcional de su contrato. Lo malo es que tiene 37 palos y la temporada blanca 85 partidos, así que convendría conservarle en formol durante el año si esperamos un rendimiento parecido en primavera de 2024. Y eso pasa por relegarle a tercer base y no quemarle con un rol de segundo, tras Campazzo, que le exigiría unos 1.000 minutos de juego en fases regulares (68 partidos x 15 minutos).

Nigel Williams Goss. Ha rayado a buen nivel en la recta final de curso, entre él y sobre todo Chacho han silenciado la matraca del agujero en el puesto de base. Sí, sí había base. Libre de lesiones es aprovechable como reserva tras un titular indiscutible (Facu). Goss es solvente atrás, director discreto pero no exento de puntos en las manos, ese jugador para no quemar a Chacho en fase regular y ahorrarnos el periodo de adaptación de un huevo Kinder. Sin embargo, está con pie y medio fuera porque acaba contrato y tiene mercado en Euroliga, por lo que su renovación costaría seguramente más de lo que el Madrid tiene intención de gastarse en es puesto, si es que piensa cubrirlo.

Carlos Alocén. La próxima temporada de su contrato es opcional y, sintiéndolo mucho, no debería seguir. Cuestión distinta es que el Madrid ponga a su disposición los servicios médicos y las instalaciones del club hasta que termine de recuperarse. Las lesiones han torcido seriamente su carrera y tiene un largo camino de regreso a la élite. Desde aquí le deseamos lo mejor.

Sergio Llull. Su temporada, como la de Chacho, era entre regular y floja, pero la recta final lo cambia todo. No solo metió La Canasta contra Olympiakos, es que ha sido el mejor del Madrid en la final ACB tras Tavares: identificando los momentos de partido, con una selección de tiro responsable, buen nivel atrás, con minutos limitados y alternando los puestos de base y escolta. Una versión interesante de cara a la próxima temporada, en la que estará seguro, pues tiene contrato garantizado.

Fabien Causeur. Temporada muy discreta, por debajo de las expectativas, tras su formidable final de curso 2022. Mateo ha apostado claramente por Musa como escolta titular, y tampoco es que Causeur se lo haya puesto difícil. A sus 36 años ya no tiene piernas para romper hacia el aro, y como especialista 3&D su valor es relativo. Tiene otro año de contrato y una ficha demasiado alta para el rol que desempeña. No estorba si sigue, pero su continuidad limita la operabilidad en mercado (escolta tirador), así que tampoco vería con malos ojos tantear una salida negociada. En Francia no le van a faltar novias Euroliga (Asvel o, sobre todo, Mónaco).

Dzanan Musa. El gran pinchazo en la recta final de temporada, después de ser quizá el MVP del equipo en las fases regulares. Cuando han llegado los partidos por los títulos, frente a rivales top y defensores a los que ya no pillaba por sorpresa (scouting), se ha ido haciendo pequeño, saliendo a relucir toditas sus carencias, a saber, inoperancia defensiva, mala selección de tiro y cierta obsesión con el arbitraje. Tiene 24 años y su margen de mejora, que es enorme, debe venir principalmente por el físico, un poco enclenque para la élite. Tiene otro año de contrato garantizado y continuará seguro, de hecho el club estaba al parecer en negociaciones para su extensión (como con Tavares y Deck). Su recta final bien le puede hacer perder unos cuantos euros en esa eventual extensión de contrato.

Adam Hanga. Pondría su nivel esta temporada y su situación un poco en paralelo a la de Williams Goss. No diría que ha brillado, como en la final ACB 2022, pero ha aportado en el último tercio de curso una solidez defensiva necesaria y poco reconocida por la grada. Nótese cómo secó a Kyle Guy tras el primer partido de semifinal ACB. Ahora bien, tiene 34 años y su contrato termina este curso, siendo el próximo opcional, suponemos que por el mismo salario actual, que es bastante alto, alrededor de los 1.8M brutos. Un precio alejado de su valor de mercado y rol en el equipo. Así que, como con Causeur, si sigue no estorba pero si sale tampoco lloraremos su pérdida, hay que aligerar y rejuvenecer las alas.

Rudy Fernández tiene 38 años y seguirá aportando intangibles al equipo hasta con 45 gracias a su anticipación innata, pero ha sido el veterano menos productivo en el tramo final de curso, y no le han faltado minutos. Está ya para poquito y acabando contrato me parece el momento idóneo para una despedida con honores, jugando el Mundial con España este verano. Saber irse a tiempo para dejar buen sabor de boca. Me parecería un error que se aprovechase de la política de la sección de jubilaciones a la carta para las leyendas y renovase para hacerse un Felipe 2.0, es decir, una gira de despedida vestido de chándal a costa de la masa salarial de la sección.

Mario Hezonja. Uno que se ha reivindicado y con fuerza en el tramo final de curso como pieza importante del equipo a lo que ha contribuido el agujero provocado por la lesión de Tortuga Deck. la versatilidad de Mario (brillando al 3 y al 4) y su desempeño defensivo solvente, por encima de las expectativas, le han abierto las puertas de la rotación de par en par. Y su talentazo ofensivo, aunque de corriente un poco alterna, es un martillo para los rivales y un placer para los espectadores. Tiene otro año de contrato garantizado y habría que pensar en extenderlo: cupo nacional y 28 años, debería echar raíces en el club.

Alberto Abalde. Otra temporada decepcionante del gallego, quizá la peor desde que aterrizó en Madrid: desacertado en el triple y menguante en el overbooking del juego exterior blanco. A medida que se ha vaciado la enfermería y no había hueco para todos se ha ido cayendo de las convocatorias de Chus Mateo. La Final Four y la final ACB las ha visto de chándal. Tiene contrato garantizado hasta 2025 pero si continúa Mateo y se mantiene la estructura de plantilla en las alas habría que plantearse una salida, porque es un salario improductivo. Ahora bien, hay que estar convencido porque te puedes arrepentir a medio plazo: cupo nacional de 27 años, condiciones innegables y por el que pagaste 1.5M de tránsfer. Decisión delicada en verano.

Gabi Deck. El pobre se ha perdido el desenlace de la temporada por lesión, pero su campaña había sido buena en líneas generales, al nivel que se le presupone, como uno de los tres mejores aleros de la Euroliga. Se le ha echado de menos especialmente en la final ACB, por su sangre fría, inteligencia y carácter competitivo. Tiene contrato garantizado y seguirá seguro, siendo la principal duda si habitará más el año que viene el puesto de 3 o de 4, ante la eclosión final de Hezonja.

Guerschon Yabusele. Muy floja segunda temporada en Madrid, a pesar de lo que pueda decir su maquillaje estadístico. Lejos de lo que se espera de un titular en el campeón de Europa, recordemos que el club se rascó el bolsillo para renovarle hasta 2025. Una apuesta que está saliendo rana y a la que me temo que el club está bastante atado. Yabu se ha demostrado como pésimo defensor, pese a sobrarle físico para lo contrario, una cuestión por tanto de actitud y compromiso, y esa no se mejora con pesas en gimnasio como Musa. Y es que no solo es la defensa, es su baja inteligencia en pista, así en general, con unos pobres conceptos de juego colectivo, digamos pase, spacing, selección de tiro, uso de faltas, etc.

Petr Cornelie. Ha pasado por el Madrid sin dejar huella. Fue un fichaje barato a final del verano pasado (la ficha más baja del roster tras Alocén), un huevo Kinder que sencillamente no ha cuajado. Le faltan horas de vuelo en la élite hasta llegar a nivel contender Euroliga y el Madrid no espera. Blando atrás y sin la fiabilidad en el tiro que requería el rol, se acabaó cayendo. delas convocatorias, superado por Ndiaye en la rotación.

Anthony Randolph. El mero hecho de volver a verle jugar al basket pro es de por sí una alegría, tras las dos gravísimas lesiones consecutivas que sufrió. Apenas ha aportado porque apenas está para aportar, con 34 años y en su estado físico. Termina contrato y lógicamente no sigue, de hecho no descarto retirada. Suerte en lo que venga, dio años de gran baloncesto a esta sección. Le recordaremos junto a los Trey y Taylor, esos americanos secundarios que contribuyeron a construir el lasismo.

Vincent Poirier. Temporada floja, muy condicionada por problemas físicos recurrentes (apenas le hemos visto 2-3 meses en buena forma física) y por un entrenador un poco más conservador en las rotación, Chus, que se ha traducido en minutadas de Tavares en cuanto el partido estaba igualado. Tiene contrato garantizado el año que viene y una ficha alta, acorde a su status (top 8 pívots de la Euroliga), pero suena desde hace semanas el rumor de que quiere salir y tener más protagonismo, lejos de la sombra de Edy. Su salida no me parece el escenario más probable pero ojo como Willy Hernangómez se ponga a tiro.

Edy Tavares. El mejor del equipo una temporada más, MVP de la Final Four y Quinteto ideal de todo. Su regreso, que no la tangana, fue lo que cambió la serie contra Partizán y obró el milagro. Ha sido también el mejor en la final ACB contra el Barca, 23 de valoración media, pero seguramente le pesen los tiros libres fallados, ocho entre los tres partidos, especialmente costosos los dos del último minuto del segundo encuentro. Es el faro del proyecto, el jugador más determinante de Europa junto a Micic, y aún podría mejorar al regreso de Facu, con quien se entendía tan bien. Club y jugador están enfrascados en negociaciones para su renovación, con alguna filtración interesada del agente a la prensa para tensar la cuerda y sacar más dinero, el que seguramente vale. Soy optimista sobre el desenlace.

Arranque de orgullo: sí, el Madrid también gana a rivales directos

Al Madrid le estaba empezando a pesar como una losa este curso el balance contra rivales directos, y la paliza en Grecia de la semana pasada, por previsible que fuese dadas las bajas de última hora, no era sino gasolina para el pesimismo, para las viudas de Laso & Facu. Por eso hacía tanta falta una victoria de adrenalina como esta, contra el Barca y en Goya, de trascendencia relativa en la clasificación pero valiosa para la moral así del equipo como de la parroquia. Que algunos amenazaban con bajarse ya del barco, en enero y colíderes. Hubo un momento en la primera parte, tras el pésimo arranque (6-18), que Rudy se dirigió a la grada, la lógica diría que para arengar pero me pareció casi más una bronca. Un gesto de frustración acumulada y orgullo herido, que los jugadores tienen también Twitter y leen. Aunque Rodolfo a mí en concreto no, que me tiene bloqueado, ejem.

Se ganó El Clásico por los pelos, y falta que hacía, un triunfo para seguir construyendo y sacudirse complejos. Lo cual no quita para reconocer que se jugó objetivamente mal, por momentos muy mal, siempre por debajo en el marcador. Las estadísticas no engañan: se cedió la batalla del rebote (-3) y se perdieron más balones que asistencias se repartieron (20 a 12), que viene a ser la receta ya habitual de las derrotas esta temporada.

Mascar tornillos

Ver al Madrid atacar contra rivales de entidad es una cita en el dentista, sensación de escaso trabajo táctico, de recursos desaprovechados y dependencia absoluta de Tavares, alimentado a base de melones colgados, porque llamarlo pases se me hace generoso. Una estrategia de patio de colegio, de balones al Tkachenko de clase. Y así te vuelves previsible, porque el rival te está esperando: Saras ha logrado automatizar que una maraña de brazos se cierna sobre Edy cada vez que recibe. Valoración 7 ayer y 8 en la ida, lejos de sus números habituales. Así que hubo que buscar alternativas, y ahí fue donde se puso la cosa divertida, cuando el equipo se desmelenó, rompió la partitura de Chus y jugó con más corazón que cabeza. El calor de la grada jugó un papel importante, no tengo claro que el mismo partido se hubiese ganado a domicilio.

En esas apareció Llull, el tema de debate por excelencia, de tintes casi guerracivilistas. Quizá deberíamos dejar de enterrarle y resucitarle cada semana, más que nada por nuestra propia salud mental. Con Hanga fuera de ritmo, Goss inactivo desde hacía 10 días y Chacho más discreto que en veladas previas, el balear aprovechó la ocasión. Volvió a ser el que más lanzó, igual que en El Pireo la semana pasada, que a mí me parece un anacronismo, lo digo también hoy. Pero esta vez la moneda salió cara y fue clave con 15 puntos en el último cuarto, ahí es nada. Se aprovechó de la marca muchos minutos del peor defensor exterior rival, Lapro, estuvo hábil sacando faltas y no se obcecó tanto con el triple, que todo ayuda. «No me voy a esconder, soy así, va con mi carácter y a quien no le guste que apague la tele», dijo tras el partido. Me alegro de veras de su actuación, como de la de cualquier jugador del equipo, y puedo entender su frustración por algunas críticas exageradas, pero tampoco viene a cuento ajustar cuentas y perdonar vidas con un 29% en tiros de campo en Euroliga.

Duelo en los banquillos

Chus Mateo volvió a ir rebufo en el planteamiento y tampoco atinó en la gestión de partido, calamitoso su bagaje en situaciones ATO (tras tiempo muerto): pérdidas en el saque de fondo, ataques de comernos la posesión y la confusión en la última jugada del tiempo reglamentario, pintada para Deck y que acabó en pasos de Llull… Pero en algo sí acertó, resultó clave y es de ley reconocérselo: en dejar fuera de la convocatoria a Cornelie, una decisión a priori sorprendente, para apostar por Deck muchos minutos al cuatro. El argentino sufre emparejado con Kalinic, al que no supera a poste, pero se comió a Mirotic cuando coincidieron en pista, mucho más rápido y agresivo. Tortuga se convirtió en el sostén del equipo, 23 puntos y 33 de valoración, manteniendo la esperanza, es decir, la distancia en un solo dígito. Un animal competitivo aunque no se de golpes en el pecho.

La variante con Deck de cuatro, a la que Chus parecía negarse hasta ayer, aferrado al recuerdo de la última final ACB, abrió de paso la puerta a más minutos de Hezonja. Y el croata resultó importante, desde un rol discreto en ataque (y eso que mete una canasta clave al poste en el último minuto) pero muy valioso en defensa. Quién ha visto a Mario y quién le ve, aquel talento caprichoso y endiosado es un hoy un profesional maduro, resignado a un papel ofensivo gregario y ganándose los minutos por su entrega y compromiso atrás.

Bravo por él y por su brat, Musa, que reventó la prórroga con 9 puntos y una asistencia, disipando dudas sobre su nivel contra rivales de altura. Que en todo caso manda huevos con 23 años que tiene. Tomó el mandó, agarró el balón e improvisó, se lo creyó y como es tan bueno empezaron a pasar cosas. Acabó con 18 tantos y cuando hizo falta hasta defendió, su principal lunar, demostrando que es más una cuestión de concentración e intensidad que de aptitudes. Insisto en la defensa porque tendemos a hacerla un poco de menos al apenas constar en la estadística pero marca la diferencia entre competir o no.

¿Que el Madrid no disipa dudas, o no todas, por la escasa fluidez durante los tres primeros cuartos y lo apurado de la victoria? Tal vez, pero ¿y qué equipo no tiene dudas? Ni que enfrente estuviesen los Bulls del 72-10. Si se juega fluido y bonito mejor, aún no estamos ahí, pero el equipo tiene corazón y compite, lo demostró ayer, de nuevo, y con eso y el talento disponible alcanza para pelear todos los títulos, que es de lo que se trata.

Nuevo entrenador pero misma estrella: Tavares guía al Madrid a otra Supercopa

Remontando 12 puntos y con Tavares, una vez más, marcando la diferencia en ambos aros. El cambio de inercia en los Barca-Madrid que arrancase en mayo, en la semifinal de Final Four, se solidifica en el inicio de curso con este título blanco de Supercopa. Por cierto, el quinto consecutivo, trofeo fetiche. Es también el primer título de la era Chus Mateo, al menos con él oficialmente de primer entrenador, un chute de confianza para construir desde la tranquilidad que dan las victorias. A botepronto podemos afirmar que el equipo mantiene una de sus principales señas de identidad de la era Laso, el carácter competitivo, una mezcla de determinación, oficio y corazón que permite remontar finales como la de hoy, que pintaba bien fea.

Aunque, en honor a la verdad, hay cosas que pulir, la gestión fue discreta en términos generales. Los blancos perdieron más balones que asistencias repartieron, 16 a 13, síntoma inequívoco de espesura. A lo que contribuyó también Chacho Rodríguez, terrible su torneo, físicamente como si tuviese 45 años en vez de 36. Parece mentira que haya hecho la pretemporada completa con el equipo.

Pero volvamos al partido, y al nuevo entrenador: la planificación del último ataque del tiempo reglamentario dejó que desear, así como la asignación de jerarquías (Llull sigue siendo el que más lanza, 5/16 tiros) o el aprovechamiento de la gran ventaja del plantel, su profundidad. Cuatro jugadores se fueron a más de 35 minutos en pista, que se traduce en cansancio propio y banquillazo ajeno. Pienso por ejemplo en Mario Hezonja, una de las apuestas importantes de la sección este verano y uno de los mejores anotadores de la Euroliga las dos últimas temporadas. No lanzó a canasta ni rascó bola en todo el partido, ni siquiera en la sequía de la primera mitad, acabó con 0/0 tiros. Básicamente porque no hay ningún sistema pintado para él. Que sea el reserva de Tortuga no significa que se le fichase para 10 minutos de intendencia y esperar en la esquina. Si no se le integra ahora, imaginad según regresen lesionados. Por cierto, coach M informó en la rueda de prensa de que Hanga y Rudy estarán fuera un tiempo.

La era del Gigante Verde

Medio torneo corresponde a Tavares, faro absoluto del Madrid desde hace 2-3 temporadas, aunque a la afición le cueste un poco asumirlo por el prejuicio estético heredado de la era Laso, de que las estrellas tienen que ser exteriores y cancheras. 41 de valoración en el cuarto y último partido de la final ACB en junio, 40 hoy en la final de Supercopa, ambas contra el Barca. Actuaciones de leyenda que ganan campeonatos. Mientras las viudas siguen suspirando por Campazzo, el Madrid va ganando títulos a lomos de Edy.

No es solo que sea bueno y enorme, es que cada curso juega mejor que el anterior, fruto de su compromiso, humildad y ética de trabajo. Pensad, por ejemplo, que cuando llegó a Madrid apenas rondaba el 50% en tiros libres: hoy no sorprende que se casque este 10/11 en la final, o esa canasta de media distancia clave en la prórroga. Pero no solo es el tiro, mirad cómo entiende ahora el juego, define con la zurda y, sobre todo, cómo gestiona las emociones. Ha reducido ese ratio tan dañino de técnicas por protestar y de faltas inútiles, hasta convertirse en el jugador más determinante de la Euroliga tras Micic.

A su lado ha brillado el dúo exterior titular, Musa y Deck, de lo mejor también del continente en su puesto por presente y sobre futuro a corto plazo. Tortuga, reciente MVP de la Copa América, tiene tres cosas en común con Tavares: juega feo, cada año es mejor y nos acordamos de él menos de lo que deberíamos. En la final, decidida por solo 6 de diferencia, el balance del Madrid en sus minutos ha sido de +23…

El desembarco Musa

A quien no le van a faltar focos es a Dzanan Musa. Su desembarco en Madrid está siendo atronador. La Supercopa, su debut oficial de blanco, ha descartado de un plumazo cualquier duda de que el Eurobasket o la pretemporada hubieran sido un espejismo. Tiene solo 23 años y dos semanas en el equipo pero ya se ha erigido en uno de sus líderes espirituales y en primera espada ofensiva exterior. Es puro carisma, rezuma confianza, a man on a mission. Además, su sangre caliente y juventud no se traducen en precipitación o malas decisiones ocasionales, como sería entendible. Al contrario, su selección de tiro es digna de veterano: 14/22 de campo en el torneo. Por cierto, esas penetraciones con eurostep son canelita en rama.

Musa fue el sostén anotador del equipo en muchos tramos de la final, y responsable junto a Llull de la remontada en el tercer cuarto. Su capacidad de generar juego desde bote elimina o al menos reduce el principal déficit de la plantilla desde la marcha de Facu. Por edad, nivel y carácter, se me antoja el fichaje más ilusionante de la sección en el último lustro, una incorporación estratégica si confirma su adaptación/evolución y ahuyenta cantos de sirena allende el mar…

Disculpad de antemano mi entusiasmo jaranoso, quizá exagerado, pero son demasiados años tratando de ilusionarme y vender el pollino con fichajes de exteriores para empatar, de viejas glorias y sopita recalentá. Y no hay motores en este negocio como la ilusión y la novedad. Es solo una Supercopa, sin Mirotic y con Satoransky a medio gas, no da para conclusiones categóricas, pero es empezar ganando, seguir ganando.

Back on top: el Madrid dinamita el ciclo azulgrana

Sabe especialmente bien porque no era esperado. Hace apenas dos meses estábamos casi resignados a otra primavera sin títulos y, en todo caso, si sonaba la flauta, el más factible parecía paradójicamente la Euroliga, al jugarse a partido único, porque ganarle una serie a cinco al Barca y sin ventaja campo se antojaba una quimera. Bien, pues aquí está la quimera.

El título ACB echa el cierre a una temporada dura para el Real Madrid de basket, no han salido las cosas rodadas, entre lesiones (dos roturas de ligamento ¡!) y crisis extradeportiva, hasta un infarto del entrenador, pero bien está lo que bien acaba. Y vista en perspectiva la cosecha es muy positiva, con la Supercopa y la ACB, y finalistas de Copa y Euroliga, que en ambos casos se perdieron in extremis y tras llegar por delante al descanso. Notable para un curso que apuntaba a transición, de sacar el paraguas en el pico de ciclo del Barcelona de Jasikevicius y Mirotic.

Esta final ACB viene a dinamitar esa lógica de ciclos y turnismo en lo alto del basket español, sumergiendo en dudas el proyecto del Barca, que ve marchar este verano a uno de sus referentes (Brandon), y esperad que no sea el único. El tirón de orejas de Mirotic ayer a Saras tampoco es baladí, harto de que el entrenador culpe en público a los jugadores y su intensidad de cada derrota.

La aldea gala

Volviendo al Madrid, puede que este título ACB sea el más random desde el triple de Herreros hace dos décadas, por lo heterodoxo de la rotación final, por la reacción del equipo en el último tercio de curso y su resiliencia cual aldea gala ante las bajas, unas por lesión y otras autoimpuestas, que han dado con los huesos de Hanga al timón. Ese es otro mantra que salta por los aires este curso, uno que yo mismo he machacado desde esta tribuna, el de que necesitas disponer de los mejores bases / generadores desde bote para ganar en Europa. Este Madrid no los tiene, ni de cerca, y ahí está el resultado. Nos hemos tirado año y medio deprimidos, buscándole heredero a Campazzo, ese base líder que amase balón, sea protagonista y se juegue el último tiro, cuando no lo hay en mercado y quizá sencillamente es que no se necesita. Hay diferentes configuraciones de plantilla que te pueden llevar a lo más alto y de nada sirve enrocarse en una si no encuentras los jugadores adecuados.

Lo que sí tiene el Madrid es un núcleo de músculo y cemento diferencial, capaz de elevar el listón de intensidad e intimidación. No será tan bonito, pero gana campeonatos. Y ahí brilla con luz propia el nombre de Tavares, que se consagra en esta final como referente en pista del proyecto y jugador diferencial, por si había dudas. Su cuarto partido fue estratosférico (25 puntos, 13 rebotes, 41 de valoración), por dominio e importancia de la cita, su mejor actuación desde que llegó a Madrid.

A parte de este servidor, no vi a ningún aficionado con la camiseta de Tavares en el pabellón pese a ser la estrella blanca desde hace ya 2-3 años. Percibo ahí cierto prejuicio estético en el aficionado medio, que prefiere a los bajitos y habilidosos frente a los hombres grandes, como si su único mérito fuesen los centímetros y el resto viniese dado. Y no, ¿cuántos gigantes hemos visto que no saben hacer la o con un canuto? La bendición de los centímetros lleva aparejada la contrapartida de la descoordinación. Pero Tavares tiene un movimiento lateral primoroso para su altura y peso, además ha evolucionado en todo, en definición cerca del aro, toma de decisiones, lectura de juego, tiro libre y de media distancia.

Aprovechar la oportunidad de mercado

Ese núcleo de cemento que lidera Tavares es, por cierto, fruto de una virtud que sí podemos atribuir a la gerencia blanca, la de aprovechar las oportunidades de mercado cuando se presentan, aunque sea a destiempo e independientemente del puesto. Así se fraguaron en los últimos 14 meses las incorporaciones de Poirier y Deck, rebotados de la NBA a mirad de curso y en puestos teóricamente ya cubiertos.

Si analizamos la plantilla del Madrid desde la ortodoxia táctica concluiremos que está desequilibrada y tiene cromos repetidos, en contraste con la del FCB, de pivots complementarios (Brandon-Sanli), un director de élite Euroliga (Calathes), un tirador puro a lo Carroll (Kuric) y un go-to-guy en la generación desde bote (Higgins). Todo lo que echábamos de menos en nuestras tertulias durante la larga oscuridad. Pero a la hora de la verdad otros criterios han prevalecido sobre cualquier otro, el músculo, la juventud, la versatilidad y el pico de forma en el momento adecuado.

Las lecciones de este tramo final de curso aplican a la configuración de plantilla del próximo curso. Por ejemplo, nada apunta a que el Madrid vaya a fichar un base estelar, ni siquiera parece haber sido la prioridad de la sección, que pujó tímidamente por Larkin y ya. El cambio de Chacho por Heurtel representa una mejora, puesto que el francés dejó de contar hace tiempo, pero tampoco un salto de calidad. Y la probable llegada de Dzanan Musa y Mario Hezonja ahonda en la idea de reclutar piernas jóvenes aprovechando las oportunidades de mercado cuando surgen, aunque no encajen en la ortodoxia de puestos. Vamos camino de juntar chorrocientos ‘aleros’, pero que el talento y la versatilidad prevalezcan sobre cualquier otro criterio.

¿Despedida de Causeur?

El encuentro de ayer supuso la despedida del Madrid para Heurtel, Thompkins, Taylor y, a tenor de su lenguaje no verbal en la celebración, quizá también para Causeur, aunque su caso no está cerrado. El galo fue tras Tavares el mejor en el cuarto partido, con 15 puntos en la segunda parte, siendo clave los que anotó en la recta final para sellar el partido. Le sobró el gesto de la guillotina pero no deja de ser una anécdota clickbaitera. Fabien termina contrato y su renovación o no es de las decisiones más delicadas del verano.

¿Merece renovar? Claro, pero las decisiones no se basan solo en meritocracia, hay otros factores a tener en cuenta y que pueden jugar en contra. No caben todos, el dinero es finito y los cupos necesarios. Causeur tiene 35 años y comparte puesto con dos veteranos (Rudy y Llull) que son cupo nacional y gozan para el club de estatus de leyenda. Y ya sabemos que el Madrid es muy generoso con sus leyendas, les permite elegir cuándo se retiran y hasta les busca después acomodo laboral, al caso de Felipe me remito.

Renovar a los tres (Llull, Rudy y Causeur) con 110 años que suman podría taponar el fichaje de esas piernas jóvenes que necesita el juego exterior pese al final feliz del curso. Y si Llull y Rudy son intocables… En todo caso, si lo de ayer fue una despedida de Causeur fue una por todo lo alto, dejando un gran sabor de boca, y con eso me quedo. Si no fue una despedida, como apunta Sánchez Blas, pues encantados también de tenerle otro año. Sea como fuere, ahora o más tarde, tenemos que acostumbrarnos a ver marchar veteranos, el denominador común del proyecto sigue, y ese no es un ningún jugador sino Pablo Laso.

Fabien al margen, al Madrid se le presenta un verano relativamente tranquilo, más de lo que suponíamos, con la confianza que dan los resultados y con buena parte de los deberes de mercado ya hechos, solo a falta de presentación. Aquí seguiremos para comentarlos, pero hoy de celebración, que hemos sufrido lo suficiente en este último par de años como para no valorarlo ahora en su justa medida.

Cuestión de actitud: el Madrid desarbola de nuevo al Barca y acaricia el título

El Real Madrid tiene al Barca grogüi en la final ACB, cerquita del KO técnico. Cualquier duda que pudiese haber despertado la derrota en el segundo, apretado y polémico, quedó despejada este viernes, otro baño en las mismas coordenadas del partido uno, despliegue de físico y determinación, como si toda la plantilla se hubiese caído en una marmita de Red Bull. La afición respondió al toque de corneta y Goya vio el mayor lleno desde que empezase la pandemia, 11.800 espectadores, y eso que las entradas costaban un ojo de la cara. Nada tiene el poder de convocatoria de una buena final polémica con el Barca de por medio.

El Madrid, pese a las bajas y a lo heterodoxo de la rotación, está a día de hoy en una dinámica competitiva dos marchas por encima del FCB. Rotación corta, intensidad y concentración en los detalles. Dando un paso atrás, pareciera que el primer partido de esta serie se jugó en la F4, que algo hizo click en aquella semifinal y se le salió la cadena a los azulgrana. El RM perdió la final pero se llevó de Belgrado un chute de confianza que asentó la recuperación y que aún le dura.

Este era el año del FCB para ganar la Euroliga, se le había quedado a huevo, por méritos propios y circunstancias ajenas, la culminación de un proyecto ambicioso y de corto plazo, el que armó Bertomeu. Debían verse muy favoritos (lo eran) y la derrota les hizo saltar las costuras, y tampoco parece Jasikevicius el técnico con más mano izquierda para reconducir vestuarios. Mirotic está muy solo, sus teóricos mariscales, Brandon y Higgins, juegan como si el club les debiese dinero, si es que no se lo debe de verdad.

Y claro, si te cruzas con dudas a este Madrid cual tren de mercancías lo probable es que salgas arrollado, como está siendo el caso. La serie marcha 2-1 pero las sensaciones hablan de una distancia mayor, que los blancos llevan por delante en el marcador como 110 de los 120 minutos jugados. Tampoco hicieron falta milagros en el tercer partido, el acierto de hecho fue discreto, 6/25 triples y más pérdidas que asistencias (11 a 12), pero es que dispusieron de 18 posesiones más, fruto de cargar el rebote y lanzarse como energúmenos a cada balón dividido. Actitud y energía, imposible no sentir orgullo del carácter de este grupo.

Y si un jugador lo está representando por antonomasia es Gabi Deck, soldado universal de la rotación de Chus y diría que uno de los candidatos a MVP como la final termine el domingo. Es increíble la fé con que ataca el aro o cómo caza cualquier melón de pase que le lanzan desde el poste alto cuando gana la posición. Terminó con 14 puntos, 5 rebotes y 3 robos. Hanga, el otro hermano de los Cemento Brothers, son bonos suizos del Estado. Mirad lo que os digo, puede que por regularidad y rendimiento en ambos aros sea el mejor base que hemos visto este año de blanco en Goya. Y ya manda narices, porque no jugó ni un minuto en ese puesto hasta la serie contra Manresa ni el año pasado en el Barca, que Saras prefería a Bolmaro de base de circunstancias.

Yabusele es otro de pura energía y candidato a MVP (promedios de 12 puntos y 10 rebotes), definitivamente le ha perdido el miedo a Mirotic, que no el respeto. Causeur, por su parte, recuperó sensaciones tras el apagón en el segundo partido, que le secó Calathes. 13 puntos en el tercero, incluidas dos canastas valiosas en el único amago de remontada azulgrana creíble, cuando se acercó a cinco puntos en el tercer cuarto. La serie no está terminada y convendría cerrarla el domingo, aprovechar el viento a favor. Mi humilde sensación es que a velocidad crucero, como subía Induráin los puertos, es decir, si no sucede nada fuera de guión (más lesiones, escándalo arbitral, etc) o Jasikevicius logra una catarsis en 48 horas, la final no verá la semana que viene.

El Madrid desnuda al Barca en el Palau

Es solo el primer encuentro, queda mucha serie, pero las formas importan y las sensaciones son blancas. En realidad lo son desde aquella barbacoa en casa de Rudy, la epifanía de las pancetas. Cómo han cambiado las tornas en los clásicos desde entonces, qué lejos quedan hoy las palizas en Goya en fase regular, esa sensación de cambio de ciclo asentado. La semifinal en Belgrado nos pareció una machada, por remontar al Barca y por la baja de Goss, y sin embargo este repaso sin Llull, Abalde ni Goss resulta casi otro día en la oficina, tras 16 triunfos en 17 partidos.

Pero la de hoy no es una victoria cualquiera, es un +23 al final del tercer cuarto a domicilio en una final ACB. El tipo de baño que siembra dudas al rival y con partidos cada 48 horas las sensaciones importan.

Abalde y Llull se vistieron de corto por hacer el ver, el gallego llegó a salir algún minuto a probarse, pero aún no. Vino a dar igual porque ya está Hanga disponible para lo que le echen. Su fuerte no es teóricamente anotar, pero reventó el encuentro en la primera mitad con 16 puntos: está en vena y las sensaciones a veces pesan sobre el scouting. No me cansaré de poner en valor su versatilidad, rasgo distintivo del jugador moderno. Añadió seis asistencias y una enorme labor atrás. Jasikevicius debe estar haciéndose cruces por su despido el pasado verano. No es que no le renovasen, como el Madrid a Lapro, es que le quedaba otro año de contrato y le cortaron.

Tortuga Deck, excelso ya en Vitoria en semis, recogió el testigo en la reanudación: otros 16 puntacos. Abortó cada conato de remontada local sin cambiar si quiera el gesto, porque él es así, de conducir tractores y desayunarse un par de abrines cada mañana.

Ambos rezuman el espíritu de este Madrid renacido de dos meses a esta parte, de menos es más, pleno de confianza y energía. Resulta complicado bajar al detalle táctico en un partido así, sin alternativas en el marcador, teñido todo de blanco. El Madrid pasó como un bulldozer por el Palau, abrió brecha aprovechando los tiros liberados que dejaba la defensa azulgrana al colapsarse sobre los pívots. Tavares y Poirier solo pudieron lanzar nueve veces entre ambos, menos que Causeur, Hanga Yabusele o Deck solitos. ¿Os acordáis cuando lamentábamos los baños tácticos de Jasikevicius a Laso? Qué lejos queda todo.

Cumplieron los habituales, cada uno en lo suyo, los triples sin botar de Causeur o los rebotes ofensivos de Vincent, pero también me gustó el fondo de armario. Por ejemplo Jeffery Taylor, valoración 11 en 13 minutos, intachable profesionalidad en uno de sus últimos partidos con la camiseta blanca. Y hasta Juan Núñez sumó a la causa, y no creo ser sospechoso de inflar la valoración de canteranos por simpatía. Sabemos de su chispa en ataque estático pero mostró un nivel defensivo y un aplomo en plaza grande como no le había visto hasta la fecha. Por cierto, un abrazo desde esta tribuna para Anthony Randolph, que salió lesionado y tiene toda la pinta de haberse roto de nuevo. Su cara era un poema, le dolía más el alma que la rodilla.

Volviendo a la final, uno mira la estadística del primer partido y en verdad tampoco encuentra un acierto puntual difícil de repetirse en los siguientes: 15 asistencias por 13 pérdidas, 41% en triples, 50% de dos y +8 rebotes, vamos, la receta que se repite desde la barbacoa. Es pronto para lanzar las campanas al vuelo pero el Barca transmite la sensación de equipo desinflado, como si el desenlace del curso le llegase tarde. Hasta el más cauto coincidirá en que el Madrid tiene una oportunidad genuina de título, que cambiaría diametralmente las conclusiones de una temporada que tan mala pinta tenía.