Un apagón que cuesta una Euroliga

No lo digo como consuelo sino por un poco de justicia, antes de que saquéis la bola de demolición: el Madrid ha hecho una magnífica temporada Euroliga 23/24, ha sido el mejor equipo de la competición en el global del curso, diría que con cierta diferencia, con picos de un baloncesto magnífico. Pero los títulos se ganan en las finales y en esta, sin paños calientes, fue mejor Panathinaikos. Solo hubo un equipo en pista en la segunda mitad.

No hay garantías en este formato a partido único de la F4, es una moneda al aire, por eso el objetivo exigible es llegar. Un formato que unos años te quita lo que otros te da, como el pasado, que el Madrid batió sobre la bocina al que había sido mejor equipo de la temporada, Olympiakos.

Sé que el instinto habitual de la parroquia blanca en la derrota es despedir a media plantilla (y cuerpo técnico) y desdeñar el valor del camino andado. No me encontraréis en ese barco. Claro que me pica la final perdida, claro que tengo ojos y he visto el apagón ofensivo en la segunda mitad. Pero también tuve ojos en los 38 partidos previos, y he disfrutado demasiado con este equipo durante ocho meses como para despreciarlo todo en el calentón tras la derrota.

Causas de El Apagón

La principal diría que la más evidente, el puro desacierto ofensivo de los jugadores, negados en lanzamientos de porcentaje medio-alto. Tomemos por ejemplo a Hezonja, que acreditó un 45% en triples durante el curso y firma 1 de 7 en la final. «La derrota ha sido culpa mía, he perdido un título muy importante para mi equipo», ha dicho tras la final. No creo que sea para tanto, pero sí que se le ha echado de menos.

Además de acierto faltó también algo de la templanza y la sangre fría que requiere una final de Euroliga. Poirier y Tavares se cargaron con varias faltas evitables, mientras que Facu no logró abstraerse del listón arbitral. Le sacó de quicio el nivel de contacto con las manos que se permitió en defensa a J. Grant y Kalatzakis. Los árbitros digamos que no perjudicaron a PAO, aunque sería exagerado señalarles como clave del encuentro.

Y como tercera causa apuntaría la ausencia de alternativas desde el banquillo, ni tácticas (del entrenador) ni técnicas (jugadores). La única variante que propuso Chus Mateo fue una zona defensiva que no cuajó. A posteriori siempre es más fácil opinar, pero quizá pudo probar con algún minuto de Ndiaye o Causeur en la 2ª parte… Los actores de banquillo no sumaron apenas esta vez: Panathinaikos secó la conexión Chacho-Poirier, Rudy ya no está para estas lides y Yabusele logró que echásemos de menos a Deck.

Oportunidad perdida

Si me pica particularmente la derrota es por la sensación de oportunidad perdida, de que pueden pasar varios años hasta que el Madrid arme de nuevo un equipo tan redondo y de tantos quilates, con una plantilla que se conozca tan bien, aquello de «jugar de memoria». En verano saldrán varios veteranos ilustres (Rudy, Causeur, ¿Chacho?) y también algún peso pesado que acaba contrato (Poirier, ¿Mario?), que no hay pasta para renovarlos a todos. Confío en la dirección deportiva para sustituir el talento saliente, el Madrid seguirá en la élite en todo caso, pero el dominio y superioridad vistos durante amplios tramos de este curso serán difíciles de repetir.

En fin, que ánimo parroquia, sé que es noche dura pero queda la ACB, y un triplete nacional sería un broche digno al curso.