Summeriada blanca 2024: una apuesta por el músculo

Detecto el ya casi habitual escepticismo y desdén veraniego en la parroquia hacia las operaciones de mercado del Madrid de baloncesto. Y es que la política de la sección huye de casi todo aquello que entretiene al aficionado medio en el periodo estival: los golpes de timón, el morbo, el cambio de cromos y la puja abierta (=sobreprecio) por los nombres de moda. En definitiva, el populismo directivo. Al contrario, la gestión blanca prioriza la estabilidad, los contratos largos, el crecimiento de los jugadores que ya están y la incorporación de agentes libres en operaciones negociadas desde primavera. Es más aburrido pero funciona.

Los principales movimientos del Madrid este verano han sido renovaciones: atar a Tavares y a Hezonja era estratégico, no tienen recambio posible en Europa. Sin embargo, no dejan de ser renovaciones y esas por definición ilusionan menos al parroquiano que los fichajes porque no implican novedad. Y a los que ya están se les da por sentado, aunque acaben contrato.

Verano de reservas

Una vez amarrado a largo plazo el núcleo de la plantilla salvo Musa (in process), los fichajes de este verano son de reservas, cuando no fondo de armario, jugadores por tanto de un perfil y un caché necesariamente más bajo que el de los titulares. En cifras, que no superen el millón neto de salario anual, particularmente tras el mordisco a la masa salarial que han supuesto las renovaciones.

Si hablamos de fichajes, a la parroquia de Goya le pesa un prejuicio estético similar a la del Bernabéu. Unos querrían comprarse una docena de mediapuntas y delanteros cada summeriada, y los otros a 20 escoltas tiradores blanquitos del Aliexpress, hasta encontrar al heredero de Jaycee Carroll. El club, a dios gracias, opera en función de parámetros más racionales, en concreto dos principales: las oportunidades de mercado y las necesidades de plantilla, teniendo en cuenta que se juega en dos aros.

Se habló con Kyle Guy en primavera, tirador clásico a coste moderado, pero la gerencia se decantó por Rathan-Mayes, también a coste bajo y de un perfil táctico diferente, menos conocido por el aficionado español, no por ello peor. Combo anotador, tampoco es manco lanzando de fuera pero suma sobre todo hacia el aro desde bote. Tiene más potencial defensivo, solo hay que ver su planta, sin olvidar el factor versatilidad, poder habitar los puestos de uno y de dos. Eso permite enjuagar la ficha de tercer base de Alocén (ahorro) sin quedarte con el culo al aire en caso de lesión de Facu o Feliz. Lógicamente, Llull también puede echar una mano ahí.

Feliz, Plan B

Feliz no deja de ser el plan B, porque la idea original para ese puesto era Lorenzo Brown, con quien llegó a alcanzarse un acuerdo verbal. Pero la operación se torció cuando Maccabi se subió a la parra con el transfer y Fenerbahce+PAO se entrometieron con ofertas salariales muy por encima de la del Madrid. El fichaje se ponía en un pico, más de lo que la lógica invita a gastar en un base de 34 años que llegaría con rol de reserva. Si Lorenzo era un fichaje de presente y pasado, el de Feliz es de presente y futuro, ocho años más joven y con margen de mejora aún.

El puesto de base es el más exigente en los sistemas del Madrid, así que le puede llevar un tiempo adaptarse. Tendremos que darle un margen antes de sacar conclusiones, recordemos por ejemplo que Williams Goss necesitó casi año y medio de barbecho para mostrar su verdadero nivel. En todo caso, Andrés Feliz el potencial lo tiene, se ha pasado con nota todas las pantallas previas hasta llegar a la Euroliga, siendo uno de los mejores bases de la ACB y de la Eurocup las dos últimas temporadas. No tiene la experiencia y la chispa de Chacho, pero a cambio ganamos un base que no cojea atrás y debe rendir todo el año, no solo dos meses, con lo que implica eso de liberación para Facu.

Ibaka es un recambio más que digno por Poirier, como reserva de Tavares, asumiendo de partida que era imposible fichar a un sustituto del mismo nivel que el francés porque necesariamente se saldría de presupuesto. La anomalía ha sido tener a Vince durante tres años saliendo desde el banquillo sin torcer el morro.

Leyendo a algunos por Twitter pareciera que fichásemos a Jesús Chagoyen. Un respeto, por favor, que Ibaka ha ganado un anillo de la NBA, 141 millones en salario, estuvo tres años en el mejor quinteto defensivo de la NBA y dos fue el máximo taponador… Está en el ocaso de su carrera, claro, pero demostró en Múnich el pasado curso que mantiene nivel burguesía Euroliga, al menos en la medida en que le respete el físico. Además es cupo nacional, conoce la casa y, muy importante, ha aceptado firmar por un solo año. Así que el riesgo es mínimo si sale rana. La guinda del pastel sería Garuba, una operación supeditada a que no encuentre equipo en la NBA, un escenario más o menos probable aunque con un horizonte temporal incierto. Sería un ariete defensivo para el juego interior, del tipo que no entra por los ojos al aficionado medio pero encarece sensiblemente el precio del punto rival, y eso también gana partidos.

Aunque no venga Usman, pero particularmente si viene, se queda una plantilla con menos experiencia pero bastante más físico que la del año pasado, y algo más versátil. Y en todo caso, atado el núcleo principal, no veo impedimentos para que el Madrid no continúe en la élite, contender a la Euroliga con permiso griego, que es donde parece estar ahora la pasta.

Un apagón que cuesta una Euroliga

No lo digo como consuelo sino por un poco de justicia, antes de que saquéis la bola de demolición: el Madrid ha hecho una magnífica temporada Euroliga 23/24, ha sido el mejor equipo de la competición en el global del curso, diría que con cierta diferencia, con picos de un baloncesto magnífico. Pero los títulos se ganan en las finales y en esta, sin paños calientes, fue mejor Panathinaikos. Solo hubo un equipo en pista en la segunda mitad.

No hay garantías en este formato a partido único de la F4, es una moneda al aire, por eso el objetivo exigible es llegar. Un formato que unos años te quita lo que otros te da, como el pasado, que el Madrid batió sobre la bocina al que había sido mejor equipo de la temporada, Olympiakos.

Sé que el instinto habitual de la parroquia blanca en la derrota es despedir a media plantilla (y cuerpo técnico) y desdeñar el valor del camino andado. No me encontraréis en ese barco. Claro que me pica la final perdida, claro que tengo ojos y he visto el apagón ofensivo en la segunda mitad. Pero también tuve ojos en los 38 partidos previos, y he disfrutado demasiado con este equipo durante ocho meses como para despreciarlo todo en el calentón tras la derrota.

Causas de El Apagón

La principal diría que la más evidente, el puro desacierto ofensivo de los jugadores, negados en lanzamientos de porcentaje medio-alto. Tomemos por ejemplo a Hezonja, que acreditó un 45% en triples durante el curso y firma 1 de 7 en la final. «La derrota ha sido culpa mía, he perdido un título muy importante para mi equipo», ha dicho tras la final. No creo que sea para tanto, pero sí que se le ha echado de menos.

Además de acierto faltó también algo de la templanza y la sangre fría que requiere una final de Euroliga. Poirier y Tavares se cargaron con varias faltas evitables, mientras que Facu no logró abstraerse del listón arbitral. Le sacó de quicio el nivel de contacto con las manos que se permitió en defensa a J. Grant y Kalatzakis. Los árbitros digamos que no perjudicaron a PAO, aunque sería exagerado señalarles como clave del encuentro.

Y como tercera causa apuntaría la ausencia de alternativas desde el banquillo, ni tácticas (del entrenador) ni técnicas (jugadores). La única variante que propuso Chus Mateo fue una zona defensiva que no cuajó. A posteriori siempre es más fácil opinar, pero quizá pudo probar con algún minuto de Ndiaye o Causeur en la 2ª parte… Los actores de banquillo no sumaron apenas esta vez: Panathinaikos secó la conexión Chacho-Poirier, Rudy ya no está para estas lides y Yabusele logró que echásemos de menos a Deck.

Oportunidad perdida

Si me pica particularmente la derrota es por la sensación de oportunidad perdida, de que pueden pasar varios años hasta que el Madrid arme de nuevo un equipo tan redondo y de tantos quilates, con una plantilla que se conozca tan bien, aquello de «jugar de memoria». En verano saldrán varios veteranos ilustres (Rudy, Causeur, ¿Chacho?) y también algún peso pesado que acaba contrato (Poirier, ¿Mario?), que no hay pasta para renovarlos a todos. Confío en la dirección deportiva para sustituir el talento saliente, el Madrid seguirá en la élite en todo caso, pero el dominio y superioridad vistos durante amplios tramos de este curso serán difíciles de repetir.

En fin, que ánimo parroquia, sé que es noche dura pero queda la ACB, y un triplete nacional sería un broche digno al curso.

Una década sin Dick Turpin

Se cumple una década del accidente de Angrois, una década sin Dick Turpin (@van_palomaain). Se fue como lo hacen las leyendas, antes de tiempo pero dejando estela a su paso. El tiempo vuela en la era digital y muchos de los que leáis estas líneas no sabréis a quién me refiero, o como mucho os sonará lejanamente por las menciones de periodistas como Manuel Jabois, David Gistau o Jorge Bustos.

Fue el más prolífico colaborador de este blog en sus orígenes, polemista de raza, de los que que no temen fajarse en la zona. Recuerdo su consejo cuando establecí las normas de la comunidad, es decir, la moderación de los comentarios: «deja jugar mientras no vayan con los tacos por delante».

Hubiese encajado mal en esta época de bienquedismo, corrección política y autocensura, de búsqueda del like y la aprobación pública. Él decía siempre lo que pensaba, cayese quien cayese. «Lo que hace grande al Madrid es el espíritu crítico y pejiguero de su afición», decía. Un espíritu que echo un poco de menos en nuestros días, en que se confunde el amor a los colores con el corporativismo hacia el jefe.

Turpin era también uno de mis mejores amigos, compañero de instituto, de farras y de las pistas de basket, donde imitaba aquel gesto de Djordjevic en el Palau cuando quería provocarte tras un triple. Le crió la abuela porque tuvo una vida jodida, de esas que asocias a un ghetto de Baltimore más que a un pueblo de la sierra de Madrid. Nunca hablaba de ello ni se quejaba, era un tema tabú.

Entre los colegas y el Madrid encontró el camino de regreso, tras alguna salida de pista. No se le daban bien las chicas, pero hasta eso lo empezaba a encarrilar. Tuve la suerte de poder despedirme, aunque entonces no lo sabía. La última noche nos tomamos unos copazos en la plaza de Sta. Teresa, en Colme, pero se recogió un poco antes que de costumbre porque al día siguiente madrugaba: pillaba un tren a Santiago, que había quedado con una gachi. Iba en el peor vagón, me dijeron, no tuvo ninguna posibilidad. Hubo que sedar a la abuela para el funeral. Si nadie está preparado para enterrar a un hijo, imaginaros a un nieto al que has criado.

Recuerdo que al funeral acudieron un puñado de twiteros llegados de algunos de los rincones más lejanos de España, gente que ni siquiera le conocía en persona. Hablamos de 2013, el Cretácico de Twitter… Arbeloa, si no me falla la memoria, mandó una corona de flores y el Real Madrid un telegrama de condolencia a la familia. Yo le tengo en mi salón para no olvidarle: la foto de una noche cualquiera en Malasaña, de las que acabábamos en el Honky pidiendo Baba O’Riley; de cuando llevaba el pelo a lo mod, que le quedaba fatal. Hettsheimer, Begic, Pocius y Suárez jugaban todavía de blanco, fijaos si ha llovido.

Twitter ha acabado cerrando por inactividad su cuenta, que se había convertido en una especie de oráculo del madridsmo, adonde la parroquia peregrinaba en búsqueda de pararlelismos para interpretar el presente. Así que sus textos y comentarios en este humilde blog son toda la huella escrita que nos queda de su forma honesta y visceral de entender el madridismo. Sirvan estas líneas para ayudar a mantener viva esa llama.

Batacazo por Navidad

Me siento a escribir con dudas razonables. Por primera vez las tengo sobre la capacidad de Chus Mateo para domesticar y acabar exprimiendo el plantillón que le ha caído en gracia. Sé que otros más cagaprisas las tenéis desde la primera derrota. Pero a Mateo le contempla una tremenda trayectoria como ayudante que bien merece el beneficio de la duda, una tregua como a los políticos recién llegados. Sin embargo, han pasado 100 días de temporada y al equipo se le siguen viendo andamios por doquier.

En cuanto se topa con un rival de entidad el Madrid hace aguas, lo fía todo a las diferencias que marca Tavares, pero no se ven automatismos ni especial buen ambiente. Todos parados mirando cuando alguien recibe al poste y las ayudas defensivas parecen asignatura optativa. Hay jugadores llamados a ser importantes con roles aún por definir. Sí, después de 100 días… Hezonja, por ejemplo, le saca 20 kilos de músculo a Abrines pero en vez de buscarle al poste Mateo le tiene corriendo carretones tipo Jaycee para lanzar de catch&shoot. Lo hemos hablado antes, lo del croata está siendo matar un ruiseñor. Y lo de Chacho ni os cuento, el único base del roster fichado este verano, que ojito no empiece a caerse de convocatorias cuando regrese Hanga.

Las dos derrotas navideñas frente rivales directos (Baskonia y Barça) han enseñado casi todos esos andamios. Podemos bajar al detalle del rendimiento de este o aquel jugador o puesto, sé que os encanta personalizar, pero por encima de esas consideraciones hoy prevalece la sensación general de un juego colectivo muy discreto pese a disponer de un plantel netamente mejor que el de la temporada previa.

Contra el Barça el técnico blanco pareció un flan en el último cuarto, fíjense en el segundo challenge que solicita y pierde, a renglón seguido del primero, sin que el público que estaba cerca lo reclamase. El hecho de pedirlo… y el detalle posterior. Mientras los árbitros revisaban la acción, echadle un par de minutos, los jugadores del FCB hicieron automáticamente piña en torno a Jasikevicius para recibir instrucciones. Los del Madrid pasaron ese tiempo con los brazos en jarra en la pista o mirando el videomarcador, a 20 metros de su técnico. La imagen, el contraste, habla regular del carisma de Chus Mateo y su ascendencia sobre el vestuario.

Y luego está la vertiente táctica. Un encuentro de este calibre se decide en detalles, las canastas rivales tras rebote ofensivo, sí, pero también las pequeñas concesiones desde el banquillo. Si os fijáis, casi todos los vicios de Mateo en la dirección de partido tienen el mismo origen, la pasada final ACB. Le lastran los prejuicios, su descarada predilección por la guardia pretoriana con la que ganó el título en junio.

En aquella ocasión, por ejemplo, le funcionó de maravilla Deck como alero generando al poste, por eso no le concibe en otro puesto. Sin embargo, sucede que el rival aprende y se prepara: el Barca se reforzó en verano con Kalinic, un alero fuerte en la pintura que limita la producción del argentino. Chus dispone de mil variantes para adaptarse, por ejemplo, con Tortuga alternando los puestos de 3 y 4, lo que liberaría minutos para Hezonja, de un perfil distinto y teórica aristocracia Euroliga, y de paso reduciría la responsabilidad excesiva que carga Cornelie, al que todavía le falta vuelo en encuentros de tanto voltaje. Pero no, seguimos la hoja de ruta caiga quien caiga.

El mismo prejuicio lo encontramos en el backcourt, con Mateo empeñado en jugarse las castañas con Llull y Causeur. Por eso tardó tanto en devolver a Musa a pista en el último cuarto, ya con el partido muy cuestarriba. Causeur atraviesa un momento discreto (-12 el equipo hoy en sus minutos, 1/5 tiros), como por otra parte es habitual en este tramo de curso. Pero Chus confía en él como si estuviésemos en primavera. Son dejes con las patas cortas, que minan la confianza de los nuevos, los llamados a dar el salto de calidad.

¿Qué futuro le espera al técnico? A la Copa llega seguro, pero hoy a diferencia de hace dos semanas ya no pondría la mano en el fuego por que acabará la temporada en el banquillo. Era la apuesta razonable este verano pero también un experimento en cierto modo, y la directiva se juega demasiado este curso como para derrochar paciencia con experimentos. Después de la turbia salida de Laso y la cobra de Campazzo, bien puede que la afición no mire tanto al banquillo sino directamente al palco si las cosas se tuercen mucho esta temporada.

La vida sigue igual: Llull-sistema en los finales de partido

Algunas cosas han cambiado con Chus Mateo respecto a Laso, no muchas, pero los muy cafeteros seguro perciben detallitos. Lo que que no ha cambiado ni un poco por ahora, que menuda cruz cargamos, es el rol de Llull, su protagonismo sobredimensionado en los finales de partido. Sigue jugando como la estrella que hace tiempo dejó de ser y recibiendo un volumen de juego que no merece. Y vaya por delante que su arranque de curso me parece interesante, homologable, diría que bastante meritorio saliendo de una lesión. Mucho mejor que el de Chacho, cuyo estado físico roza la inconstitucionalidad

No es una cuestión personal contra Llull, el problema ni siquiera es suyo en sí mismo, ni que fallase el triple final en el Palau, el problema es que con todo el talento ofensivo que se ha fichado este verano, sumado al que ya había, tras una velada negado con el aro, sigamos a alturas de 2022 con su triple stepback tras bote a derechas como opción de referencia para últimas jugadas. Una situación de porcentaje por definición bastante bajo, entendible si llegan los 2-3 últimos segundos de posesión, no han salido el resto de opciones pintadas por el entrenador y el balón está en manos del manejador, pero una elección cuestionable como única opción.

Mira que quedaban 16 segundazos de partido y Chus dispuso de tiempo muerto para pintar una buena estrategia y buscar ventajas. Mira que Deck estaba en vena, con 13 puntos en los últimos 4 minutos de partido (¡!), que Musa es un puñal y Hezonja había dejado destellos de calidad… Bla, bla, bla. A lo clásico, balón a Llull, 13 segundos botando y triple sin ventaja, con la mano del pívot en la cara. Desconozco si se trata de una elección táctica consciente del entrenador o si tiene que ver con la ascendencia del jugador en el vestuario. Sea como fuere, es un problema, un hándicap que condiciona los finales apretados de partido desde hace varios años.

Problema de jerarquías

Y hoy hago hincapié en los finales porque ha cantado especialmente, pero el problema de asiganción de jerarquías no se circunscribe solo al último ataque. Sirva otro dato para ilustrarlo: entre Musa y Hezonja lanzaron menos a canasta (5/9) que Llull solito (2/10). Parece un deja vu…

Cambiando ya de tema, el Madrid mereció perder el encuentro de calle, siempre a remolque en el marcador, blando atrás y espeso en ataque. Se nota que los locales se jugaban más, que necesitaban una victoria moral en casa tras un arranque de curso discreto, y jugaron más intensos y concentrados en líneas generales. El resultado en sí me preocupa poco, el tipo de derrota con la que cuentas cuando miras el calendario. De hecho, que tras semejante despropósito de partido, 17 puntos abajo a 7 minutos por jugar, los blancos tuviesen posesión para ganar habla bien del carácter competitivo del equipo y bastante regular de la solidez y oficio de este Barca, pero que cada uno barra su parcela.

Jasikevicius, eso sí, encontró la tecla con Satoransky al poste y logró desactivar esta vez a Tavares que, todo sea dicho, sufrió un arbitraje caserete. Del vaso medio lleno podemos quedarnos con Deck, soldado universal, que se crece según sube la exigencia del duelo, y los destellazos de Cornelie, que eligió plaza grande para firmar su mejor encuentro de blanco hasta la fecha. Necesitaremos paciencia con él, que está verde en la élite, pero tiene madera para convertirse en un ala-pívot tirador reserva de quilates para la rotación.

¿Hasta cuándo nos durará Musa?

Las fugas a la NBA de los últimos años han dejado un poso de pesimismo preventivo en la afición blanca, mejor no ilusionarse mucho si un jugador joven sale bueno. Se da por sentado que se lo llevarán allende el mar, y empiezo a escuchar ese murmullo con Dzanan Musa, sensación del equipo en el arranque de curso. Y mira, no, relajemos un poco el esfínter, cada caso tiene sus matices y encontramos ejemplos en ambos sentidos. El más cercano Yabusele, que llegó a Madrid con 25 años y contrato por una sola temporada, con vistas a regresar a EEUU, y ahí le tenéis, asentado en la capital y renovado hasta 2025.

Se me ocurren varios factores que condicionan la probabilidad de fuga de un jugador a la NBA.

1.- Cuando ya ha estado previamente en EEUU y se ha vuelto con el rabo entre las piernas se le pasa el gusanillo de probarse y de probarlo. Hay otros factores para volver, principalmente el económico (pregunten a Chacho), pero ya menos probables. Por suerte, la práctica totalidad de la columna vertebral del roster blanco está de vuelta de la NBA: Deck, Poirier, Tavares, Hezona, Yabusele y el propio Musa. Esto cuenta el bosnio de su tiempo allí: “No jugué en mi posición, mi rol era tipo 3&D, estar quieto en la esquina y defender, y ese no es mi juego. Tenía que adaptarme y no lo hice, no me gusta culpar a los demás de mis fracasos”. Parece tener claro que su juego requiere del balón en sus manos en ataque, un rol que las franquicias reservan a la estrella o dos estrellas de cada equipo, no a un europeo de segundas nupcias que ya pasó por la liga sin pena ni gloria. Un eventual regreso a la NBA sería picando piedra en un rol secundario de 3&D y salario acorde.

2.- Hay un factor cultural: el jugador europeo tiene por definición mucha menos presión social por jugar en la NBA que por ejemplo el argentino o de otro país random, puesto que en Europa hay competiciones locales y supranacionales de mayor nivel y presupuestos. No deja de ser la segunda división mundial y quedarse no se percibe como un fracaso.

3.- Hay también una cuestión de edad. Musa terminará esta temporada con 24 años: puede parecernos un pipiolo, y lo es, pero no necesariamente a ojos de las franquicias americanas. A esas no les gusta la sopita recalentá, no buscan jugadores FIBA más o menos consagrados sino prospects bien tiernitos, elegirlos en el draft en cuanto cumplen la edad mínima (19) y terminar de formarlos allí. Si hace falta, a caballo entre la NBA y la G-League (miren Garuba). ¿Cuántos jugadores europeos ‘consagrados’ en sus ventitantos conocéis que se hayan ido recientemente a la NBA? Este verano solo se me ocurre Fontecchio (26) a Utah, la excepción que confirma la regla.

4.- Incluyo un último punto un poco más subjetivo, relacionado con la trayectoria y el carácter. Los jugadores a la edad de Musa suelen tener la cabeza llena de pájaros, pero a él ya le ha tocado comer bastante mierda en su carrera (Brooklyn + Efes). Sabe lo que cuesta llegar arriba y lo valora, lo repite cada vez que tiene un micro delante. Por eso cuesta imaginarle subiéndose al primer tren NBA que pase por delante, en plan Campazzo. En la entrevista que le hizo Alex Madrid en Eurohoops se muestra humilde pero sin falsa modestia, confiado pero sin arrogancia. Maduro, vaya. Ah, y un detalle. El periodista le pidió varias fotos para ilustrar la entrevista, una de ellas la típica en el centro de la pista de entrenamiento, sobre el escudo del club. Musa solo aceptó si se ponía detrás, a costa de complicar el plano, pero en ningún caso pisar el escudo. Sea por respeto o por superstición, es el tipo de detalles que uno aprecia como aficionado, que aunque seamos de la «segunda división» tenemos también nuestro corazoncito.